Lleva los nombres de
un abuelo, aquel español que fue primero subcomisario, luego comerciante, y más
tarde ganadero en el norte fueguino.
Y también se llama
Juan, por el Ivan que llegó de la Croacia y en su hijo encontró el germen del trabajo y solidaridad por lo que se lo recuerda en este sur.
Su madre fue la más
bella, Reina del Trabajo, y con el tiempo una infatigable y dinámica peluquera
en el coqueto Río Grande de los sesenta y los setenta.
Alejandro emigró con
una cuota de dolor que el tiempo convirtió en nostalgia. En Córdoba es un
empresario que fabrica productos de limpieza.
Pero si bien la vida
que atraviesa lo muestra en el tiempo de los nietos no se ha contagiado de la
tonada del lugar, y a su modo nos extraña.
Prometió volver, con
las cenizas de la madre y de un hermano, para que encuentren en esta Isla
Grande el descanso que los una a los restantes eslabones de su vida.
Su bella madre, su
hermano.. Ricardo y un recuerdo de me
retrotrae a encuentros en El Roca donde poco hablaba de su labor en el IPV,
pero siempre estaba cargado de preguntas sobre nuestro lugar.
Ayer lo hizo en
compañía de Cano Andrade, ceremonia dura. Íntima cargada de recuerdos..
Un día antes me
encontré con Sulema Lodeiro y le hablé de su presencia entre nosotros, recordó
a la mamá como su peluquera..
El lunes por la
noche en un momento de encuentro generacional sumó su presencia, no lo dejamos
hablar mucho, pero la pasó bien.. cordero a la huaiteca.
Ayer en casa llegó a
compartir un par de horas que fueron pocas. Ya sale rumbo a Punta Arenas la
ciudad de la cual salió un día su padre, para desempeñarse como contador en La
Anónima.
El fin de semana que
pasó estuvo de encuentro con ex alumnos de La Misión, y no alcancé a
preguntarle por eso que no ha tenido mayor eco en la prensa local. Habrá sido como un retiro espiritual con los recuerdos, y si de recuerdos hablamos lo mostramos en otros días, días estudiantiles, junto a Pablo Blanco.
También hablamos del futuro, como una esperanza difusa…
El presente se
tradujo en algunos gestos, en reconocernos en los rostros que nos dio el
tiempo…
Recuerdos de madre y tíos
La reina mona
Alejandro trajo un recorte de un periódico del 30 demarzo de 1950.
En el Año del Libertador ella representaba a la Tierra del Fuego en la elección de la Reina Nacional del Trabajo.
Las hojas parecen haber adelgazado y dejamos en la delicadeza de sus manos, sus manos de hijo, que se fueran desplegando para multiplicar sus imágenes.
Entre todas las protagonista se han elegido diez rostros para la protada, y uno de ellos es la de la representante más austral, esta chica de río Grande que no mucho más tarde conocerá al joven Jorge Mirko, con el que enlazará su vida.
También obtuvimos una foto de todas las candidantas,
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