No siempre hubo programas específicos dedicados a la canción
ciudadana. Incluso podemos decir que el mismo término eufemístico comenzó a
desaparecer ni bien desde alguna jefatura se advirtió que dividir la folklórico
y los ciudadano no tenía estricta razón de ser, puesto que no había que pensar
que Buenos Aires era la única ciudad, y que más bien los años dorados de esta
expresión musical hicieron que se dieran interpretaciones por fuera de geografía
de la capital de los argentinos.
Los primeros años había un sinnúmero de programa musicales,
y en cuanto a lo foklclórico parecía excluir compartir espacios con el 2 x 4, y
ni que decir que Piazzolla era resistido, pudiendo llegar a convivir más fácilmente
con el jazz, o las orquestas instrumentales.
Venimos a recordar que entre las singularidades la
producción de la radio encarpetaba tarjetas sobre el género, y en algunos casos
escapando a la medida tradicional. Así estaba por ejemplo TANGOS POR EL MUNDO,
donde podían aparecer tangos por fuera de la orquesta típica, Luis Armstrong,
Nat King Cole, Los Panchos, los Cavá Bengal o los Tangoleros.
Los discos de tango tenían cierta erudición que se
incrementaba con el tiempo, traían información detallada de los integrantes de
cada agrupación musical, las fechas de grabación, etc. El locutor con ese
material en la mano parecía ser una eminencia intelectual como no ocurría con
otras manifestaciones musicales.
Con los años incluyeron contenidos que se intercalaban a la
música, y eso se dio con Perfiles
Porteños, donde Lucho Torres –Luis Francisco- se daba media hora antes del
Hola ché, llevando y trayendo de su casa un libro sin tapas de cuyo autor nunca
llegamos a tener noticias y que recibiera a préstamo de sus tíos
Legunda/Gallardo.
Cuándo la tarea de Lucho
se complejizó apareció el momento en que Carlos Gaspar Cuffia se hizo
cargo del programa. Fue escribiendo en un cuaderno el número de LP del género,
y la identificación de los intérpretes. Por otro lado –cuando la computación
facilitó las tareas- un ordenamiento alfabético donde se encontraban ordenados
intérpretes y temas individualmente. Así le resultaba más fácil hacer media
hora con Fresedo, o variadas versiones de El día que me quieras.
Estaban a disposición de esta tarea los dos tomos de la
Historia del Tango de Horacio Ferrer.
Carlos había llegado a la radio acompañando a Gonzalo Castillo
en su programa semanal, luego de una primera entrada como integrante de una de
las primeras agrupaciones colares de
Guillermo Canizo.
Su puesta a punto de Por las veredas del tango se vio acompañada en
tiempo cuando se hizo cargo de algunos turnos, era locutor contratado, o el
manejo de la publicidad, al programa se lo podía escuchar de a viernes después de las noticias de la hora 14.
Era un chico grande, Cuffia, y entonces se sabía que alguien
con más de 35 años no tenía posibilidad de ingresar, puesto que se preveía que
a los 65 años se tendría que jubilar, y con treinta años de servicio. Tuvo la
posibilidad de continuar con sus tareas de comunicador en Canal 13 donde no
existían estas dificultades.
Y cerramos esta relación con un recuerdo para Carlos Martín Benz, quien tuvo una hora semanal de tango que traía grabado en cassette desde su casa: Hablando de tango. A poco de encarar la tarea fue reconocido como integrante de la Academia Nacional del Tango. Carlos se desempeñaba como docente de panadería en el CAAD, y así lo mostramos en medio de esa otra tarea suya.
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