El negro nació
en San Juan donde pasó el tiempo de su infancia y su adolescencia. Tiene
recuerdos de familia, muy pocos de su padre, un gendarme al que ve uniformado y
de norme porte, la madre soporte de las necesidades familiares y la escuela
como soporte de la vida social. Cuando le empezó a sombrear el bigote integraba
las Juventudes Católicas, después de una pequeña militancia en el Movimiento
Socialista Revolucionario.
Pero para 1978 pensó
en buscar un poco de libertad para escapar de un medio que todo lo controlaba.
Aquí lo esperaba
el tío, Adolfo Nora, que pronto lo encolumnó en la dinámica económica familiar:
la distribución de vinos.
Como no tenía
carnet de conductor, pero si 18 años fue a la municipalidad a preguntar que
papeles debía llegar para conseguirlo. Allí lo recibió Alberto Pellejero que le
dijo que en mismo momento le realizarían el trámite, Epifanio Rodríguez le sacó
la foto y le entregaron el carnet plastificado.
Partieron tío y
sobrino hacia la capital fueguina cargado de mercadería líquida, que
descargaron en un galponcito que le alquilaron a Vivar.
Tupungato (el
del Tupún Tupún), El plumerillo, eran las dos grandes marcas.., luego se
incorporó viniendo de Colonia Carolla otra de un nombre desafiante El
montonero.
Aquel mismo día
cuando Nora se embarcaba en Los Carlos de regreso a Río Grande, el sobrino le
preguntó si no le podía dejar unos pesos para ir pagando su comida, el hotel; a
lo que Adolfo le contestó: -Te dejé un galpón lleno de vino, que esperás para
salir a ganarte unos pesos.
El negro vivió
un año y medio en Ushuaia, hizo un buen trabajo pero después volvió a Río
Grande.
Encontraba
diferentes a los fueguinos de allá de los fueguinos de acá.
Tenía pensión en
casa de Lastenia Alvarado, la mamá de Pelusa Díaz, donde imperaba un clima de
familiaridad. Gente que sembraba sus experiencias con el lugar, aunque en todos
imperaba esa historia de volver al lugar que había quedado lejos.
Pero ya Pedro
tiene hijos y nietos fueguinos, y con ello clavó su bandera en nuestro Río
Grande.
La historia podría
extenderse hacia el presente pero se va a detener en una foto. La que acompaña
el pórtico de esta entrega. Lo vemos al joven Pedro junto a un camión Sil 6x6,
en días en los cuales le habían alquilado el aserradero a Belbel.
Sería por los
años 1999 y 2000, recuerda (porque después con De la Rúa perdimos todo).
El camión formó
parte de un remate realizado en Vialidad Provincial, en esos días del Mopof. Lo
había comprado Lucho Mansilla, del corralón Buenos Aires, lo tuvieron en el
aserradero, y cuando tuvieron que dejar el negocio volvió a manos de Lucho.
Fue un tiempo de
trabajo y esperanza donde Vedia debía hacer múltiples actividades, a veces
arriba en el monte, otras en la calle Yrigoyen 673, vendiendo madera. Y tenían 22
viejos en el campo- el aserradero se llamaba Isla Grande- a los que había que conseguirle su salario.
Hoy Vedia es un
ejecutivo en la política con múltiples desempeños estratégicos, eso que comenzó
en el cuándo “cuando se enamoró de Alfonsín”. Pero eso es otra historia.
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