“Si conseguimos que los niños quieran y necesiten la lectura, todo lo que les falta lo irá a buscar por sí mismos. Desear leer significa desear conocer y eso es lo que más está faltando en la educación de hoy”, señaló el pedagogo para luego a exponerse a un interrogatorio periodístico:
-Usted cuestionaba el modo en el que se enseña a leer en las escuelas. ¿Por qué?
-La escuela se equivoca. No podemos enseñar un lenguaje sólo para evaluarlos. Los lenguajes son medios para comunicar y si falta la comunicación, el lenguaje no tiene sentido. Un niño recién nacido después de meses empieza a hablar porque lo desea, porque viven dentro de un mundo de palabras y esas condiciones se deberían repetir dentro de la escuela para favorecer el aprendizaje. Debe ser un mundo rico de libros, rico de cuentos, de lecturas hechas de parte de los adultos a los niños que construyan un deseo en los niños. Si sacamos el aspecto emotivo, los aprendizajes siempre serán débiles y provisorios.
Explica su posición, didáctico y con frases cortas, el también dibujante que alguna vez definió al gobernador santafesino Hermes Binner “como un lujo de gobernante” “En Italia tenemos un 30% de analfabetos funcionales, que aprendieron a leer y a escribir, pero que jamás utilizan ese saber porque no lo necesitan”, agrega con preocupación.
-Antes, en la escuela solía enseñarse a recitar poesías de memoria. En la actualidad, en cambio, el aprendizaje de memoria pareciera ostentar mala prensa. ¿Cuál es su perspectiva?
-A mí no me molesta que la escuela proponga enseñar determinadas cosas “de memoria”. Es como si formara un archivo de las cosas que más entusiasman a los chicos. Pero ese saber tiene que tener un sentido, no debe ser una obligación o un deber sólo para pasar un examen. Debería ser un regalo que se hace a los chicos para que puedan llevarlo consigo durante toda su vida. En ese sentido la memoria tiene un valor, es una parte de nuestra mente e inteligencia.
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