Integrante de la
familia pionera del maestro y pastor Juan Lawrence fue a nacer en Buenos Aires
, regresando al mes con su madre Ana
Teresa Costa a la población de Ushuaia, donde ha sido permanente
residente.
Jorge Versálovic ha dicho. “Martincito era el hijo mimado y distinguido de la pequeña sociedad de
entonces y en el año 1947 contrajo matrimonio con Angélica Herbertz con quien
tuvo dos hijos: Juan y Ana, quienes a su ves le proporcionaron, varios nietos”.
“Desde 1955 está
radicado en su estancia Moat después de haber sido administrador por algunos
años de Harberton, estancia de sus primos Bridges y Goodall”.
Y después rescata
de este fueguino octogenario:
Fue sucesor del
padre en la primer agencia marítima en Ushuaia.
Fue director de la
primera orquesta típica, denominada Santa Ana.
Primer
radioaficionado en la costa del Beagle.
Primer piloto del
Aeroclub Ushuaia, realizando así el primer aterrizaje en la Isla de los Estados.
Al fallecer pudimos leer en el Diario La Nación:
Martín Lawrence: el último vuelo del piloto que desafió los vientos australes
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Mariano Wullich
DOMINGO 21 DE ABRIL DE 2013
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Miró lo poco que había de playa, sacó los flaps, le quitó todas las revoluciones al motor del PA-12, le bajó el morro y aterrizó en la Isla de los Estados, como nadie lo había hecho antes.
Martín Lawrence, quien murió a los 91 años, fue el primer piloto en aterrizar en la ventosa y escarpada isla del fin del mundo, en la que alguna vez había plantado la Bandera el comandante Luis Piedrabuena.
La hazaña estaba cumplida y Lawrence, ese hombre gentil y conversador, de buenos modos, pero lleno de arrojo, había dejado el sello de su intrepidez con las huellas de su avión en la arena.
Era descendiente de una familia pionera de Tierra del Fuego, tanto que su abuelo, Juan Lawrence, había llegado a Ushuaia en 1873. Compañero del misionero Thomas Bridges, Lawrence (abuelo) era pastor anglicano y se afincó en la isla diez años antes que el comodoro Augusto Laserre.
La familia adquirió la estancia Moet, en el Canal de Beagle, y justo enfrente de la hoy chilena isla Picton. En ese campo, jamás dejó de flamear la bandera argentina.
El nieto, Martín, fue funcionario de gobierno y hasta gobernador interino del entonces Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, pero se destacaba en cualquier misión. Cuando había que asistir a una de ellas, donde fuera, hacía rugir el motor de un avión del aeroclub, que el mismo presidió, o el dos motores de la máquina de la gobernación y se jugaba la vida en un rescate.
Un día, a comienzos de los 70, se animó y se largó en busca de la Bahía Colmet. Lo hizo en un PA-12 de tela, dos palas, planos altos, sin radio, comando a bastón y tren convencional. La matricula del monomotor era LV-YDU y, tras partir del aeroclub de Ushuaia, repostó en la estancia Moet, dejó tierra bien abajo en la Bahía Buen Suceso y cruzó el estrecho Le Maire desafiando al viento a 120 kilómetros por hora para alcanzar lo que nadie había alcanzado.Piloto civil, pero con una foja envidiable de 2500 horas de vuelo, piloteó desde los Piper J3, PA 11, 12, 18, Cherokee o Azteca hasta los Cessna 170 (172, 180, 185, 182, 206).
Volvió como siempre, con el PA-12 cansado, pero seguro y con arena en sus neumáticos, el gran trofeo de aquella isla que se trajo Martín Lawrence.
1 comentario:
tuve la suerte de conocerlo le atendia la reparacion de sus relojes en capital federal durante muchos anos un hombre muy cordial y generoso siempre esta en mi recuerdo
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