ENFRENTAMIENTO CONUN DOGO..
Cada vez que llevaba correspondencia a esa casa
pensaba lo mismo: "algún día se va a zafar".
Siempre estuvo atado y adentro del patio con rejas. Pero ni la soga que lo sujetana, ni el enrejado se veían nada seguro. Dab miedo verlo sacudirse de un lado a otro tironenado y ladrando con furia, asomando de vez en en vez su hocido por un surco que él mismo había cabado al ras de la tierras.
"Algún día se va a zafar".
Hoy al
fin ocurrió. Cuando dejé el sobre en el buzón escuché el sonido seco de la soga
cortándose y que súbitamente había dejado de ladrar. Cuando lo miré corrió
hasta un espacio libre que había a un costado del pilar de luz.
Él sabía
muy bien que por ahí podía escapar. Enseguida me posicioné de frente por donde
vendría. Salió y se acercó directamente a atacar. Controlar el cuerpo y la
mente bajo tanta presión es casi imposible. Como la vez pasada con el Pitbull,
atiné a defenderme con lo único que tenía a mano, mi planillero de plástico.
Por
suerte cuando tiró el mordisco pude acertar con el planillero entre sus dientes
y se detuvo. Al morderlo lo sacudió con fuerza arrancándomelo de las manos. Comencé
a gritarle con furia para intentar intimidarlo y cuando retrocedió un paso yo
avancé otro y pude tomar el control.
Finalmente
empezó a tener miedo él, sin dejar de ladrar furioso. Pero ya había retrocedido
y yo recuperado algo de control sobre mí.
Saqué un
fierro de un conteiner para terminar de amedrentarlo y se fue. Esperé cerca de
quince minutos afuera de la casa, golpeando la reja con el fierro hasta que la
dueña se dignó a salir y pude explicarle lo que había pasado, por supuesto que
exasperado y algo nervioso, pero sin insultos de por medio.
Otros
quince minutos después pasaron, frente a esa misma casa, y sin exagerar, un
mínimo de cuatro a seis niños muy pequeños de la mano de sus padres que recién
salían de una escuelita a una cuadra del lugar.
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