El número 11 de
El Austral registra esta noticia detallando que: “Después de más de una década
de trabajos dentro de los cuales se desarrollaron la más variadas tareas
referentes a la Explotación del subsuelo en esta lejana Isla de nuestra Patria,
en busca del ansiado Oro Negro, las cuales se vieron coronadas con el éxito al
comprobar la existencia de una riquísima reserva de gas y petróleo, el personal
de Y.P.F. se aleja”.
“Al entrar en la
etapa actual o sea la Explotación de dichas riquezas ya la población de la zona
disfruta de sus beneficios tal como el consumo de gas natural en sus hogares,
Industrias y Comercios”.
“Este éxito se
debe al esfuerzo mancomunado de hombres laboriosos, llegados de todas las
latitudes y que unidos bajo la querida sigla de Y.P.F. hicieron posible el
mismo, contando con elementos precarios y haciendo frente a las rigurosas
inclemencias climatéricas de la región y sin miramientos de horarios, solamente
con la satisfacción que da el deber cumplido”.
“Hoy los que se
alejan llevan pese a todo el recuerdo de los momentos vividos en este rincón
argentino, lamentando no poder ver el futuro venturoso que le depara el
destino”.
A diez años del
TF 1 la empresa estatal perforó 30 pozos de los cuales 12 eran exploratorios y
18 de desarrollo. Consiguiendo 15 productivos, ya sea de gas o petróleo; del
resto 12 fueron secos y 3 abandonados por ser su producción insuficiente a
nivel industrial.
En el marco de la
denominada “batalla del petróleo” el gobierno contrata con la firma Tennessee
Argentina S.A. la dirección y ejecución de los trabajos de exploración en un
área de unos 14.000 kilómetros cuadrados; la firma norteamericana se asociará
con Laughlin Porter para tareas de perforación. Cuenta para ello con cuatro
equipos de perforación, dos dedicados al desarrollo y dos a la explotación, y
su dinámica tarea comienza en la zona de Sara.
Las despobladas
calles de Río Grande ven incrementado su parque automotor, la legislación
aduanera permite la libre importación de vehículos al sur del paralelo 42, y a
esto se suma el importante parque que traerá la firma contratista.
Sobre ese
particular recuerda Raul Liscio, que luego de ser mecánico de aviación pasó a
trabajar con los norteamericanos: “Ellos tenían vehículos de varias categorías:
escarabajos para los supervisores para desplazamientos cortos, rápidos y
ágiles; tenían Land Rover para desplazarse en el campo de petróleo y tenían
otro tipo de camioneta aparte de los vehículos privados y ¡camiones de todo
tipo!. Un Rollewing podía cargar equipamiento superpesado desinflando el rollo,
porque no eran cubiertas, era un cilindro de goma que los desinflaba para que
bajara la playa de carga, cargaban lo que tenían que cargar, inflaban las
ruedas desde arriba y eran capaces de pasar ciénaga, barro, turba, lo que sea.
¡No lo paraba nada!”
El Padre José
Zink, vecino a estos cambios desde la Misión Salesiana, ponderará la amistad
crecida en el tiempo entre los petroleros y los religiosos:
“Los encargados
de YPF, los ingenieros, eran casi siempre gente venida del norte y encontraban
en la escuela algo que los alentaba. El campamento era muy cerca de la Misión y
recuerdo que en aquella época venían los días de fiesta para las misas, para
los cantos de los muchachos. Se solía cantar muy frecuentemente a dos voces.
Cualquier acontecimiento, bendición de pozos, era una razón para venir a la
Misión. YPF cooperaba mucho, al darnos hasta donde podían combustible. Aveces
enviaban sus técnicos para hacer arreglos... ¡Cuántas veces nos proporcionaban
caños! Los caños de acero para los pozos tienen una época de vencimiento y ya
no se pueden usar más para eso, pero para otras cosas sirven. Siempre hubo esa
relación de amistad y de mutua cooperación. ¡Nosotros le hablábamos de las
cosas de Dios y ellos nos daban las cosas de Dios! ¡Que era lo que nosotros
precisábamos!”
Con el tiempo el
campamento consumiría agua de la Misión, y la escuela recibiría como
contraprestación energía eléctrica.
Hubo quien no se
fue con YPF, y siguió con los
norteamericanos, entre ellos Segundo López: “Yo me quedé porque cuando llegó
Tennessee Argentina nos preguntaron si queríamos quedarnos, yo me quedé, con un
compañero un tal Lezama, otro veterano el chileno Millán. Anduve mal con un
compañero mío, con uno de los jefes. Había estudiado en National School por
correspondencia y sabía mucho de motores, calderas, yo era de leer y le hachaba
todo lo que ellos hacían mal. Un día me vine al pueblo a recorrer esos lugares
donde dejaba mi sueldo, y me anduve durmiendo, por lo que mis compañeros que me
tenían envidia, hablaron y terminaron por darme las cuentas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario