El obispo White Stirling relata su contacto con los alacalufes: "Íbamos en busca del viento, pero de inmediato alteramos nuestro curso y nos llegamos hasta el grupo de la canoa".



Corría el mes de marzo de 1876.


Viajando en el “Allen Gardiner” desde Ushuaia hasta Punta Arenas, encontramos nativos todos los días hasta que llegamos al Paso Brecknochk. Debo decir que dejamos Ushuaia el 20 de marzo y atravesamos el Brecknock el 27.

Nuestro viaje fue hecho lentamente y tratamos de anclar todas las noches. El domingo 26 permanecimos tranquilamente en una caleta, donde con marea baja, el “Allen Gardiner” reposó sobre un fondo arenoso. El arreglo para esto fue hecho el sábado a la noche, después de un día húmedo y molesto, durante el cuel habíamos llegado al extremo y soportado continuamente las ráfagas del huracán que rugía sobre nosotros desde las montañas. El refugio de la caleta donde estuvo el “Allen Gardiner” era muy agradable y nuestro Día del Señor pasó pacíficamente, iluminado por los servicios de nuestra iglesia.

El lunes temprano el capitán nos puso de nuevo en navegación y pronto entramos al paso Brecknock. Los botes del “Beagle” pasaron a través de los canales por los que el “Allen Gardiner” hacía su viaje desde Ushuaia a Punta Arenas. Posiblemente, con esa excepción, nuestro pequeño velero misionero ha sido el primero en usarlos. Pero cuando llegamos al Paso Brecknock, estábamos cerca del mar abierto y de islas frecuentadas a veces por loberos. Habíamos oído de una reciente colisión de una nave americana con los indios y, como había habido pérdida de vidas, esperábamos alguna hostilidad. Hasta entonces, los indios nos habían buscado y se habían puesto a la par, mostrando placer por nuestra presencia; su conducta había sido perfecta. Muchos de ellos habían visitado Ushuaia y todos habían oído del lugar, de Mr. Bridges y Mr. Lawrence, que estaba a bordo, y de otros amigos de su gente. Ofrecían pieles de lobo en venta y aceptaban dinero, con total confianza de que al volver a visitar la Misión, o por medio de amigos, obtendrían su valor en bizcochos, ropas u otros artículos para su uso. Invariablemente decía “Gracias” al recibir cualquier cosa, aun por el pago de pieles, lanzas o flechas.

Tuvimos una gran satisfacción con su conducta y vimos con mucha satisfacción la extraordinaria influencia de la Misión.

Durante unas 120 millas, la corriente de sentimientos amistosos y de confianza se veía muy vivamente. Hasta entonces, también hablaban el mismo idioma. Yo había observado cuidadosamente el límite donde no sólo podíamos encontrar el yagán, sino también otro idioma. Esto ocurrió en el Paso Brechnock y excitó grandemente nuestro interés. A una gran distancia, el capitán, mirando a través de los binoculares, descubrió una canoa cerca de la costa, a sotavento del “Allen Gardiner”. Íbamos en busca del viento, pero de inmediato alteramos nuestro curso y nos llegamos hasta el grupo de la canoa. Remaron con fuerza para alejarse, manteniéndose cerca de la costa, evidentemente esperando que, antes de llegar nosotros, pudieron dar vuelta a cierta punta de tierra y encontrar un escondite en una caleta cercana.

El obispo Obispo Waite H. Stirling, escribirá:

Al principio, estábamos tan lejos que sólo podíamos ver sus movimientos con poca claridad y cuando, de repente, se encendió un fuego en la costa y se levantó una señal de humo, nos imaginamos que el grupo de la canoa había desembarcado y estaba invitando nuestra presencia. Sin embargo, una búsqueda decidida, por medio de los anteojos para campo (que son un admirable regalo al “Allen Gardiner” por los hijos de Mr. John Fair) reveló que la canoa seguía retirándose, presionando hacia adelante con los mayores esfuerzos por parte de los brazos masculinos y femeninos. Era evidente que uno de los indios había dejado la cano y nadado hasta la costa para encender el fuego, con la intentención de desviarlos y retrasarlos. La cacería se tornó excitante, ya que el “Allen Gardiner” contaba con una brisa que lo empujaba, y los indios estaban remando como si les fuera la vida en ello. Al final, la entrada de la caleta fue alcanzada por la canoa, justamente cuando llegamos al alcance de los nativos con nuestras voces. Hubiera sido riesgoso ir más cerca con el “Allen Gardiner” sin una investigación previa, de modo que nos contentamos con acercar el velero y gritar a los nativos que no se asustaran, sino que se acercaran a la nave. Sin embargo, fue en vano y después de un infructuoso retraso, retomamos el viento favorable. En unos tres cuartos de hora o algo así, la canoa en cuestión fue vista saliendo al canal y, a la entrada de la caleta, observamos una segunda. Pensando que los nativos ahora podrían tener valor como para comunicarse con nosotros, volvimos a retroceder para tener eventualmente una conferencia. De ninguna manera, los visitantes tenían confianza en nuestra buena disposición y, sin embargo, habían quitado de su asta todas las puntas de lanza y sostenían pieles a la distancia, como para indicar sus propósitos pacíficos. Cuando llegamos a su lado, dando salida a sus sentimientos, lastimados por su experiencia anterior, gritaron con excitación: “¡Hombres blancos malos, tacaños! ¡Hombres blancos malos, tacaños!” No nos indignamos con ellos, pero sí con algunos que los habían impresionado tan lamentablemente con en cuanto al carácter de presuntos cristianos.

Habíamos llegado al límite del idioma. La canoa contenía representantes de dos tribus y dos idiomas. Los hombres se habían aventurado y consentir en tener comunicación con el velero, persuadidos por un muchachito, que los convenció con labios muy fervientes. Había oído de Ushuaia, pues algunos amigos habían estado allí. El “Allen Gardiner” era para él una señal de paz y buena voluntad.

Desde este punto hasta Punta Arenas no vimos indios, aunque un marinero de a bordo, que había estado cazando lobos en estas regiones 18 meses antes, nos señaló bahías que entonces estaban “llenas de indios”.

Tengo en mente la impresión de que, cerca del Estrecho de Magallanes y en zonas visitadas por loberos, los nativos de Tierra del Fuego son maltratados. Esta impresión fue confirmada cuando lo oí de boca del gobernador en Punta Arenas. Si es así, es simple la explicación sobre su no aparición entre el Paso Brecknock y Punta Arenas.


En su conjunto, el viaje a través de los canales de Tierra del Fuego fue muy agradable y muy interesante. Los glaciares eran soberbios y el panorama grandioso, mientras que la presencia de los indios durante nuestras primeras semanas de viaje aumentó grandemente nuestra alegría y satisfacción. 

Ilustramos esta referencia con una fotografía muy posterior a estos hechos, donde los alacalufes ya comenzaban a llamarse kaweskar. Por años no hubo interés del lado argentino sobre su existencia argumentando que eran indios chilenos, por el contrario desde el vecino país siempre había interés por estudiar etnias que fueron investigadas cuando ya solo habitaban en territorio argentino. La isla se mostraba sesgada por el limite internacional.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Según el obispo anglicano Waite Hockin Stirling (1829-1923), en el Paso Brecknock - situado al sudoeste de la Isla Grande (Chile) -, se encontraba el límite entre dos idiomas: el yagan y el alacaluf. Allí parecían convivir ambas lenguas. Distintos signos lingüísticos en un mismo paraje fueguino. Pero, ¿Cuál era el límite territorial entre una etnia y otra en esa zona tan apartada de la Isla Grande? Quizás, la soledad extrema que domina esa parte del archipiélago, además de su característica geográfica y limitado acceso por tierra, dificultaron la tarea de establecer con precisión la frontera entre yámanas y alacalufes. Cabe recordar, que tanto unos como otros eran antes que nada canoeros. Se movilizaban constantemente en sus canoas por los innumerables canales y caletas que integran el islario.

El libro “La vida materia y social de los yámana” de los autores Luis Abel Orquera y Ernesto Luis Piana, en uno de sus apartados - Capitulo II Identificación étnica, Punto 2 Territorio: Límite Occidental -, procura avanzar en esta cuestión. Para ello, los autores reunieron anotaciones tomadas por navegantes, estudiosos y misioneros que recorrieron aquella zona de la Tierra del Fuego. Así, puede leerse lo siguiente:

“En cuanto a la extensión del territorio yámana hacia el oeste, también Stirling (1), Spegazzini (2), Skottsberg (3) y Gusinde (4, 5), fijaron la frontera con los alacalufes en el Paso Brecknock.

Willis (6) precisó que la convivencia étnica y lingüística que Stirling había observado ocurrió en realidad en la Isla London; pocos años después encontró en el Paso Brecknock una canoa que transportaba juntos yámanas y alacalufes (7). Hyades y Deniker (8) ubicaron la frontera en la Isla Basket, al sur de la Península Brecknock y a poca distancia del paso del mismo nombre.

Otros autores, en cambio, indicaron o dejaron entrever que también en esa dirección el territorio de los Yámana se habría extendido algo menos. Ante todo, se debe recordar que Fitz Roy clasificó dos indígenas – a los que dio los nombres Fuegia Basket y York Minster – como alacalufes (9, 10), habiendo sido capturados:

- La primera (Fuegia Basket) en la Isla Basket, al sudeste del Paso Brecknock (11). Fitz Roy reencontró al grupo al que pertenecía esa niña más al este, en algún lugar de la costa norte del Canal Ballenera (...); según Martial (12), ese sitio (de la costa norte del Canal Ballenera donde Fitz Roy encontró al grupo al que pertenecía Fuegia Basket) fue la Isla Quemada.

- El segundo (York Minster) junto con otro indígena que fue llamado Boat Memory, cerca del seno Navidad (al sudoeste de la Isla Hoste).

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Anónimo dijo...

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Otras afirmaciones de Thomas Bridges (...) consideradas aisladamente, pueden significar poco, pero su reiteración parece significativa:

- Un indígena de la Isla Stewart entendía el idioma yámana pero estaba más familiarizado con el alacaluf (13).
- En la Isla London halló una familia alacaluf (14).
- Un indígena de la Isla Stewart era más alacaluf que yámana (15).
- Aborígenes de las Islas Stewart y Quemada (en el canal Ballenera) hablaban alacaluf (16).

Es indiscutible, por lo tanto, que hacia el sur y sudeste del paso Brecknock había presencia frecuente – y, al parecer, bastante continua- de alacalufes. De ser así, a fines del siglo XIX el territorio de los Yámana no habría alcanzado hasta la península Brecknock, menos aún hasta el paso de ese nombre” (Orquera, Luis Abel; Piana, Ernesto Luis: “La vida materia y social de los yámana”, Instituto Fueguino de Investigaciones Científicas, EUDEBA, 1º Edición, Buenos Aires, 1999).

Podemos plantear que, de acuerdo a los datos compilados por los autores, los sitios geográficos que sugieren convivencia alacaluf y yámana son los siguientes (ubicados de Este a Oeste): la Isla Stewart (Thomas Bridges), la Isla Basket (Hyades y Deniker), la Isla London (Willis) y el Paso Brecknock (Willis). Una lectura posible que podríamos realizar, es que toda esta área pudo ser de superposición geográfica de ambos pueblos, y esto vendría a confirmar la convivencia de idiomas de la cual hablaba Stirling en el Paso Brecknock.

La Isla London, junto a otras islas menores como la Isla Sydney y la Isla Astrea, integra las llamadas Islas Camden. Las tres, conforman el límite sur del Paso Brecknock. El límite norte de este paso lo integran la Península Brecknock y la Isla Aguirre (17).

La Isla Stewart es de relieve montañoso y costa muy recortada, de forma algo similar a la Isla de los Estados; su punto más alto es el Pico Stewart (871 metros), ubicado casi en el centro de la isla. También se destacan el Cerro Puntiagudo (680 metros) y el Cerro Doble Pico (645 metros) al oeste (18).

La Isla Basket, por último, tiene un cerro de 580 metros en su lado sur. Recibió este nombre en recuerdo de la nativa Fuegia Basket, quien fuera llevada a Inglaterra por Robert Fitz Roy durante sus viajes de exploración.

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Anónimo dijo...

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Referencias

(1) SAMM South American Missionary Magazine, 1876: 199-200.
(2) Spegazzini, Carlos: “Costumbres de los habitantes de la Tierra del Fuego”, Anales de la Sociedad Científica Argentina XIV, Buenos Aires, 1882.
(3) Skotsberg, Carl: “Observationes on the natives of the Patagonian Channel region”. American Anthropologist XV (4),1913.
(4) Gusinde, Martín: “Die Feuerland-Indianer. Tomo I: Die Selknam”. Las citas están tomadas de la traducción al castellano: CAEA, dos vols., Buenos Aires, 1982.
(5) Gusinde, Martín: “Die Feuerland-Indianer. Tomo II: Die Yamana”. Las citas están tomadas de la traducción al castellano: CAEA, tres vols., Buenos Aires, 1982
(6) SAMM South American Missionary Magazine, 1876: 223.
(7) SAMM South American Missionary Magazine, 1882: 228.
(8) Hyades, Paul Daniel; Deniker, J: “Anthropologie et Ethnographie. En Mission Scientifique du Cap Horn (1882-1883) vol. VII”, ed. Oficial, París, 1891).
(9) Fitz Roy, Robert: “Appendix to the second Volumen”. En Narrative of the surveying voyages of His Majesty's ships Andventure and Beagle between the years 1826 and 1836. Henry Colburn, Londres, 1839.
(10) Fitz Roy, Robert: “Proceedings of the second expedition (1831-1836) under the command of captain Robert Fitz Roy (R.N.)”. En Narrative of the surveying voyages of His Majesty's ships Andventure and Beagle between the years 1826 and 1836. Henry Colburn, Vol. II, Londres, 1839.
(11) Fitz Roy, Robert: “Proceedings of the first expedition (1831-1836) under the command of captain P. Parker King, R.N., F.R.S. (R.N.)”. En Narrative of the surveying voyages of His Majesty's ships Andventure and Beagle between the years 1826 and 1836. Henry Colburn, Vol. II, Londres, 1839.
(12) Martial, Louis Ferdinand: “Histoire du voyage”. En Mission Scientifique du Cap Horn (1882-1883), vol I, edición oficial, París 1888.
(13) SAMM South American Missionary Magazine, 1879: 236.
(14) SAMM South American Missionary Magazine, 1883: 138.
(15) SAMM South American Missionary Magazine, 1883: 150.
(16) Diario Personal, 16 y 17 de febrero de 1883.
(17) Tal vez debido a un error de impresión, en el mapa de la página 80 del libro “La vida material y social de los yámana” se ubica al Paso Brecknock al Oeste de la Península Brecknock, entre dicha península y las Islas Magill, siendo su real ubicación la antes señalada.
(18) JLM Mapas Nº 19. Tierra del Fuego, Cabo Froward; Mattassi Mapas & Náutico, JLM Cartográfica LTDA., Chile,1998.

Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.).-