¿Y si se tratara del Yóshil? (Segunda parte)





La circulación del rumor y luego cierta institucionalización del tema del Chupacrabras nos llevó a recuperar las investigaciones realizadas por el padre Manuel Molina. En la presente entrega reúne sus observaciones sobre aquella presencia mítica o real que nació entro otros del recuerdo de Pa:ka:, es decir Luís Garibaldi Honte.

Las imágenes que nos acompañan vienen del mundo rupestre de la Patagonia, y hacia él nos conduce el relato de Molina.

Que la presencia de este mono fueguino date desde hace mucho tiempo lo atestiguan los topónimos regionales que aun se conservan en la Isla Grande. Cerca de la Ea. Catalina, en el sur de un bosquecillo de ñieres que aun conserva el nombre de Yoshyaltal: bosque de los yóshil (által=bosquecillo asilado en Aus).

Cerca de la Ea. Viamonte existe una laguna que leva el nombre de Shaipot= tío de Shai, donde, durante el invierno jugaban en la superficie helada los yóshil, según la tradición transmitida por los últimos Aus.

Que este mono pertenezca a la superfamilia de los platirrinos no lo podemos asegurar, a pesar de la existencia terciaria de los homoncúlidos en la Patagonia, como homunculus harringtoni Rusc. De Sacanana en Chubut. Son de características demasiado primitivas. Que haya que atribuirlo a la superfamilia de los hominoideos. Tampoco consta por los datos que poseemos, a pesar de ciertos detalles. Los restos esqueletarios que se puedan obtener dirán la última palabra.

La tradición Aus dice que el yóshil a veces apilaba leña, como hace el hombre para armar la hoguera, y se quedaba junto a ella sin atinar a encender el fuego. Que el calor de la hoguera le agradara lo dice bien a las claras el hábito de acercarse a un fogón abierto donde no había peligro.

Al parecer era de hábito frugívoro, porque no tenemos ningún dato que nos autorice a pensar en una dieta carnívora. Los onas utilizaban toda clase de hongos comestibles, como puede verse en la reseña alimentaria que se hace a propósito de los Aus. Pero como fuente de albuminoideos hay que pensar también en los insectos y sus larvas y en los huevos de aves, de que es pródiga Tierra del Fuego. Seguramente pasaría el invierno aletargado en un cómodo cubil dentro de un árbol hueco, al abrigo del frío y de las nieves, como tantos otros animales del hemisferio norte.

Que en ciertos momentos fuera un animal peligroso los dice la tradición ona shelnam, como lo consigna Zenone. Tienen la cara como los indios, decía uno de ellos –yóshi shelknam kosh yen = los yohi cara como los shelknam. Vienen del cielo y visten pieles de guanaco o de zorro, llevan en la mano piedras o palos. Son muy malos por que tratan de matar a los hombres. Por eso los shelknam los temen. (Zenone – 113)

Hacia el año 1914 andaba un yóshil vagando por los campamentos indígenas del lago Kami. Zenone le preguntó a Kaukokiol porque no lo mataban, disponiendo de rifles. Y el ona le contestó que si lo mataban, inmediatamente, vendría el padre que moraba en los bosques de Punta María y hacía mucho daño.

Que en un época determinada los Aus hayan matado a muchos yóshil se puede deber a dos causas. La primera a escasez de alimentos a causa de una larga y pertinaz sequía, constatada en las excavaciones arqueológicas locales, que los obligó a correr el riesgo de la matanza para poder sobrevivir. La segunda quizás la más verosímil, a la adquisición del arco y de la flecha, que les permitió herirlos a distancia, evitando el combate cuerpo a cuerpo.

Conclusiones

Si existió modernamente en Tierra del Fuego este mono quiere decir que debe haber vivido con anterioridad en los bosques patagónicos.

Así lo confirmarían algunos restos que dicen se encuentran en la hoya de la Laguna Azul de Río Gallegos. El lugar se presta para una morada no muy prolongada o transitoria, por hallarse muy lejos de la zona boscosa y siempre que el animal se hubiera adaptado al régimen herbívoro.

En un paredón de la Punta Gualichu del lago Argentino, se conservan una pinturas humanoides, en color morado muy despintado, que pueden representar a estos fuegopitecos. Son figuraciones totalmente distintas de las otras de cazadores humanos como se las ve en las varias escenas de caza del alto río Pinturas o en las escenas de baile del Cañadón Charcamac.

En una de ellas está sentado sobre sus patas, como se lo veía al yóshil cuando se acercaba a la hoguera para calentarse, como lo vio la abuela de Pa:ka: con los brazos abiertos y como haciendo señas con una mano. En las otras se le observa en la posición desgarbada que tomaba cuando caminaba. Así lo vio el cazador que lo flecho. Lo que no se observa en estas figuras es el arma que empleaba para atacar o defenderse el mono fueguino.

Otra figura semejante se encuentra en la gruta grande del alto río Pinturas. A la entrada, sobre la bóveda baja del lado izquierdo se ha pintado en color rojo un ser humanoide de cuerpo voluminoso. El color está bastante desconchado. Aquí los brazos son cortos y las piernas largas y curvas.

La investigación de los especialistas dirá algo más sobre el tema.

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