EVOCACIONES******* Diciembre 10, de 1886. Nuevo enfrentamiento con onas, esta vez en Cabo Peñas, dos aborígenes mueren.

Ramón Lista, expedicionario argentino, oficial civil al mando de tropa, que viene de causar 27 bajas en San Sebastián dice ya al sur del Río Grande:

El día 10 de diciembre de 1886 en Cabo Peña sorprendimos una toldería   oculta entre los fagus que forma la espesa selva y un rato después una partida de soldados se batió con los onas sobre los arrecifes, tomándose algunos prisioneros.

Quedaron sobre las piedras dos indios onas muertos, verdaderos colosos y dignos hermanos de los tehuelches.

En razón de ello Juan Pereich Slatar escribirá: Por lo consiguiente la exploración relámpago del mayor Lista significó el desaparecimeinto de cuarenta aborígenes de la Tierra del Fuego.

De los Escritos del Padre Entraigas, vinculados a la misma expedición, Leonor María Piñero apuntará que: El 10 hubo un nuevo encuentro con los indios en Cabo Peña. Era una familia de seis hombre, seis mujeres niños y niñas.  Hubo otra batida con onas que Lista relata en “Viaje al país de los Onas”.

El padre Entraigas transcribe el doloroso relato de Polidoro Seguers, el médico de la expedición:

“El Padre Fagnano, capellán de la expedición, y yo nos habíamos hecho cargo de las criaturas abandonadas y mientras seguía el tiroteo no podíamos  menos que protestar indignados contra este acto cruel que sucedía ante nuestros ojos, sin que pudiéramos impedirlo. Como avanzaba la noche, y deseosos de dar sepultura al cadáver, conseguimos del Jefe de la Expedición que lo arrastraran hasta el lugar donde nos encontrábamos: -Era un lindo joven, a lo más de 18 años de edad. Robusto y bien formado..; 28 balas de rémington habían acribillado el cuerpo de este valiente, más la bala de gracia… El perro, fiel compañero de su amo, no había querido abandonarlo y hacía guardia a lado del cadáver.
Al poco rato volvía una expedición de soldados que fuera en persecución de los fugitivos, trayendo 14 individuos de chusma, pues los hombres aunque heridos, se habían escapado”.

Es aquí donde Raúl Entraigas realiza a la vez un análisis desde el punto de vista de su religiosidad: Paulo III (1537) condenaba a quienes sostenían la inferior condición de los indígenas. Y Felipe II (1593) –soberano español- decretaba: Ordenamos y mandamos que sean castigados con mayor rigor los españoles que injuriasen u ofendieren o maltrataren a indios…” Nuestro gobierno –dice Entraigas, biógrafo de Monseñor Fagnano, no creyó necesario decretar leyes de humanidad tras 19 siglos de cristianismo.


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