Se trata de la embarcación que luego de
un naufragio en la zona de Policarpo, fue construida por los sobrevivientes y
emprendió una aventura inimaginada.
La nave náufraga se llamaba Purísima
Concepción y navegaba la ruta del Río de la Plata al Callao, buscando pasar al sur de la Tierra del Fuego.
La embarcación construida con sus
restos fue bautizado como Saint Joseph y las Ánimas, invocando al santo del
día.
Se había terminado de armarla y al día
siguiente seria botada, consiguiendo su flotabilidad.
De toda la tripulación y el pasaje hubo
un solo desaparecido sobre el cual se tejieron leyendas, una de las cuales
escrita por Enrique Inda, dice que se habría quedado entre los haus, enamorado
de una mujer fueguina.
Entre el pasaje que regresó a
Montevideo estaba Manuel Moreno, quien a la postre sería padre del prócer de
Mayo, Mariano Moreno; nacido porteño cuando se padre decidiera no embarcarse
más, dadas las peripecias vividas.
Durante muchos años la información no
armonizaba, puesto que se hablaba de nos naves: la Purísima Concepción
por una parte, y la
Gurruchea por otro, cuando Gurruchea era el nombre del
capitán de las dos embarcaciones: el Purísima y el Saint Joseph. El padre Juan
Esteban Belza vino a dilucidar este tema en un capítulo de su libro La isla del
fuego, a la que dio el singular título de El capitán que fue navío.
Hay referencias que la nave construida
con los restos del naufragio y madera fueguina sirvió en el puerto de
Montevideo hasta al menos el año 1811.
Este episodio a inspirado a algunos novelistas...
Este traspié náutico se dio en la costa
fueguina en los mismos días que navegaban este sur, haciendo pie en Malvinas,
el inglés Byron, y el francés Bougainville.
Los últimos días fue noticia, cuando
aparecieron vestigios que son estudiados por la comisión arqueológica del Museo
Provincial y del Cadic, que recorrieron el litoral atlántico fueguino.
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