Testigo y testimoniantes.

 El  recepcionista me dijo que durante la gestión Bertone se realizó un estudio de porqué en el Hospital de Río Grande se atendían menos pacientes que en el de Ushuaia, y parece que llegaran a una conclusión y esto se relacionaba con el diseño arquitectónico.

En nuestro hospital los médicos ingresan a su consultorio por una galería interior que les da acceso a su consultorio. En tanto que en Ushuaia los médicos ingresan por la misma puerta que lo hacen los pacientes. Es decir en un caso uno cree que ellos ya están, pero no están; y en el otro caso el cumplimiento del horario es examinado por los pacientes en espera.

El kioskero me contó que siendo niño ser perdió una vez saliendo a recorrer campos en su provincia natal, que por entonces no era una situación de mayor preocupación. En su casa sabían que la cantidad de tortas fritas que llevaba le permitirían deambular varios días. Y así su extravío duró siete días, hasta que el mismo encontró el camino de retorno y volvió con un poco de apetito pero sin hambre.

Y hubo otro día que todos los alumnos de su escuelita rural salieron para conocer Cosquín, los maestra manejaron mal el presupuesto, y los chicos se quedarían sin comer. Entonces con la poca plata que llevaba el futuro kioskero compró un chupetín, que fue su alimento por doce horas, sin terminar de disolverse en la boca, y no llegando a tener hambre en ningún momento.

El taxista es oriundo de Curaco de Vélez, allí vivía en una casa de techo paja colgando de la cumbrera cadenas con roldanas de permitían subir y bajar los calderos al fogón que existía en medio de la vivienda.

Y llegó el día en que la madre se sorprendió al ver que las cadenas se movían, y se los advirtió a todos con un grito. Alcanzaron a salir a tiempo cuando todo comenzaba a derrumbarse. Desde lo alto de un cerro vieron cuando el mar comenzó a hacer estragos sobre lo poco que quedaba en pie.

Después pensaron que iban a hacer de su vida, y decidieron partir para el sur, y más tarde cruzar a Tierra del Fuego.

Los diálogos con la gente alimentan mi interés por la vida, que es lo que por ahí me ha permitido adquirir un rango de historiador.

Dándose esto que todos los que me conocen, de alguna manera, me cuentan cómo han vivido, por si quiero contar su historia.

Testigo y testimoniantes que se dice, en este aliento que recibo día a día por descubrir como funciona esto de ser humano.



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