En la imagen
aparecen Juan Sebastián Lara y su esposa Lila Lelia Ullua, y en la camada de la
Ford los niños Sebastián, Daniel, Fredy, Gustavo, Rosana y Marita. Se agrega –con
una gorra verde- un peón que trabajara con Lara, entonces empresario de la
construcción.
Todos muestran la
alegría de participar de una salida de fin de semana, allá por 1983 o 1984, por
donde se registra la data temporal de la foto.
Tal vez Lara era el
que menos disfrutaba en la salida, puesto que para el andar por el campo
formaba parte de sus tareas de toda la semana; él había llegado por los años
70, encargándose de la construcción de los puestos policiales de Radman, Puente
Justicia –allá en el Ewan-, San Pablo, Laguna Escondida y San Sebastián.
En la foto faltaban
parte de los hijos, tal vez quien sacó la foto, y seguramente el hijo mayor no
estaba presente porque privilegiaba la noche en Barbarella, y al día siguiente
Juan Carlos, que este el mozo de más de 20 años, tenía que componer el cuerpo.
Del hombre de gorra
verde hemos perdido la identidad, era una de las tantas personas que venían del
norte y que trabajando para Lara se incorporaba a otros aspectos de la vida
familiar. Allá en la calle O’Higgins, donde estaba la casa del albañil-constructor-
había en el fondo del patio una casita para alojarlos hasta que quisieran
abrirse a una expectativa mejor. Pero algunos de ellos se incorporaron la
familias, puesto que pasaron de la condición de empleados a la de yernos,
casándose de esta manera dos de las hijas rionegrinas con dos ejemplares chaqueños,
A dónde irían este
domingo: Tal vez no muy lejos, en una estancia donde ya tenían permiso para
ocupar un lugar. Hubiera sido lindo si el fotógrafo, gastando una imagen más
del rollo, nos habría dejado una toma de todo lo que se llevaba en la camada
del vehículo para armar el campamento por un día.
En otros casos la
salida era más abierta, se iba hasta Ushuaia, y se volvía en la jornada.
Viajar en la camada
de un vehículo era común en aquella época, así como en este caso vemos una
familia, en otros un camión llevaba decenas de personas, como es el caso de las
delegaciones deportivas.
Si bien la ley no
permitía esta situaciones de riesgo, las necesidades se imponían, los controles
policiales eran mínimos, y la prudencia de los conductores hizo que en muy
pocos casos ocurrieran accidentes que lamentar.
Apreciamso el lugar donde se lleva la placa trasera de patente, tal vez por que la camioneta en otras circunstancia se arrastraban algún remoque con materiales, situación que no dejaría ver la patente se hubiera estado en su lugar tradicional. Del carro trasero saldría un trapo rojo que indicaba la presencia de algo que podía ser peligroso para los otros conductores. El lugar de la patente trasera había pasado a ser, el lugar del gancho.
Desde lo cotidiano
esto de llevar peones en la camada de la camioneta era una figura común en el
norte fueguino, incluso a los peones de viajaban de esta manera se les asignaba
un nombre:pionetas.
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