El Comandante Robacio alcanzó los más
importantes sitiales que un Infante de Marina puede esperar dentro de la Armada
Nacional.
Pero su identidad histórica crece desde el
momento que le toca ejercer la jefatura del Batallón de Infantería de Marina
Número 5 –Escuela- durante la guerra de Malvinas.
El entonces Capitán de Navío Carlos Robacio
llegó a nuestro Río Grande en 1981 después de haber cumplido un desempeño en el
exterior, tomando el comando del saliente Miguel Ángel Monti.
Hasta entonces, y casi por tres lustros, los
Comandantes tenía tan solo un año por destino en nuestro Río Grande, con
anterioridad los hubo de dos años de desempeño, tiempo coincidente con aquel
período más prolongado de instrucción que a través del servicio militar tenían
los jóvenes incorporados a nuestra Marina de Guerra. Pero él cumplirá sus
objetivos de comando del año 81, y comenzará el 82 manteniéndose al frente de
la misma unidad. Para entonces estaban consustanciados los mandos, los
subordinados y la tropa en múltiples ejercitaciones que fueron las constantes
de vida de aquellos años, tiempo también signado por una incertidumbre para la
paz, dada la irresolución del conflicto de límites australes con Chile.
La unidad a su mando, que será desplazada el 8
de abril de 1982 en vuelos desde la Base Aeronaval local hasta su destino
patriótico en Puerto Argentino, refleja una inmediata capacidad de respuesta
logística por parte del batallón a cargo de Robacio.
Con el tiempo el Comandante resumirá aquel
momento bélico a través de una serie de premisas que son transmitidas a sus
subordinados:
1.- La justicia ante Dios y el mundo de la
causa por la que sin duda lucharíamos con dignidad.
2.- Representábamos el honor del pueblo
argentino, a la Armada y a una orgullosa Infantería de Marina.
3.- Debíamos demostrar si realmente éramos
hombres y si habíamos elegido la profesión deseada con verdadera vocación.
4.- No odiar ni al enemigo, pues el que odia
no sabe combatir.
5.- Una vez en las islas Malvinas no había
posibilidad de regreso hasta cumplir con la tarea impuesta: ¡luchar!, y éramos
los elegidos.
Estos objetivos serán cumplidos, luego del
acantonamiento de laS tropas, y del inicio de las acciones con los primeros
bombardeos el 1 de Mayo donde se tiene ya una primer baja. Y terminarán, sin
rendirse, cuando se acabe la munición, habiendo entregado 18 hombres de la
unidad sus vidas en acciones de combate.
El Comandante del BIMS 5, destacará en todas
sus evaluaciones de aquello días de más encarnizado combate, que su gente no
estaba sola en los frentes de batalla en los que debieron participar, que a su
lado combatían elementos del Ejército, tales como los grupos de Artillería, las
compañías Charlie y Bravo de los regimientos 3 y 6, además de algunos elementos
del Regimiento 4 que pudiendo replegarse a Puerto Argentino se integraron al
Batallón y lucharon y murieron junto a sus efectivos.
La guerra es un complejo escenario social
donde no hay una sola causa y un solo efecto. El combate es un episodio siempre
irreconstruible que no puede ser evocado con simpleza técnica sino con todos
los matices del alma. De todas las pasiones intervinientes.
En tierra argentina el BIM 5 defendió
posiciones con nombres ingleses sostenidos por siglo y medio de dominación
foránea: Tumbledown, Williams, Harriet, Sapper Hill.
Escenarios de situaciones de individuales,
como las que prodiga el heroísmo, y tácticas, como las que dispone el comando
militar.
Robacio y sus hombres pudieron sobrellevar
encarnizados ataques, por enemigos siempre bien conceptuados por el comandante,
respetuosos de las normas de la guerra, y así previa destrucción del material
pesado llegaron a replegarse sobre Puerto Argentino, a donde llegaron
desfilando, con las armas dispuestas pero ya descargadas, lamentando sus
ochenta bajas –los 16 caídos en combate- y los heridos que recibían al mismo
tiempo sus cuidados-, sin considerarse vencidos.
Dispuestos para una próxima batalla.
Cuando las tropas, ya prisioneras de guerra,
sean evacuadas a nuestra Patagonia, y cuando lleguen finalmente a Río Grande,
Carlos Hugo Robacio estará informando sobre el comportamiento de su Batallón, y
reflexionando sobre cuanta enseñanza deberían dejar los hechos vividos, no solo
en el terreno de la instrucción militar propiamente dicha, sino al mismo tiempo
en el de la formación de todas las futuras generaciones de argentinos.
En la foto: Carlos Robacio y Raúl Alfonsin.
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