El comandante de
Se comprende, sin dificultad, que este estado de la administración colonial no era propio para realzar su prestigio. El comandante Pinedo no dejó de enviar, inmediatamente, al comandante inglés, dos oficiales portadores de sus cumplidos y sus ofrecimientos de servicios. El comandante Onslow, muy correcto, agradeció, anunciando que consideraba un deber la retribución, sin tardanza, de la cortesía. Subió, en efecto, el mismo día, a bordo de
Es inútil pintar la impresión de los oficiales argentinos; no insistimos sobre una situación vuelta más penosa todavía por la triste labor en que la llegada de los ingleses los había sorprendido. A las inútiles protestas de Pinedo, (“atentado inaudito, en plena paz, naciones amigas, etc.”), Onslow, cortés –frío y pulido como un hielo- se limitó a responder, yéndose, que tendría el honor de transmitir sus instrucciones por escrito al día siguiente. El comandante Pinedo recibió, en efecto, la nota que sigue:
“A bordo de
Berkley Sound, 2 de enero de 1833
Debo informaros que he recibido órdenes de S.E. el Comandante en Jefe de las fuerzas navales de S.M.B., fondeadas en América del Sur, para hacer efectivo el derecho de soberanía de S.M.B. sobre las islas Falkland. Siendo mi intención izar mañana el pabellón de
J. F. Onslow
A.S.E. el Comandante de las fuerzas de Buenos Aires en Puerto Luis, Berkeley Sound”.
Tras la usurpación, el comandante de
La desproporción de las fuerzas era tal, que toda resistencia seria, pudiendo costar la vida a un solo hombre, hubiese sido una locura, acaso culpable.. La bandera argentina, que Pinedo rehusó tocar, fue remitida a bordo de
Desde Buenos Aires se denuncia inmediatamente la usurpación inglesa
En Buenos Aires, la emoción fue profunda y duradera. El mismo día de la llegada de
Siguen las protestas del gobierno ante la usurpación
Algunos días después, el doctor Maza depositaba una protesta en forma en manos de dicho encargado de Negocios (Phillip Gore) y luego se ocupaba en redactar las instrucciones destinadas al ministro plenipotenciario en Londres, don Manuel Moreno, encargado de llevar las reclamaciones del gobierno argentino ante el de
Manuel Moreno presenta una protesta en Londres el 17 de junio de 1833
Antes de tres meses, en efecto, Moreno se había posesionado del asunto, como diplomático y abogado, es decir, sin crítica muy aguda ni conocimiento directo de la historia. Gracias a la correspondencia oficial española y a los State Papers publicados en 1771 y recurriendo para los descubrimientos marítimos al excelente resumen de De Broses y a una noticia de Bougainville, y también, naturalmente, de los tratados clásicos de Batel, Günther, De Martens, etc. para la “doctrina” y la enérgica terminología jurídicolatina, el enviado de las Provincias Unidas pudo, el 17 de junio de 1833, depositar en el Foreign Office, en manos del Subsecretario de Estado –que la remitió a lord Palmerston- la protesta de su gobierno bajo la forma de una exposición muy nutrida de hechos recientes, como también de razones histórica que los hacían condenables en su forma, y en el fondo, nulos e innocuos.
En la imagen: Malvinas, unida desde el pie.
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