AQUELLAS FIESTAS MAYAS (Primer acto)


El 23 de mayo de 1998, hora 18; en el marco de los festejos patrios dimos a conocer una conferencia en el Museo Municipal, por entonces anexo a la intendencia de Río Grande, las páginas que en esta oportunidad iremos desgranando día a día.

En aquel momento acompañamos la disertación con una serie de fotos que fueran encargadas en su momento a Hermenegildo Leguizamón, por la Comisión de Fomento, las que en copias de 20 x 30 permanecieron en exhibición.

El recorte que presentamos inicialmente puede verse en otro tramo de este blog en forma completa, correspondiendo a los festejos dados con la tripulación del Piedra Buena en 1921.


Dispuesto a entender al hombre y la sociedad desde sus representaciones, nuestro encuentro de hoy comprende cuatro actos. Más allá de los diversos nombres de los actores, los roles siempre difíciles de presentar son el amor y el poder, en variados matices. El escenario tiene primeros planos fueguinos, segundos planos argentinos, y como trasfondo un mundo donde los cambios son vertiginosos.

Primer Acto

La ocupación del espacio fueguino por el Estado Argentino es un hecho, si se quiere, reciente. Luego de los primeros ensayos exploratorios, que no fueron muchos, la primer presencia institucional en este norte fueguino donde crecería Río Grande se da por la creación de la Comisaría durante el año 1895. Custodia primero del establecimiento misionero nacido de la inspiración salesiana a fines de 1893; al incendio de la misma –a fines de 1896- pasa a instalarse en la margen sur donde comenzaba la construcción de la Primera Argentina de José Menéndez, casi al mismo tiempo que La Misión pensaba en su última mudanza. Pero no obran testimonios sobre festejos del 25 de mayo entre aquellos efectivos policiales en nuestro lugar, lo que no impide pensar que bien pueden haberse dado, aunque sea en el simple protocolo de una formación, de un izamiento del pabellón, de un Himno Nacional entonado al frío viento de siempre.

Las crónicas misioneras registran una circunstancia vivida hace casi 99 años: el 24 de Mayo de 1898: Monseñor Fagnano que visita La Candelaria, levantada desde el invierno anterior en el Cañadón de La Porotera allí a la vista del Cabo Domingo, sale rumbo al puerto. En que en ese lugar se encuentra varado un barco de la Armada Nacional, el Gaviota, que permanecería en esa situación entre el 26 de marzo y el 14 de noviembre de aquel año. Monseñor será recibido por el Capitán Lagos, comandante de la nave, que recibirá como obsequio una oveja y un cordero, una damajuana y una botella de vino. Imaginamos que tal vez aquella noche -Fagnano regresa a la Misión al día siguiente-, se realizo la primera fiesta de “Esperando el 25”, con una cena más íntima entre Monseñor y Capitán, botella y cordero; y otra más amplia: oveja y damajuana, entre los tripulantes que se alojaban en un galpón de la costa.

La fecha del 25 de mayo no ingresaría a las manifestaciones públicas fácilmente, las crónicas de la Misión de Nuestra Señora de La Candelaria no abundan en referencias a manifestaciones cívicas por esos años y estos días. En 1913, por ejemplo, el 25 es día de Corpus Cristi, y todo lo descripto ronda la festividad religiosa, no la patriótica:“Domingo. Después de misa procesión con el Santísimo Sacramento por la plaza de la iglesia, entré a descansar sobre bonito altar en el Salón del Museo, recién acabado de fabricar, y regrese a la Iglesia. Cirios de esterica en manos de indios e indias”. El 17 y el 19 se consigna que estamos ante un día patrio, pero la descripción de tareas deja entrever que estamos ante un día laborable en ese espacio rural.

La situación va a cambiar cuando el 25 de mayo de 1921 la misión aloje a los sobrevivientes del naufragio del Transporte Nacional Piedrabuena. Allí la crónica dirá: “Día Patrio. Oficiales, Comandantes y todo de la tripulación están entretenidos, se han hecho repartir tarjetas a las autoridades y a los que están alojados en el puerto para asistir al Tedéum que se celebrará a las 10. ½ horas que se tuvo que postergar a las 11 y más por no llegar a tiempo. Llegaron bastantes... y almorzaron aquí llenando de sobra la ya grande mesa del comedor. Se cantó el Tedéum solemne. Cencio celebrante, el virrector expositor, comandante y oficiales con las autoridades y vecinos respetables, con toda la tripulación del buque y población de la misión. A la salida del Te Deum formaron los de la dotación del Piedrabuena y cantaron el Himno Nacional. El comandante hizo una alocución alusiva en la que mostró su patriotismo y su gran corazón de marino. Acto continuo cantaron el Himno a la Bandera, y se fueron al Rancho. Todo el mundo tuvieron regalo, vino, fruta, 2 copones de más con mate, y a todos el día libre. Acabe el día como siempre sin notarse la mayor diferencia”.

En 1923 se canta el Himno al pie del mástil de la Misión. En 1924, se recibe la visita de autoridades, entre ellas el Cónsul Chileno, a los que se convida con vermouth y verduras. Para 1925 se celebra Misa en la Comisaría.

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