Esa esquina que al abrir su puerta echa bocanadas de luz y de humo es el bar más importante El patrón llegó a estas playas con muy escasos cientos de pesos, y hace bien poco; hoy podría vender lo que tiene en más de cien mil. En las tierras nuevas y de comienzos ásperos están los grandes saltos de la fortuna. ¡Si se han hecho fortunas aquí!... Desde los pr9imros tiempos cuando cada poblador llegaba como el lobo solitario que se aventura en el desierto. Desde que llegaron los primeros pobladores del pueblo: los andaluces Isorna y Romero y el inglés Luís Fiker. Y los primeros negociantes. Unos yugoslavos que cayeron traídos por esas olas que lleva por la rosa de lo vientos a los hombres que huyen lejos de sus nidos. A los antípodas, el el bergantín no naufraga y sigue. Los de Ushuaia arribaron casi dejándose en la bruma del olvido y las vicisitudes su patria yugoslava. En los tiempos en que cada negociante del mar llevaba un poco de pirata en el pecho.La lucha tenía el ceño duro en los confines del mundo donde los centros de la justicia diligente estaban lejos. “Bajel pirata llamado por su bravura el temido”, dice el corsario de Espronseda; y las goletas de aquellos pioneros fueguinos fueron también temidas a su modo. Especialmente de los ingleses, vecinos de explotación de factorías, y con el espíritu de Drake, el mejor modelo histórico del corsario oficial. Una vez los de Ushuaia sacaron de la jurisdicción de los británicos un rico cargamento de pieles de lobo marino de dos pelos, los de más subido valor. Un buque inglés los persiguió furioso en intento de caza apasionante. Pero cuando se hayaban a tiro de pistola, ganaron las aguas argentinas. “Son lobos y pieles de los ingleses”, dijo alguien. Y en enseguida le contestaron: “Son lobos y pieles de Tierra del Fuego”. Era entonces tierra de audaces. Los ingleses hacían sin escrúpulos sus incursiones en zona argentina. Y todavía las coas eran favorables para el más arriesgado en la ocasión. Los Beban son de aquellos años heroicos. Se dice que fundieron dos millones de pesos. Si es así, tuvieron que ganarlos en la tierra y en el mar de los corajudos. Mateo Bersálovich entró en el más viejo presidio de guardiacárcel. Ocupó cargos y se afanó en negocios. Pereyra y Rodríguez, otros pioneros. Y Emilio Fernández, veterano y conocedor de las viejas historias. Algunos de ellos, propietarios y esperando ya el fin en el terreno de su brega, pasean recuerdos y su caminar fatigoso de ancianos. El más viejo apenas salte de junto a la estufa. A su alrededor la ciudad y las actividades fueguina han ido creciendo. Y ahora junto a su ancianidad contemplativa, experimenta un repentino y estupendo estirón. De pronto todo se ha puesto en marcha, y oye el trajinar, el proyectar y el construir, como aquel que va en un vehículo a ritmo inalterable, y de repente acelera con fuerza y estrépito la marcha.
Cuando ellos pusieron el pie en el suelo fueguino no había
variado mucho lo conocido por Magallanes, domador del paso de los océanos.
Desde aquel día de Santa Úrsula de 1520 en que se descubrió el estrecho. Desde
que el portugués perdió de vista las islas y la punta del continente, para morir
sin cerrar la parábola. Desde entonces a los tiempos jóvenes del que calienta
los huesos en la estufa, el desierto fueguino había progresado bien poco. Luego,
en la época del presidio, tuvo sólo su siniestra aureola de Isla del Diablo
argentina. El esfuerzo fue levantando vida.
La gente ignoraba que Ushuaia iba reclamando justamente
atención, y de súbito se encuentro con que ofrece un presente afanoso, y un
porvenir de ese signo que distinguió al Nuevo Mundo. Todo ha ido creciendo hasta el actual esfuerzo colonizador. ¿Bajo
qué auspicio se mantuvo una entidad que hubiera languidecido poco menos que
inexistente, en una factoría desolada?
En los epígrafes:
En estas llanuras se
erigirán obras y parques para hermosear lo que hoy es casi sólo soberbia
belleza agreste. Así la soledad y el abandono de antes pasarán a la historia.
A veces el viento
tenaz ha dado forma de ráfaga a los árboles, que crecen desviados pero con la
pujanza de esta tierra bravía.
Uno de los ríos mansos
y como encantados, que reglan la vista y recortan con amor las riberas verdes y
arboladas.
Próxima entrega: EN
EL COMANDO DE LA ÍNSULA.
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