La “pampa” del N es la que constituye el dominio más abierto
a la instalación humana. Ese nombre se aplica a los dos tercios de la isla,
situados fuera del sector montañoso meridional que flanquea la larga zanja del
lago Fagnano. En esta zona, aparentemente estabilizada desde hace mucho tiempo,
los sedimentos marinos del Terciario inferior y medio, murgas y areniscas,
proporcionan un relieve estructural bastante simple de tipo tabular, donde
pequeñas superficies, divididas y escalonadas en peldaños, no sobrepasan
los 100 m de altitud. Esta meseta
septentrional ha sido profundamente afectada por las acciones climáticas del
Cuaternario. La calota glaciar ha recubierto todo y el hielo lo ha barrio antes
de abandonar sus propios depósitos en
vastos copos de conglomerados pedregosos o arcillo-arenosos. El modelado es por
consiguiente herencia exclusiva de la época
glaciar. Evoca una historia
climática muy fría, pero que fue caracterizada por la alternancia de periodos y
húmedos. Al S del Río Grande, importantes guirnaldas moreníticas dan
alineamiento de colinas rebajadas que desaparecen progresivamente frente a los
potentes relieves estructurales del conjunto meridional.
El S de Tierra del
Fuego constituye la terminación del sistema andino: la extremidad fuertemente
recortada de la Cordillera que está encorvada hacia el E, lanza su última punta
entre las Malvinas y el Cabo de Hornos. La cadena central que bordea la costa
meridional de la isla, es el producto complejo de una serie de movimientos
intrusivos, que datan principalmente del Cretácico y del Terciario. Pero la
Argentina sólo posee los elementos más modestos: Monte Martial (1.450 m),
Sierra Sorondo ( 1.320 m), Sierra Lucio López ( 1.200 m) al E de la soberbia
cordillera de Darwin (2.500 m) enteramente chilena. El eje intrusivo está
franqueado al N por los afloramientos plegados del Jurásico y del Cretácico
(pórfidos, tobas y potentes series sedimentarias) que pasan a las series
marinas del Eoceno, casi tubulares, que forman el armazón de la meseta septentrional.
Como en toda la cordillera, no se trata de plegamientos simples, sino de un
juego complejo de fallas, pliegues y estiramientos que dan bloques montañosos
alargados en una encorvadura de conjunto que ha sufrido, según parece, un
movimiento de elevación bastante continuado.
Pero el relieve posee allí la marca profunda de los gla
ciares que se edificaron sobre toda la isla en el Cuaternario y todavía ocupan
las mayores alturas. Alimentando la calota del N, las lenguas glaciarias de la
cadena meridional dividían el macizo montañoso explotando las líneas de menor
resistencia de la estructura, así como aún se pude observar sobrevolando la
Cordillra de Darwin, hoy día aun muy cubierta de hielo. Dos grandes
depresiones, en el presente ocupadas por las aguas, están orientadas de O a E;
en la primera se alarga sobre 100 km, al N de la cadena central, el lago
Fagnano; y la otra, al S, forma el canal de Beagle, de una longitud de 180 km.
Ests dos depresiones corresponden a los dos antiguos emisarios principales del
“inlandsis” fueguino en sector oriental. Se puede unir el eje Valle
Carbajal-Tierra Mayor- Río Larsiparsahj, valle glaciario hoy día fracconado,
que confluye en Harberton, con el canal de Beagle.
El modelado, de una asombrosa frescura, permite, desde un
primer momento, fáciles reconstituciones que sería necesario probar. El canl de
Beagle, que une el Atlántico con el Pacífico, constituye el elemento más
notable. De un ancho de 4 a 6 k,, se
extiende entre dos orillas verticales cortadas por algunas bahías profundas
–como la de Ushuaia- abierta por la confluencia de antiguos glaciares
laterales. En Chile, por lo demás, los glaciares de la cordillera de Darwin aun
alcanzan el mar, abandonando iceberg en el canal. El perfil transversal es de
una U perfecta, los sondeos lo han confirmado. La barranca de rocas pulidas o
estriadas está dominada por un pequeño escalón cubierto por detritos
constituidos por materiales moreníticos alterados y movidos. Por encimas se
levantan las altas vertientes, cortadas a los 100-150 m, por 3 o 4 potentes
escalones de morenas laterales todavía
intactas. L entrada oriental del canal está obstaculizada por altos fondos e islas donde los depósitos
fluvio-.glaciares inclinados hacia el E se apoyan sobre rocas perfectamente
pulidas (nunatak de la isla Snipe por ejemplo). La reconstrucción parece fácil:
la primera fase glaciar, la más poderosa, ha alcanzado el arco formado por las
islas Lennox-Nueva-Bahía Slogget (Glaciar de Lennox de Caldenius). Quedan hoy
estas islas correspondientes al vallum morenitico recortado en tres secciones
por las descargas fluvio-glaciares, y la alta vertiente con morenas
suspendidas. En la segunda fase, después de una interglaciar árido testimoniado
por los depósitos salobres de la isla de Gable, el emisario de la calota de
Darwin no pasa Harberton. Corta a favor del reflujo el lecho actual del canal,
inundado después por la transgresión marina postglaciar. El canal de
escurrimiento (el actual Paso Mac Kinlay), rechazado hacia la vertiente 5 (isla
de Navarino) pro la confluencia del glaciar de Larsiparsahj, permite hoy el
acceso al canal a pesar de la gran masa
de depósitos glaciares y fluvio-glaciares que forman un verdadero tapón a la
altura de la isla Gable. Sin duda con esta historia en dos episodios debe
relacionarse también el corte en dos secciones de los valles Carbajal-Tierra Mayor. El ahuecamiento axial
que divide al macizo en dos cadenas data, según parece, de la primera gran fase
glaciar. La segunda glaciación no tenía el volumen de la primera, sobre todo
río abajo, donde las altitudes generales disminuyen; de allí, un dispositivo en
dos secciones escalonadas de ambos lados
del cierre (verrou) de Tierra Mayor. La parte inferior se inscribe
profundamente en el antiguo valle, donde se une la extremidad d ela lengua
glaciaria de Gable. Río arriba se producía una excepcional concentración de
hielo, en el pie de las altas cadenas, en una verdera cuenca de acumulación
rodeada de amplios circos. Desde allí los hielos se escurrían simultáneamente
hacia el glaciar inferior (de Larsiparsahj) por arriba del verrou y hacia el
glaciar paralelo de Beagle, al S, por el umbral de Olivia. En el momento de la
retirada de los hielos, los dos elementos jugaban su papel separadamente sobre
ese umbral; así el verrou mantiene río arriba espesos depósitos abandonados
durante la retirada de la lengua glaciaria más importante, la de Carbajal. La
evacuación de las aguas de deshielos de tipo fluvio-glaciar puso en evidencia
el umbral lateral menos obstruido; dando nacimiento al potente torrente Olivia,
que desemboca en el mar a algunos kilómetros de Ushuaia. Es allí donde se sitúa
hoy el eje de penetración hacia el interior, mientras que el verrou de Tierra
Mayor está franqueado solamente por un pequeño arroyo que forma el río Larsiparsahj.
Se podría evocar una historia del mismo tipo en la génesis
del lago Fagnano. El valle glaciar primitivo, orientado de O a E se lo ha
encontrado cortado en dos trozos después de la segunda glaciación y de los
procesos fluvio-glaciares que la acompañaban. Oa parte superior, cavada muy
profundamente, ha sido recubierta directamente por la transgresión marina
postglaciar, lo que ha determinado la Bahía del Almirantazgo; la parte
inferior, aislada a pesar de su profundidad, por el umbral de Azopardo, que la
separa de la cuenca superior primitiva, ha sido llenada por las aguas de fusión
de un enorme bloque de hielo. El lago así originado, a 252 m de altura, tiene
su salida hacia el W por inversión del antiguo drenaje a través del umbral de
Azopardo. Al E, donde el vallum morénico está perfectamente conservado, no se
presentaba ninguna salida. Sin duda se ha producido un ligero movimiento
bascular levantgando la parte oriental después de la retirada de los hielos. Se
observan en efecto, depósitos lacustres sobreelevados y basculados cerca de la
ruta 3.
Estos son solamente los elementos más característicos de una
evolución geomorfológica ligada al extraordinario desarrollo de los fenómenos
glaciarios en la parte meridional de la isla. De estos procesos, el
ahuecamiento de la masa montañosa y la multiplicación de los umbrales rebajados
son, desde el punto de vista de las facilidades de acceso y la circulación, las
felices consecuencias. Pero los más recientes episodios climáticos,
postglaciares y actuales, marcan también el paisaje. Son la base de una
diferenciación muy cklara de las posibilidades de instalación humana entre l
llanura del N y la montaña del S.
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