José Luís recuerda este episodio vivido en los primeros años
que instaló su tienda en su ciudad natal.
Una mañana de sábado llegó a negocio y lo esperaba una
muchacha, empleada del almacén que quedaba a dos cuadras.
Era auspicioso llegar a tu comercio y encontrar que alguien
esperaba que abrieran, tal vez para comprar algo ligado a algún baile de fin de
semana.
La hizo pasar primero a María Rosa, y ni bien acomodó sus
cosas le preguntó sobre en que podía servirle.
-Necesito llevar ropa de hombre. Pero quisiera saber si me
lo puede anotar a una cuenta.
-Ningún problema Rosa –él la llamaba así- vos me dirás.
-Necesito un terno.
-Un traje.
-Eso.
-Mmm. ¿De qué color?
-Negro.
-Está bien. ¿Pero de que talle?
-Algo como para Usted.
-Bien, ya vamos a buscarlo. José Luís llegó con la prenda,
ya era ropa para invierno –pensó- y María Rosa le dijo que era lo que buscaba.
-¿Algo más?
-Si puede ser, una camisa.
-¿Blanca?
-Haciendo juego.
-Y de talle. Es como para alguien de su…
-¿De mi percha?
-Algo así.
-¿Medias?
-Grises.
-Cuantos pares.
-Uno solo.
-¿De qué tamaño?
-Pruébela en su mano..
-¡Cinturón?
-No.
-¿Pañuelos? –tenemos una oferta.
-No, no..
-¿Corbata?
-Si alguna que a usted le guste.
-¡Hay Rosa! Pareciera que todo esto fuera para regalármelo..
-No. Es que se murió mi papá y lo tenemos que vestir.
-
2 comentarios:
Hola Mingo!
Esta simpática anécdota, seguramente - por la foto que acompaña el artículo - surgida de una charla de café (¿En el Bar Roca?), trajo a mi memoria un libro que leí hace un tiempo. Así que fui donde mis libros fueguinos, y lo busqué. El trabajo lleva por título “Mesa 20. Críticas, historias, anécdotas y reflexiones de una café en una esquina de Ushuaia”, y pertenece al autor David Pavlov. El bar al cual pertenecía aquella mesa 20 se llamaba “Café de la esquina”, situado en la ochava de Av. San Martín y 25 de Mayo. Fue inaugurado el 27 de noviembre de 1992, cerrando sus puertas cerca de la Navidad de 2008.
La lectura es muy amena, y pasa por recordar las distintas etapas que tuvo el bar, los nombres de sus parroquianos, charlas, cartas, numeración y distribución de sus mesas, etc. A continuación transcribo uno de sus capítulos:
CAPITULO III “La Barra”.
“La Barra dentro de un establecimiento gastronómico, es el corazón del mismo, y el que determina el curso de la actividad. Todo se concentra, y desde allí, todo se distribuye. La barra recibe al mozo, al vendedor, controla la música del salón, al cartero, al cobrador, pero eso es desde la faz comercial, simples trámites.
La barra es un mundo aparte, el cliente que va allí, difiere mucho del que va a la mesa. El personaje de la barra, no solo quiere tomar café o comer; va más allá de eso. Quiere conversar, ser escuchado. Expresar que está cansado, que vino de hacer trámites, y pese a que da la espalda al salón, observa de reojo o a través de los espejos, quizás buscando un interlocutor con más capacidad de diálogo que quien escribe. Muchas veces lo sostuve. La barra es el muro de los lamentos. Cuando uno va a cargar nafta quiere ser atendido rápidamente, lo mismo sucede en una caja del supermercado o del banco. Conversación amable, sí, pero lo limitado. Pagar e irse rápidamente es el concepto en esos casos. Muy diferente de lo que ocurre en un bar. Tantos años detrás del estaño, permite detectar de manera intuitiva, si la persona que ingresa al negocio se dirige directamente a la barra o se va a sentar en el salón. Y allí se despliega el mini cosmos con sus personajes, que a no dudarlo confunden la banqueta de la barra con el diván de un psicoanalista (…). Público singular, si los hay, curiosamente mayormente masculino, diría que en un 98%. Las mujeres son algo reacias a sentarse junto a la barra. Quizás algo de prejuicio para las féminas de estas latitudes. Los pocos ejemplos de estos casos lo constituyeron las turistas extranjeras que al no encontrar lugar en las mesas y con limitado tiempo que disponen inter excursiones, se vieron obligadas a consumir en la barra. Una joven turista inglesa fue observada de manera masiva por los clientes del salón, por el solo hecho de beber una copa de vino en la barra, y encontrarse sola. No es mi tarea hurgar en el pensamiento de los parroquianos presentes, pero comentarios entre dientes y sus expresiones mostraban un poco de celo, era indudable”.
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Como dato interesante, apuntamos que el padre del autor del libro, Nicolás Pavlov, en la década del ’60 se había dedicado también al rubro gastronómica. Recuerda su hijo: “(mi padre) fue el responsable de gerenciar el famoso Gran Parque Hotel, que se encontraba en la esquina de 9 de Julio y Maipú. Ese hotel, conocido también como Las 3 Mentiras, porque no era ni gran, ni parque, ni hotel, con estructura de madera, y en dos plantas, albergaba un restaurante. Pero también, y gracias al apunte que mi madre me aportó al respecto, funcionó por un breve tiempo allí, un bar muy poco conocido, con pocas mesas y con mantelería y cortinados rojos, que se denominó Bahía de Alá. Mi padre regenteaba el hotel, sí, pero también organizaba las comidas del restaurante” (Pavlov, Davida: “Mesa 20. Críticas, historias, anécdotas y reflexiones de una café en una esquina de Ushuaia”, Editorial Utupías, 1º Edición, Ushuaia, 2011).
En uno de mis viajes a la Tierra del Fuego (el tercero, allá por 2004), tuve la posibilidad de entrar al entonces “Café de la Esquina”. Ello ocurrió el 16 de enero… Así lo indica el ticket que me entregó el mozo aquel día, y que aún conservo, debido a mi interés de guardar boletos, tickets, etc. de mi paso por la isla. En este ticket pueden leerse los siguientes datos:
PAVLOV S DE H
CUIT#30-65315451-4
CAFÉ DE LA ESQUINA
SAN MARTIN 602
9410 USHUAIA
IVA RESP.INSCRIPTO
IB 106240/9
A CONSUMIDOR FINAL
P.V. 0003
No. T. 00481019
16/01/04 13:56
GASEOSA (0) $ 2.50
MILA/FRITA (0) $ 11,00
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TOTAL $ 13.50
EFECTIVO $ 13,50
CANT., ART. 2
ARIEL.
Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.).-
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