Fue un día de
mayo de 1977 cuando me inicié en esto
que con el tiempo se llamaría la Historia Oral.
Fue cosa de
encontrarme con vecinos y que estos accedieran a conversar sobre su vida.
Con los años
esta tarea se volvió cotidiana, y desde un tiempo –cuando ya hemos sumado unas
4000 horas de grabación- nos dedicamos a ordenar el material, digitalizarlo, y
en alguna medida analizarlo.
Diremos que
nuestros informantes recuerdan situaciones que podemos clasificar en tres
órdenes: público, privado y político.
Una entrevistas
clásica nos ha enfrentado a alguien que recuerda su viaje de venida a este
lugar –ya estamos hablando de un hecho público- el medio de transporte, lo que
le costó, la apariencia del pueblo, el lugar donde fue a vivir, lo que le
costaba pagar su pensión, el primer trabajo, las condiciones laborales, la
remuneración, lo que pudo comprarse con su primer sueldo.. y esto sigue.
En lo político
están las apreciaciones sobre la forma de gobierno en un tiempo determinado,
quedándonos en el caso del este recién venido puede estar relacionado con un
trámite inicial de cambio de domicilio, de anotarse para tener vivienda, del
conocimiento de ciertos funcionarios que prometieron agilizarle el trámite, de
como este se concretó en parte porque le dieron el terreno, y después tuvo que
deambular para conseguir que se lo rellenen –estaba semi hundido- de los
impuestos que le quisieron cobrar, de cómo se unieron con los vecinos
inspirados por otra autoridad, para hacer fuertes sus reclamos, y esta historia
sigue.., porque esa necesidad de ayuda de lo político pudo transformarse en una
posibilidad activa para nuestro entrevistado que en su momento pudo ser
candidato, ¡y algo más!
Y en lo privado
aparece de pronto el llamado a parientes para afrontar la aventura de vivir en
este lugar, la vida en común mientras cada uno se independiza, la formación de
la pareja –y en muchos casos el matrimonio- la llegada de los hijos. Las
demandas familiares y las posibilidades para resolverlos. Pero aquí –en esta
área de los recuerdos- es donde aparecen las circunstancias que en esta mañana
quiero presentar:
1.- Con suma
frecuencia cuesta obtener información sobre parientes directos.
2.- Es frecuente
que si uno indaga por los hermanos, alguien los contestara: allí están, va a
entrevistarme a mí o a ellos, de ese tema mejor no hablar.
3.- De pronto
dejan en evidencia que alguien que te trajo te quiso usar, y que no terminabas
nunca de pagarles el pasaje recibido, y la estadía compartida.
4.- Que por el
contrario alguien diga de ese pariente cercano que fue un desagradecido, porque
recibió todo cuando no tenía nada y luego cunado mejoró su situación “se olvidó
de los pobres”.
5.- En no pocas
situaciones se hace referencia a la mala influencia de terceros, siendo en este
capítulo la figura más vapuleada la de cuñados y cuñadas, lo que no está
expresado técnicamente sino en tonos enfáticos, por ejemplo “Esa negra con la
que se fue a vivir”, “El coso eso que la maltrató toda la vida, pero parece que
a ella le gusta”.
6.- Hay
definiciones que ponen en evidencia la debilidad de ciertas instituciones: Se
olvidó que tiene una ahijada.
7.- Los ejes de
la ruptura cuando la familia es de vieja data se manifiestan cuando mueren los
padres. El conflicto sobre quien se hace cargo del viejo en las apremiantes
circunstancias de su ancianidad.
8.- Como
contracara el repudio hacia los ancianos que parecen haberse olvidado de que
tienen otros hijos, y que todo le dan para algunos mientras que a los otros se
los ignora o se los tiene sólo para requerirle actitudes caprichosas.
9.- La demanda
de bienes en caso de herencia es otro factor que siempre odios en las familias.
A dónde fueron a parar los bienes personales. Que destino se da a los bienes
inmobiliarios. En algunos casos cuando hay mucho por repartir se consigue que
todos reciban algo. En otros, cuando hay poco, cada uno quiere una parte y
entonces aparece eso de que alguno va a quedar en la calle si se vende la
propiedad paterna, y otros que ya tienen lo suyo reclaman sin medir las
consecuencias del caso. También se denuncia –en eso se transformó el reportaje-
que el que más tiene es el que parece querer más de lo poco que tenían los
viejos.
10.- También
aparecen distanciamientos cuando alguno de los hermanos llega a encumbarse
socialmente, por razones de estudio, ganancias materiales, o prestigio
político.
Bueno, dejémoslo
aquí, como si este fuera un decálogo esencial de los disensos familiares.
Además de este
capítulo de mis indagaciones en materia de Historia Oral, con las flaquezas para
saberlo todo en materia de vida privada; me he dedicado a examinar expedientes
de la justicia. Allí se dibujan hechos delictivos y criminales donde también el
escenario familiar adquiere gran protagonismo. A pesar de las situaciones
componedoras de entuertos que ha tenido en su momento una institución como era
el Juez de Paz.
En algún momento
me sentí tentado a indagar cuando alguien manifestaba sus diferencias entre
parientes, pero luego me di cuenta que debía eludirlos, puesto que se avanzaba
sobre un terreno subjetivo del cual era difícil volver para encarar otras relaciones
de interés común.
No puedo dejar de recordar, como un hecho que reflejaba distanciamientos familiares, el pedido que se hacía a nivel radial del tema musical: Caballero del ensueño, con decicatorias concretas de un primo pobre a un primo rico. Donde se incriminaba al que eriquecido se olvidó de la familia.
Les cuento para
esto que en la gran mayoría de los casos mis entrevistados han sido personas
mayores de sesenta años, edad en la que ahora e ingresado. Que en su momento yo
era un pibe de treinta y que no tenía postura para entrometerme en problemas de
mayores. Pero que veía como una conversación interesante se interrumpía cuando
aparecían cuestiones de familia, donde resultaba terrible un personaje cercano:
“Que se llevó algo de la casa y no lo devolvió más”.
Y para el caso
ni que contar cuando alguien salió de garante de otro, con situaciones donde se
animan a decir: “Nos estafó”. Porque después uno pudo entrevistar al otro, y de
este tema no se acuerda, y cuando se habla de ese garante se lo tiene de menos,
o por el contrario se afirma: “Como me quiere me tío, ha sido un padre para mí –y mirando
a la señora que asiste a la entrevista- ¡tenemos que ir a verlo vieja”.
Ese odio entre
parientes existe, subyace en la sociedad antigua, y seguramente algo de todo
esto podrá repetirse en la nueva sociedad.
Y ahora con esto
les diré que he cambiado varias veces el título de este posteo, donde creo haberme expresado sobre situaciones que seguramente no han pasado solamente aquí, ni son cosas de ahora, sino tal vez cosas de siempre.
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