TOCANDO EL CIELO CON ÁNGEL Y MIRTHA.



Fue por los años 70 que los estudiantes sureños en La Plata decidimos en realizar una Semana de la Patagonia.

Se hicieron variados contactos y cuando nuestros centros se vincularon con las autoridades de cada gobernación estas hicieron sus contactos.

Recuerdo que en el caso fueguino había una suerte de asociación de amigos donde se encontraban ex funcionarios, uno de ellos el gobernador Guzmán.

Así tomamos conocimiento que se daría difusión a nuestra iniciativa abriéndose las puertas en la televisión porteña.

Fue así como un día hubo que participar del Almorzando con Mirtha Legrand, programa que ya tenía su fama y al que le competía Haydee Padilla con su paródico Almorzando con la Chona.

El programa que Mirtha suponía cierta elegancia y creo por ello que los que fueron eran los que tenían mejores pilchas.

Recuerdo al caso por nuestra isla la representación que nos hizo César Marcos Mora, estudiante de Ciencias Económicas, de Pepe Salvini de Santa Cruz, de Palito Legri de Comodoro –en Chubut habían dos centros el de los galensos y el de los comodorenses- y alguno más de las provincias del Comahue de los cuales hoy no tengo memoria.

Marcos me solicitó que concurriera con ellos, yo era estudiante de periodismo y podría brindarles alguno asesoramiento.

La memoria se esfuma.

Pero tendrá una visión desde bambalinas de lo que era todo eso, minutos que se hacían eternos, y la voz de Mora que tenía alto tono, y con ello parecía imponerse aun a la misma conductora de un ciclo que tal vez no se pensaba tan eternizado.

Creo que al salir, como andábamos con plata –cosa siempre rara entre estudiantes- nos fuimos a comer a Arturito, porque con los nervios que se tenían por saber cómo agarrar los cubiertos alguno de los representantes estaban en ayunas.

Allí se habló de lo que se había dicho, de lo olvidado, que lo que no se habría tenido que decir.

Volvimos todos en tren.

Unos días después nos consiguieron espacio en otro programa, era el llamado Adelante juventud, que conducía Ángel Magaña. Cuando he googleado para saber por dónde caminábamos en esos días, encontré que aquel ciclo eraba destinado a “propone(r) un recorrido por la vida de las instituciones militares narrando en su versión oficial

Me dieron un lugar en una tribuna y de allí –entremezclados los sureños con otros participantes, algunos de uniforme- fuimos contando como era nuestro sur y lo que preparábamos a nivel expositivo.

No recuerdo que dije ni que hice después, solo sé que no me tembló la voz.

Cuando volvía a la pensión Aida, que era la dueña, Aida Rigazzi de Taylor , me esperaba con scons. Se sentía orgullosa de que en su “casa de familia” –a ella no le gustaba que se llamaba pensión-  hubiera alguien que salía por la pantalla chica. Mingo -me dijo- estás tocando el cielo con las manos.

En la foto: Ängel Magaña y Mirta Legrand juntoos, en una de sus experiencias cinematográficas: Adolescencia. Este también es un recuerdo adolescente.

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