Sobre las retransmisiones desde Buenos Aires.



LRA 24 conserva en el rack de su sala de control un receptor de radio de gran potencia que por los años 70 era el medio por el cual se podían tomar las emisiones de LRA 1. (*)

Los espacios informativos no eran muy extensos, y su buena recepción dependía en muchos casos de la estación del año en que nos encontrábamos. Si era verano el sol generaba ruidos y disminuía la apreciación de los contenidos. Si era invierno mejoraba totalmente y podíamos escuchar –al igual que cualquier receptor de onda larga- emisiones distantes casi como si fueran locales.

Nos movíamos en el mundo de la Amplitud Modulada y la cabecera enviaba también sus señales en Onda Corta.

Escrita a máquina aparecían las frecuencias de emisión más apropiadas en cada horario, y por ellas pasaba el trabajo del operador antes y durante cada espacio.

Un segundo receptor como el que aquí mostramos permitía que mientras se emitía por uno se pudiera buscar en otra frecuencia una recepción mejor y en cierto momentos haciendo el pach y moviendo potenciómetros se podía cambiar la de escucha deficiente por otra mejor.

Desde el servicio oficial se sabía estas dificultades y en algunos casos se establecían cadenas, más en el norte del país: una emisora tomaba la de cabecera, otra la tomaban a ella, y una tercera tal vez podría recepcionar la que hacía de último eslabón.

Pero nosotros estábamos muy lejos. La más cercana, en Comodoro Rivadavia LRA 11- era imperceptible a plena noche. El enlace siempre se daba con Capital.

Los contenidos de nuestra programación estaban dados por programas locales en vivo, y programas grabados. De estos últimos que llegaban en cintas abiertas podía haber una segunda categoría: los espacios de embajada –RAI, DW, Radio Francia Internacional, Radio ONU- y los elaborados por otras emisoras, primordialmente LRA 1.

En cierto momento llegó autorización para retransmitir eventos deportivos, pero claro.., Radio Nacional no tenía equipo periodístico, por lo que se podía sintonizar señales de otras radios, por lo que los oyentes locales se sorprendían por la presencia de publicidad, situación vedada a todas las emisoras del servicio oficial, por entonces. Y esto en todo el tiempo que podía durar un partido de fútbol por Radio Argentina o Radio Rivadavia.

El mundial 78 nos hizo salir de esta manera, sin mejorar técnicamente nuestra recepción que en muchos casos se tornaba ruidosa. En un momento, en medio de los festejos por algún gol de Kempes advertimos que el entusiasmo del relator no era tan grande, hasta que nos dimos cuenta que por escucharse mejor, estábamos tomando una potente radio de Montevideo.

En el 82 la circunstancia de Malvinas nos mantenía atentos a saber lo que pasaba con el oído puesto a lo que se decía en Buenos Aires. El horario de transmisiones locales quedó restringido por las limitaciones de circulación que existían en la localidad, y la misma población veía recortado horarios escolares, y de funcionamiento de empresas y comercios. Aunque la guerra se desarrollaba en invierno no se podía escuchar del todo bien, y a la cadena oficial que se imponía a cada rato sumábamos la recepción de la Azul y Blanca que emitía Radio Rivadavia.

En un ángulo del control Miguel Bersier instaló un potente receptor de su propiedad, y por ese y otro que tenía instalado en su casa, nos llegaban emisiones dadas en el mismo escenario del conflicto que después el director se encargaba de descifrar o traducir, o en el caso de lo propiamente argentino.., en interpretar; aunque esa información no podía salir al aire. Personal de Prefectura –Los Albatros- prestaban atención a todo ese cócktel radial, mostrándose intranquilo, situación que se apreciaba por la forma en que sostenían sus armas.

Pero llegó la democracia.

Algo mejoró desde lo técnico, y por sobre todas las cosas la urgencias para informar sobre hechos de gobierno.

Con el correr de los años, y durante la década del 80, sin que tuviéramos servicios de microondas fueron más frecuentes las emisiones desde LRA 1, y también más extensas.

Pero no siempre esto que se vivía, el de las Cadenas Nacionales, era aceptada por los oyentes que resultaban objetos de una experiencia en muchos casos redundante.

Y eso se dio cuando se comenzó a difundir las sesiones del Congreso de la Nación, donde Tierra del Fuego tenía solo dos representantes en diputados, que además no eran del todo conversadores.

Para el personal de la emisora conectar con LRA 1, aunque la situación técnica fuera deficiente, representaba para parte del personal dejar de trabajar por un buen rato. El operador era el que tenía que prestar mayor trabajo para tener siempre al aire la mejor señal, pero otros podían distraerse incluso viendo en televisión otras ofertas recreativas.

Pero estaba el segmento de los colaboradores, gente que al menos una vez a la semana hacía sus programas honorariamente, y que cuando esperaban encontrarse con su público debían asimilar que allí estaba la radio del Congreso de la Nación, como dueña del éter.

La Revista Arco Iris reunía a entre su elenco de redactores a por lo menos tres que tenían su programa en LRA 24, y leamos lo que decían de todo esto.

“..hacemos incapié en la mala costumbre que tiene Radio Nacional, empeñados en difundir las sesiones del Congreso y demás, condenando a un amplio radio de alcance que posee por amplitud modulada, y única alternativa en muchos lugares (campamentos, plataformas, etc.). La pregunta es: Que beneficio aporta a nuestra comunidad el emitir estos discursos paso a paso entre los representantes que no elige y que cobrar buenas rupias por su trabajo (concurran o no), más el beneficio de pasajes que varios reparten entre amigos y familiares? (perdón, nos fuimos del tema…)”.

“En Buenos Aires existe LRA 37, Radio Congreso. Y ahí sí: QUIEN QUIERA OIR QUE OIGA!”

Los años han optimizado los señales y visto cada tanto intentos desde el centro a la periferia por controlar los contenidos.  Apuntando por sobre todas las cosas, sobre todo cuando los gobiernos centrales comienzan a tener crisis de representatividad, a lograr emisiones desde capital, en horarios más extensos, y en espacios más centrales.


El viejo receptor Hammarlund, parase decirnos por todo esto: ¡Y a mí me la querés contar!

(*)Quién quiera saber algo más de nuestro receptor puede buscar por aquí http://www.radioblvd.com/sp600_rebuild.htm. En el mercado argentino se ofrecen entre 395 y 500 $. 

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