Hace unos días propuse a mis amigos en
facebook, muchos de los cuales son o fueron candidatos en pasadas elecciones,
que transmitan sus recuerdos y experiencias de la última elección en que les
tocó participar.
La convocatoria no tuvo éxito.
Por lo que debo cerrar el tema, salvo que
alguien ahora se anime, recordando como me fue a mi.
Participé en las elecciones que dieron
salida a la democracia en 1983.
La elección del 30 de octubre que llevó a
Alfonsín a la presidencia, a Martín Torres y Adolfo Sciurano a la Cámara de
Diputados.Se elegía la primera Legislatura fueguina, y ese mismo día, por
primera vez un fueguino y un peronista a la vez: Esteban Martínez “Chiquito” a
la Intendencia de Río Grande, y entre los concejales a mi.
Una noche recibí un llamado telefónico de
Marcos Mora, el partido se reunía en Ushuaia para conformar sus listas de candidate.
Mi sector, el de la Unidad Básica Eva Perón, había perdido las internas ante
los compañeros de la Unidad Básica 17 de octubre; sin embargo la oferta era
ganadora: Segundo lugar en la lista de concejales, que para el peronisto debía
ser un puesto seguro. A nivel legislativo Carlos Andino –también de la Eva-
iría como legislador, y así entró como uno de los más jóvenes del cuerpo.
Las reuniones convocantes siguieron siendo
la de la propia Unidad, y entre nuestros referents estaba el diálogo con el
otro sector. Yo tenía mis dos ocupaciones desde hacia un tiempo: supervisor en
Radio Nacional y profesor en el Instituto Secundario Don Bosco. En el primero
de los desempeños me abstuve de tareas periodísticas que pudieran significar
llevar agua para mi Molino. Por esos días ingresaba un número importante de
compañeros y había que orientarlos en los aspectos metodológicos de las nuevas
tareas. En el segundo desempeño los alumous trataban de desviar mis
conversaciones hacia el terreno político, para ver menguadas sus
responsabilidades estudiantiles.
No hubo que tomarse un día solo de licencia
para realizar la campaña que en todo casos ocupaba los tiempos libres.
No hubo visitas casa por casa, muchos
medios de comunicación no había para hablar, no eran muchos los que se animaban
a hacerlo por la única radio o el único canal.
La experiencias había sido estremecedora.
Un día fuimos los tres sectores del peronismo. El de Ester que se presentço tocando
el bombo y con poncho, secundada por Carlos Manfredotti. El de la 17, y
nosotros (nosotros éramos Meneca Velázquez, Carlos Andino y yo). Nos tocó en el
medio y expusimos un programa de acciones que creíamos superador de todos los
problemas y realmente revolucionario (aunque por entonces esta palabra estaba
postergada) Después de esto entraron los compañeros de la 17: el Nene Martínez,
Martín Torres y Domingo Montes, entre otros. En ellos hubo definición
contundente sobre el tipo de peronismo que debíamos representar, fue cuando mi
tocayo dijo: “Hemos escuchado con atención las propuestas de la Patria Pesadora
–esos éramos nosotros- y nos felicitamos de tener compañeros como estos, porque
nosotros tenemos una propuesta tal vez mas sencilla, pero que se fundamenta en
la gran preocupación de nuestro movimiento, trabajar por sobre todas las cosas
por la felicidad de nuestro pueblo”. Con tamaña definición teníamos todas las
de perder y perdimos. Mucho era entonces que se nos dieran cargos con
posibilidades de ganar.
En la campaña nos se nos pidió plata a los candidatos,
ya hacíamos un aporte para la Unidad Básica, y más tarde al ser electos el 5%
de contribución partidaria.
Recuerdo un acto importante, en el quincho
de Petroleros Privados, hubo varios oradores, me tocó también a mi. El recinto
estaba colmado, se canto la marcha partidaria que la gran mayoría conocía a la
perfección aunque prestaban atención a lo bien que lo hacía su candidato a
Diputado.
No hubo afiches, las pintadas con nuestros
nombres se hacían con brocha color y en color azul. El aerosol era
escaso.
Hubo un fin de campaña con caravana. Yo
salí con mi Ford Taunus 1981, el primer auto que tuve, y los compañeros me lo
embadurnaron con afiches de Luder.Bittel, los candidatos presidenciales. El problema vino después: Yolanda, mi
esposa que era radical, debía salir al día siguiente también de caravana de
cierre con el mismo auto.
Los radicales habían iniciado su campaña meses antes con la presencia de Alfonsín, y la cerraban en Río Grande con el humorista Mario Sapag que lo imitaba, en una gran convocatoria en el Centro Deportivo.
Dos situaciones que se dieron en el tiempo
recordaré para cerrar estos testimonies.
Un día me llamó Guillermo Boucho, por
entonces trabajando en su programa Documento Semanal. Tenía todas las
grabaciones –hoy le llamaríamos spot televisivos- grabados por los candidatos de
los partidos, en aquel momento. La precariedad de los discursos era evidente,
la democracia tardaría mucho en convertir en oradores a sus referentes. Pero lo
gracioso es que Guillermo guardó todas las
tomas que fueron desechadas, donde aparecíamos generalmente
balbuceantes, silabeantes e indecisos.
Y lo último para recorder. Juan Carlos Lara
que me contó que sobre el muro del hospital existía todavía una pintada que
decia Mingo Gutiérrez. Concejal. Sin ninguna identificación partidaria. La
pintada sobre la calle Piedra Buena se perdería ante la inminente reforma y
ampliación del recinto. Allí concurrí un mediodía con una cámara pocket para
registrar esa imágen. Luego de hacer la toma de la misma se me ocurrió que
bueno sería aparecer yo también en la foto, entonces intercepté a un muchacho
que venía –medio encapuchado- caminando desde Ameghino. Le expliqué mi necesidad
y el se acomodó para sacar una buena foto. Cuando hizo click me acerque, con
una sonrisa, pero su sonrisa fue mayor, se puso la cámara en el bolsillo
canguro de su anorak y salió corriendo y corriendo...
Demás está decir que yo ya
no estaba para esos trotes.
Lo mismo que para las nuevas campañas electorales.
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