El nombre estaba ligado a un
hermosa canción: Mediterrano de Joan Manuel Serrat (“de Algeciras a Estambul”).
Pero de pronto se comenzó a hablar de esa tierra andaluza cuando se señaló que
ese puerto figuraba en un próximo hermanamiento del Municipio de Río Grande. La
razón: su proximidad al enclave británico de Gibraltar, y en nuestro caso la
cercanía espiritual con Malvinas. Inglaterra en el ojo de la tormenta.
Pero el tema vino a despertar
mi recuerdo sobre un documental filmado en España hace once años, al que nunca
consideré relevante desde el punto de vista cinematográfico, pero si
ilustrativo de las globalización en la que inevitablemente nos vemos
embarcados.
Las acciones militares de 1982
podrían haberse extendido hasta la misma Europa, en una conjunción de acciones
entre gente que perteneció a la agrupación Montoneros –guerrilla urbana de
identidad peronista- e integrantes de la Armada Argentina.
Uno.
Desde la red las referencias sobre
esta circunstancia:
La Operación Algeciras u Operación
Gibraltar fue
un frustrado plan militar argentino de tipo comando que se intentó llevar a
cabo de manera encubierta y extraoficial durante la Guerra de las Malvinas en 1982,
en territorio español y británico. Su objetivo táctico
(inconcluso) era sabotear a la Marina Real tratando de hundir con minas submarinas un
navío de guerra británico cualquiera en la base británica de Gibraltar,
e impedir su marcha hacia las islas Malvinas,
escenario del conflicto bélico. El plan se llevaría a cabo mediante la
actuación de buzos tácticos y la utilización de minas submarinas de origen italiano.
La operación fue aprobada por el almirante Jorge Isaac Anaya,
quien la guardó en secreto a la mayor parte de sus camaradas. Los militares
lograron convencer a dos antiguos miembros de la guerrilla peronista Montoneros que tenían experiencia subacuática, a pesar
de la represión que los militares habían realizado sobre la guerrilla. Uno de
los comandos era Máximo Alfredo Nicoletti, ex buzo táctico y ex guerrillero que
actuaba para el servicio de inteligencia de la Armada. Los planificadores
negarían cualquier implicación de funcionarios de la Argentina.
Desde territorio español, una fuerza de 3 hombres (dos montoneros y un oficial de enlace argentino)
supervisaban el tráfico naval británico alrededor de Gibraltar, preparándose
para atacar un blanco en la oportunidad en que se lo ordenasen, usando hombres
ranas y minas italianas. Esperaban la llegada del HMS Ariadne como primer blanco.
Sin embargo, el plan falló luego de que la inteligencia británica
interceptara y descifrara comunicaciones entre Buenos Aires y la embajada argentina en Madrid e informara al gobierno español, que
arrestó al equipo. El arresto fue realizado por el Ministerio del Interior sin
involucrar al Centro Superior de Información de la Defensa, (CESID), la agencia de
inteligencia española.
Lo que imposibilitó esta operación fue un incidente casi fortuito. El
31 de mayo de 1982 dos detectives españoles detuvieron en Málaga un automóvil alquilado en el viajaban dos
argentinos que se habían hecho sospechosos por los gastos que realizaban. Se
alojaron en un hotel como turistas y se pensó que podían ser narcotraficantes.
Cuando la policía española detuvo a los argentinos, estos trataron de
continuar la operación a cualquier precio. Fue por eso que el capitán de la operación pidió hablar a solas con el comisario,
con quien tuvo la siguiente conversación:
-Soy el capitán Fernández, de la Armada Argentina, y estoy en una
misión secreta. Desde este momento me considero prisionero de guerra y no diré
una palabra más.
-Si tú eres marino argentino, yo soy sobrino del Papa.-le contestó risueño el comisario y
ordenó a la policía que detuviera a los otros dos argentinos
que esperaban en el hotel en el pueblo de San Roque.
Cuando los miembros de la operación fueron capturados se dieron cuenta
de que el trámite de detención se iba a demorar mucho, por lo que les pidieron
a los policías almorzar con ellos. Según relataron los mismos miembros de la
operación - Fue
un almuerzo muy divertido, los policías españoles lamentaban que este hecho
hubiera llegado a sus superiores, y de no haber sido así, los hubiesen dejado
libres. - recuerdan los miembros de la operación.
"Los españoles nos trataron muy bien. -recuerda- vino uno y
nos dijo: Hombre,
si yo hubiera sabido que ibais a hundir un barco inglés os dejaba. Después de
todo, el Peñón de Gibraltar también es territorio usurpado por Inglaterra."
Después del almuerzo, el capitán y los ex guerrilleros miembros de esta
operación fueron transportados a Málaga.
Leopoldo Calvo-Sotelo, el presidente del
gobierno español, que se encontraba en la zona en plena gira de campaña
electoral, ordenó tapar el incidente y reservó ocho asientos en el vuelo
charter que utilizaba, para que los tres argentinos y los cuatro policías
regresaran a Madrid junto con él. Ya en Madrid los embarcó en un vuelo a Buenos Aires.
Fueron acompañados hasta las islas Canarias por los policías españoles y luego
prosiguieron su viaje solos.
Las razones por la cual esta operación no pudo ser llevada a cabo son
muchas, se dice que si el grupo hubiese sido provisto de un mapa militar en
lugar de un mapa turístico, hubieran llevado pasaportes falsificados de buena
calidad (no como los que llevaron, que ya generaron sospechas en Francia,
primer destino de los miembros de la operación), y hubiera utilizado tarjetas
de crédito en lugar de dinero en efectivo, la historia hubiera tenido otro
desenlace.
Por otra parte, las operaciones de este calibre las suele planificar un
grupo especializado, en el cual uno hace las tareas referidas al reconocimiento
y otro ejecuta la operación.
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