EVOCACIONES* El 21 de diciembre de 1866 vuelven de Malvinas los aborígenes fueguinos en el Allen Gardiner.



Era un grupo de nativos que después de una convivencia civilizada en Malvinas tendrían por destino retornar a sus comarcas australes fueguinas, para hacer de cabeza de playa de una posterior campaña de evangelización anglicana.

Durante la partida en el barco misional, el obispo Anderson entregó un libro a cada uno de los viajeros.


La nave había sido acondicionada con una inversión de algo más de 60 libras para servir durante las estadías en Tierra del Fuego como un aula, para ello se construyeron claraboyas y se facilitó la aireación de un recinto.


En la imagen (Díario Clarín) Lugar donde se encuentra la isla Keppel o Vigía a donde fueron los canoeros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

El marino inglés Allen Francis Gardiner (1794-1851), podemos sostener que tuvo un rol clave en el devenir de la historia fueguina que fue escribiéndose desde mediados del siglo 19 en adelante.

En su profesión, Gardiner había alcanzado el puesto de Capitán de la Marina Real Inglesa. Sin embargo, se alejaría de la Armada tras el fallecimiento de su esposa en 1834, consagrando su vida luego a la prédica del Evangelio. Con ésta, su propuesta noble de llevar el Evangelio adonde le fuera posible, Gardiner comenzó a viajar por el mundo. Estuvo en Nueva Guinea, Bolivia, Chile y Argentina, entre otros países. Aquí llegó a la Patagonia, y puso su mirada en el confín del mundo: la Tierra del Fuego.

Tuvo lugar entonces la fundación de la Sociedad Misionera de la Patagonia. Retomo en este punto las palabras del historiador Arnoldo Canclini, quien comentaba en uno de sus libros:

“En 1844, Allen F. Gardiner, capitán retirado de la marina británica, convocó a un grupo de amigos, ministros y laicos anglicanos, con la finalidad de reunir fondos y hacer planes para la evangelización de los indígenas de la Patagonia. De ese mondo, quedó fundada la Patagonian Missionary Society (..)” (*).

“Esta decisión no carecería de antecedentes. En 1831, habían estado en Inglaterra cuatro indígenas fueguinos, uno de los cuáles murió de viruela casi al llegar. Los otros tres quedaron en el recuerdo de todos muy profundamente, pues se hicieron realmente famosos. Se trataba de la niña bautizada como Fuegia Basket, quien se casó con un sujeto llamado York Minster; el último era el jovencito Jimmy Button, preferido del célebre capitán Fitz Roy, que los había llevado a su país, con la esperanza de que así se les pudiera dar los beneficios de la civilización y el cristianismo. Al regresar con ellos, le acompañaba el joven Carlos Darwin, que llegaría a ser el más famoso naturalista del siglo. También iba Ricardo Matthews, que planeaba establecerse como misionero en Tierra del Fuego, junto con aquellos indígenas, en la Bahía de Wulaia, en la Isla Navarino. Ese intento debió ser abandonado a los pocos días por elementales razones de seguridad” (Canclini, Arnoldo: “Tomas Bridges. Los indios del Último Confín”, Zagier & Urruty, Ushuaia, 1998).

Fue así como cuatro años después de la fundación de la Sociedad Misionera de la Patagonia, Allen F. Gardiner se lanzó a su cruzada evangelizadora en el archipiélago fueguino. Junto a cuatro marineros, se embarcó en un bergantín de nombre “Clymene” que, con transporte de carbón, partió desde Inglaterra hacia Perú. Gardiner se proponía encontrar a Jimmy Button en su misma tierra fueguina, tarea que por supuesto resultaba de antemano muy complicada. Desembarcaron en la Caleta Banner (Isla Pictón, Canal Beagle), pero la hostilidad de los fueguinos además de una tormenta los obligaron a reembarcarse y regresar a Inglaterra.

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Anónimo dijo...

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En 1850 habría un segundo intento. Acompañaban esta vez a Gardiner un médico (Richard Williams), un catequista (John Maidmant), un carpintero (Joseph Erwin) y tres pescadores de Cornwall. Todos abordaron el “Ocean Queen”, y tras un largo viaje desembarcaron en la ya conocida Caleta Banner con la intención renovada de encontrar a Jimmy Button. Nuevamente, Gardiner chocó con la imposibilidad de hacer contacto con los nativos, y el grupo inglés se vio obligado a abandonar la Isla Pictón en botes. Tras navegar por un tiempo en aguas del Beagle, encontraron refugio en Puerto Español, lugar donde todos encontrarían la muerte por hambre y frío en 1851. Gardiner sería el último en morir en el mes de septiembre.

Esta tragedia vino a cerrar una etapa en el intento misionero anglicano en la Tierra del Fuego. Lucas Bridges, hijo del principal representante de la Misión Inglesa que años después se establecería en Ushuaia, en su libro “El último confín de la tierra” daba cuenta del plan propuesto por Gardiner:

“Figuraba en el programa trazado por el Capitán Allen Gardiner en sus últimos días, establecer una pequeña colonia en una isla del grupo de las Malvinas y adquirir un barco apropiado para hacer el viaje hacia Tierra del Fuego. Intentaría ponerse en contacto con los fueguinos, si fuese posible con Jummy Button, York Minster y Fuegia Basket, a quienes el Almirante Fitz Roy había llevado a Inglaterra veinte años atrás. Gardiner creía que si lograba ganar la confianza de los indios, ello induciría a los más jóvenes a cruzar hasta las Islas Malvinas. No serían retenidos allí en contra de su voluntad y quedarían en libertad de volver a sus tierras en cuanto así lo desearan. El buen trato recibido en las Malvinas convencería quizá a otros a hacer el viaje, y de esta manera se trabaría una sólida amistad entre los fueguinos y los misioneros de las Malvinas. Gardiner sugería también que los blancos aprendiesen el idioma nativo con toda rapidez, y que tan pronto como fuese prudente, el campamento se estableciese en Tierra del Fuego.

George Packenham Despard (secretario de la Sociedad fundada por Gardiner), no tardó en poner en práctica las ideas de Gardiner. La Isla Keppel, una del grupo norte de las Malvinas, de una superficie aproximada de dos mil hectáreas, fue cedida a la Sociedad. Una elegante goleta de 88 toneladas de registro fue adquirida y bautizada con el nombre de Allen Gardiner. Se designó como capitán a Parker Snow, un vigoroso lobo de mar, a quien se encargó que eligiera la tripulación.

En octubre de 1854, el Allen Gardiner, bien equipado en todo sentido, llevando a bordo una casa desarmable, materiales de construcción, herramientas y gran cantidad de galletas y otros regalos para los indios, zarpó del puerto de Bristol (...).

Tres meses después llegaron a Malvinas. Se estableció un campamento en la Isla Keppel, cultivaron huertos, y al año de haber partido de Inglaterra, se intentó realizar la segunda parte del plan que se había propuesto Allen Gardiner.

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Anónimo dijo...

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El pequeño barco zarpó para Tierra del Fuego y echó anclas en Wulaia. Al acercarse el buque a la costa, pronto aparecieron desde distintas ensenadas numerosas canoas; de pie, en la popa de la primera de ellas, estaba el hombre que justamente deseaban encontrar: Jimmy Button. No quedaban en él ni vestigios de sus cuatro años de convivencia con los ingleses; solo sus potentes alaridos podían reconocerse como británicos. A pesar de estar casi desnudo y con el pelo largo y desgreñado, pareció conservar algo del pudor que había adquirido veinte años atrás, pues cuando subió abordo y vio a la esposa del capitán, pidió enseguida que le dieran un par de pantalones, que se apresuró a vestir, y claro está, tuvo que pedir después unos tirantes. El capitán habló largamente con Jimmy, insistiendo en que se embarcase en el Gardiner, pero el indio rehusó firmemente todos los ofrecimientos de hacer un viaje a la Isla Keppel, quizá a causa de sus mujeres y demás familiares (..). Después de este pequeño esfuerzo, el barco regresó a la isla Keppel” (Bridges, E. Lucas: “El último confín de la tierra”, Editorial Sudamericana, 2º edición, Bs. As., 2003).

Pasarían algunos años más, antes de que un grupo de misioneros se asentara en suelo fueguino en forma permanente. Eso sería en las tierras cercanas que rodeaban a la Bahía Ushuaia. Muy cerca de allí, pequeñas casas fueron levantándose y dando forma primero a un pueblo, y luego a una ciudad. Una ciudad que hoy es visitada por turistas de todas partes del mundo.

(*) Esta organización cambiaría luego su nombre a Sociedad Misionera de Sudamérica.

Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.).-