Uno
Ocurrió que Gabriel Clementino inauguraba café en Beauvoir y
Elcano, y me pidió imágenes del viejo Río Grande para adornar el recinto.
No debía ser como el Roca donde aparecen personas, debían
ser edificios, construcciones de otro tiempo.
Cumplimos en acercar lo que él pedía.
Cuando abre su segundo café-panadería, en San Martín y
Estrada, se repite la experiencia, en este caso se suma Alfio con imágenes de
naturaleza contemporánea.
Hace unos días tomábamos un café en el primero de sus
comercios y observé como tiempo y el sol han ido volviendo azules las imágenes
que son copias del reflejo de otros días.
Pensé que pronto Gabriel tendrá que hacer nuevos cuadros,
pero a la vez pensé.. y si el viejo Río Grande es azul, si es azul en nuestros
recuerdos y en esa ensoñación esta representación gastada por los años es más
fiel que el blanco y negro que elegimos una vez en las amplilaciones?
Dos
Lindero a la casa de los Canga, allá donde estaba la
Sociedad Chilena, había a principios de los 63, según me parece, un comercio
denominado Córdoba Azul. Había variados artículos del rubro que hoy llamaríamos
regalería, pero yo veía solo uno: un metegol de madera.
Entusiasmé a mis padre con lo que allí había, y junto a mi
madre acudimos una tarde. El metegol estaban envuelto en celofán azul, todo
brillaba de azul y celofán en esa pequeña habitación donde el metegol me
parecía algo enorme. Creo que hablaron del precio pero también de la situación
de la dueña y dependiente como cordobesa. Yo los únicos cordobeses que conocía
era a la familia Arrufat, Miguel –el padre- escribano, profesión de la que no
sabía para que servía, la madre –que era cordobesa de España, donde estaba la
primer Córdoba-, mi amigo José Luís y su hermano Fernando; todo con su
particular sentido para hablar. La dueña del negocio también tenía esa tonada y
en un momento tomo un libro y leyó un poema. Con el tiempo supe que era de
Arturo Capdevilla, y se llamaba “Córdoba azul”.
Salimos rumbo a casa y mi madre dijo: -Habrá que esperar.
No hubo que esperar mucho, me parece, hacía poco que habían terminado
las clases y estábamos cerca de la Navidad.
Fue cosa de despertar el día señalado y encontrar a los pies
de mi cama envuelto en celofán el ensueñado metegol.
Intenté jugar y era complicado hacerlo solo.
Después de almorzar fui a buscar a mi amigo cordobés.., no
estaba, había partido para su provincia y no volvería hasta marzo.
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