LA VALORACION PIONERA DE TIERRA DEL FUEGO. De Román Gaignard (*).



Tierra olvidada, mundo desconocido o legendario. Tierra del Fuego parece estar en vísperas de una rápida metamorfosis. Una vez más es el petróleo el mago transformador  y revelador. Él permite hoy día equilibrar un presupuesto, crear una administración, lanzar programas de planificación, en fin, vencer el aislamiento. Él permitirá, quizá, terminar con una vieja estructura pastoril fundada en el monopolio y con un débil poblamiento, que podía parecer sin remedio. Este despertar es particularmente sensible en la parte argentina de Tierra del Fuego, tenida, no hace mucho tiempo, por un desierto, donde se empeñaban algunos ganaderos y donde los presidiarios expiaban sus culpas en la cárcel de Ushuaia. Hoy día el presidio ha cedido el lugar a una gran base aeronaval desde donde se dirige la exploración de la Antártida, mientras que los imponentes paisajes de la cordillera de Darwin atraen a los primeros turistas.
La vida sigue difícil en estas márgenes frías, húmedas y ventosas de la ecúmene; pero se vislumbran, en fin, las posibilidades de solución a los problemas que plantean el clima, el relieve y la insularidad. En la víspera de una renovación decisiva de la vida fueguina, puede resultar interesante el situar este momento y sus perspectivas en la historia del poblamiento  y de la valorización de la isla.
Se sabe que Tierra del Fuego fue una de las primeras tierras descubiertas de  América, ya que su historia comienza con Magallanes. También fue ocupada muy temprano, antes que la mayor parte de la Patagonia. Cabe aclarar, sin embargo, que lo primero que llamó la atención de los españoles y poco después la codicia de otras potencias europeas, fue el Estrecho, de gran importancia estratégica, y no las regiones costeras pantanosas, frías, hundidas en la bruma y azotadas por las tempestades de ese confín austral.
1.- El medio natural.
La “Gran isla” de la cual 20.192 km2 corresponden a la Argentina, se divide netamente en dos regiones morfológicas y bioclimáticas: el norte representa sólo una simple prolongación de las mesetas patagónicas, frías y azotadas por los vientos, pero que posee campos de pastoreo. Su modelado es más suave, sus paisajes menos desérticos y más humanizados. Sobre el costado meridional de la isla se eleva la alta barrera montañosa que constituye el avance oriental de la cordillera de Darwin. Turberas y lagos que cubren amplios valles en artesa, bloques sobre las bajas pendientes, “praderas” degradadas a partir delos 500 m de altura salpicadas de nevizas; en fin, por sobre los 1.000 m circos que abrigan todavía su glaciar: todo el paisaje indica un clima a la vez muy húmedo y muy frío. Entre las dos regiones del N y del S se extiende una zona de transición formada por colinas bajas que se cubren de bosques hacia el sur, y separadas en las proximidades del río Grande y del lago Fagnano, por valles pantanosos o turberas.

(*) El ingeniero Elías Horacio Pico puso en mis manos este trabajo publicado por el Boletín de Estudios Geográficos, del mes de Enero-Marzo 1963, por Román Gainard; que fuera traducido del francés por Pura R. de Quiroga y Rusier O. Barrera. Obra que iremos fragmentando en nuestro blog

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