USHUAIA 1949.1

 En su primer número de aquel año la revista VEA Y LEA presentaba  trabajo periodístico encarado por el español CLEMENTE CIMORRA, bajo el título UNA NUEVA ARGENTINA NACE EN USHUAIA.

La publicación se daba cuando hacía tres meses, a bordo del Génova, llegaban a la capital de la Gobernación Marítima un amplio continente de inmigrantes italianos integrados a la firma de Carlo Borsari para dar desarrollo a un proyecto de desarrollo que había tomado forma hacía dos años.

Al comenzar se anunciaba en títulos.

*No hay que considerar una fábula esta estupenda aventura fueguina.

*Pobladores de todos los países del mundo.

*Un pueblo levantado en cuarenta días.

*Riquezas inmensas e insospechadas.

*Paisajes maravillosos e inéditos.

*Los que llegaron de Génova sin escalas reconstruyeron sus vidas y construyen una ciudad.

*Tierra de enormes y deslumbrante porvenir.

*América que empieza a poblarse desde su extremo austral.

*El gobernador de Tierra del Fuego, entrevistado por VEA Y LEA.

El fotógrafo de este reportaje será Raúl Carreño y en su primer epígrafe señala: El torrente que producirá la energía se desfleca en espumas entre las rocs que une y perfora la mano tenaz del hombre.

En página enfrentada se puede ver desde el poniente de Ushuaia tres figuras y se leer: Dos lindas muchachas de una de las familias que llegaron de Italia. Su juventud se ha coloreado y embellecido cn el aire puro de la bahía. Son como flores del día-nohe sonriendo al paisaje.

Ushuaia, la “bahía de las aguas mansas” en lengua oborígen, está serena y como encantada en la serenidad difusa de su día interminable. Apenas hay aquí tres hors de noche en este tiempo. La noche con su penumbra cenicienta se resarcirá en la otra estación, en que el día e ha de ir achicando hasta casi desaparecer. Las aguas mansas y clarísimas semejan un espejo bruñido que apenas si tiembla levemente.

Ni los hombres en general ni los pintores de otras latitudes tienen idea de cómo son estos fantásticos colores en el cielo y el agua del paisaje fueguino. No son colores, o no son tonalidades catalogadas.

En estas horas de falso crepúsculo prolongado, el tono azulenco, el amarillento, el rojizo vinoso y el desleído, se dibujan en fajas y en vitas que fijan la ilusión de su sueño en absortas claridades espectrales.

Todavía se oye el ronquido del último avión traído por la mano firme deun piloto naval. Quieto en la espléndida pista de aterrizaje. Junto a ella, el hermoso edificio de la Base blanquea con líneas airosas. La ciudad más austral del mundo no es una factoría en olvido sin realidades ni esperanzas.

Los que pasaron el estrecho desde la Patagonia continental vieron cambiar rotundamente el panorama. Mudarse la aridez parda y monótona en verdor húmedo, montes arbolados y blancura.

La Tierra del Fuego toda la parte argentina, queda al norte, puesto que Ushuaia se encuentra en lo más meridional; Pasando Bahía de San Sebastián y Río Grande, con La Pataia a un lado y al otro Remolino, Puerto Gable, Puerto Harberton, Bahía Aguirre y las de Valentín, Bueno Suceso y Thetis. Al sur, el canal Beagle y Moat y el sistema intrincado y con gran encanto panorámico, el dédalo de los canales fueguinos. Frente a la punta este de la isla, otra pequeña que es a de los Estados, con Puerto Abrigado y Puerto Celular. Leyenda torva la de esta isla, pué allí estuvo el primer presidio. Allí fue la famosa sublevación de los penados que hicieron su real y trágica novela de Jack London y se diezmaron en ataque y matanza.

Y por debajo del canal Moat, las tres isletas Picton, Villanueva y Lennox, que están en litigio, tal vez más por el fuero que por la valía. Aunque los sistemas estratégicos pueden asignar a cualquier pelado islote un valor.

La noche-día se ha derramado calmosa sobre las casas de madera y los intentos de material de la población.

Brillan las luces rojas de la Base y todavía pasa y repasa el pueblo el trajín de los camiones. La actividad obstinada no quiere dormir. En Ushuaia hay fiebre de trabajo y se vive en el afán a cada golpe de esperanza que es cada golpe de martillo.

Próxima entrega: Canción bajo la cresta nevada.





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