La prensa fueguina. Cien años de sinuosa historia. Un escrito de Bernardo Veksler.

 

En el año 2010 el Doctor Arnoldo Canclini solicitó ayuda para terminar un libro que se llamaría EL PERIODISMO EN TIERRA DEL FUEGO.

El pedido llega a mí en momentos en que estaba en reposo afectado por una fractura invernal. Entonces –con la ayuda de mi esposa, Patricia Cajal- y las modernidades de interrnet fuimos conectándonos con diversos protagonistas del quehacer periodístico local, a la vez que logramos que Julio Rodríguez haga lo propio desde Ushuaia.

Del acopio de material sacaría Don Arnoldo el nudo de su trabajo que fue auspiciado por la Academia Nacional de Periodismo, el año, siguiente.

Ahora se me ocurrió hacer entrega de ese material fundante que salía por email, y de lo cocido pasamos a lo crudo cuando pasamos a esta primera entrega.

ODG. Agosto de 2024.

 

 

Más de un siglo ha pasado desde que los precursores de la comunicación social dieron sus primeros pasos en la isla. El debut fue tan precario como el de las primeras hojas medievales, luego, el aporte del sistema penitenciario ayuda a incorporar una tecnología menos desfasada en el tiempo.

En estos cien años, cumplidos en diciembre pasado- los periodistas sufrieron el acoso del poder,  amenazas, juicios, la familiaridad con el gobernante de turno típica de la aldea y las tentaciones propiciadas por el discrecional uso de los fondos públicos de las autoridades de turno.

 

Génesis en Magallanes

 

El inicio de esta historia no puede desligarse de la vivida unos pocos kilómetros más allá de la frontera. Punta Arenas, “la Perla del Estrecho”, a fines del siglo XIX vivía una gran prosperidad y ejercía un magnetismo enorme sobre toda la región sur patagónica.

Era el lugar de residencia de los grandes terratenientes de la época, contaba con un interesante movimiento portuario y recibía grandes contingentes de inmigrantes europeos con sus aportes culturales e ideológicos.

El 7 de enero de 1894,  se difunde la primera edición regular de “El Magallanes”, fundado por Manuel Señoret, Juan Bautista Contardi y Lautaro Navarro Avaria. Era una costumbre de la época editar un periódico precursor, a manera de anticipo del medio que se iba a poner en la calle.

Uno de sus fundadores, recordó --años después-- ese acontecimiento: “La aparición del primer periódico tuvo en su tiempo una influencia tan decisiva en la marcha y orientación de las actividades regionales, que ahora, por razones obvias, sería muy difícil de apreciar. La ciudad de Punta Arenas, entre los años 1889 y 1891, había aumentado y mejorado notablemente su edificación gracias a la concesión de sitios urbanos a los pobladores del territorio.

Hombres audaces y esforzados que necesitaban tan solo un campo abierto a sus actividades y alguna ayuda de la autoridad local para emprender nuevas empresas y dar vida a una multitud de pequeñas industrias, y transformando a la vez la fisonomía  colonial y apática de esta ciudad en un surtidor impetuoso de energías conscientes, iniciativas geniales y trabajo fecundo”. 

Señoret, al poco tiempo de asumir la gobernación magallánica, se propuso instalar una imprenta. Para ese fin, importaron maquinaria de última generación y debieron recurrir al residente de Ushuaia Luis Fique, que era un hombre ducho en la materia, para resolver el galimatías que se les había planteado en la puesta a punto.

Así, surge “El Magallanes” como una edición única para precisar las bondades de la maquinaria y la recepción de los pobladores.  Esa edición alcanzó la calle en la nochebuena de 1893, contaba con ocho páginas, y su formato era de 31 por 21 centímetros.

Dado el éxito obtenido, unos días después adquiere la forma definitiva de periódico.

Esa primera publicación en un párrafo afirmaba: Estamos “en un lugar enteramente aislado, a una inmensa distancia de los pueblos civilizados, en un terreno expuesto a todas las intemperies, teniendo que luchar día a día para conservar la existencia, con comunicaciones tardías, sus habitantes no han tenido sino ahora el tiempo de pensar en este alimento intelectual que se llama la prensa”.

El 26 de octubre de 1900, aparece el segundo periódico regional. “El Comercio”, desde sus comienzos, impone una serie de innovaciones de importancia en el periodismo gráfico: incorporó la opinión editorial que paulatinamente pasó a tener una gran influencia regional. En sus ediciones se erigió como un defensor de la causa regional y un crítico severo del poder central chileno.

 

 

“Foggli” a mano en Ushuaia

 

El 14 de diciembre de 1902, surge el primer medio periodístico gráfico que se tenga referencia en Tierra del Fuego. En el pequeño conglomerado de la ribera del Beagle, aparece “La Risa”, autotitulado “semanario noticioso -joco literario e independiente”; constaba de un par de hojas manuscritas de tamaño carta, al estilo de las medievales “foggli” a mano.

En el pie de imprenta se señala “Redacción anónima. Dirección” seguido de un espacio en blanco, por lo que se supone que quienes lo escribían eran conocidos por la pequeña población. A manera de editorial, se titula “Saludo”, donde se afirma que “defenderemos todo cuanto se relaciona  a los intereses del comercio y de la población” y que “no descansará hasta no salvar  las fronteras del territorio y hacer sentir su voz en la gran metrópoli que se asienta en el estuario del Plata”.

En la sección “La Literatura” se transcribe una poesía y el responsable de la sección firma como “Alfiler”. Un columnista político firma como “Tehuelche”, quien elogia al gobierno del gobernador Esteban De Loqui, y lo justifica con la vieja letanía de que “La herencia recibida de sus antecesores no puede haber sido más despreciable y vergonzosa”.

Publicaba avisos de los almacenes de entonces, los de Luis Fique, José Romero y Antonio Isorna.

Existen indicios que su director fue el ex capitán Juan Carlos Castex -condenado por el crimen de un teniente primero- y quien firmaba con el seudónimo de “Tehuelche”. El oficial cumplió un importante rol educativo de los reclusos allí internados.

El 9 de julio de 1903, el presidente Roca conmuta a Castex la pena de reclusión por la de confinamiento en el territorio santacruceño, donde continúa su labor periodística, fundando, en 1903, “El Censor”, que se convierte en el primer periódico de esa provincia.

A partir del tercer número, “La Risa” fue rebautizado como “El Fueguino” y conservó la fecha de fundación original. A partir del décimo número fue impreso en el presidio; su secretario de redacción fue Carlos Mercado y la dirección seguía siendo “anónima”. El historiador Juan Belza señala como su continuador, luego de 38 ediciones, a “El Eco Fueguino”, un semanario del que se conservan sólo tres números (del 4, 12 y 18 de octubre de 1903).

En 1910, comienza la competencia entre medios,  aparece "El Mosquito" (quincenario de cuatro páginas de veinte por treinta centímetros) y luego su rival  "La Rana" (de ocho páginas mimeografiadas de tamaño oficio), cuyo logo ilustraba a un batracio devorándose a un mosquito. Éste se autodescribía como “semanario humorístico, noticioso, ranográfico, crítico, literario, político, polémico y antimosquítico.

 Todo indica que las publicaciones tuvieron poca continuidad y comenzaron a espaciarse.

El 12 de diciembre de 1916, sale “El Sur Oeste”, que llegó a tener cuatro ediciones semanales, tamaño tabloide. Su director fue el español Eduardo Puente Carracedo que adhería al anarquismo. Fue acusado de enfrentar a la policía, guardia cárceles y otros sectores con el gobernador Fernández Valdés. La reacción del mandatario fue expeditiva: lo mandó a prisión y le habría aplicado una receta conocida: una soberana paliza. Así, finaliza la breve historia de éste medio gráfico y se inaugura un estilo de relación de las autoridades fueguinas con la prensa.

De enero a marzo de 1925 se publica el periódico “El Fueguino”. Luego, una docena de ejemplares de”El Duende”, que tenía un tono satírico y burlón hacia los viejos pobladores. Estos reaccionaban, pero como desconocían el nombre del editor, no podían descargar su vehemencia. La vida de este medio concluyó cuando pudieron descubrir su identidad.

En la década del treinta, apareció “El Eco”, promovido por el director de la escuela Jorge Reynoso. En sus ocho páginas (25 por 30 centímetros) se transcribía a Almafuerte y a Séneca. Como estaba hecho por los presos, se publicaban secciones con crónicas del presidio, una página titulada “La esperanza”, poesías y una sección denominada “Alacraneando un poco” firmada por El Alacrán”, que ensayaba un discreto humor.

Un caso especial fue “El Imparcial” –a mediados de la década del sesenta- dirigido por el chileno Carlos Peña Otárola.  Su contenido era irritativo para las autoridades de la Armada y del gobernador Bilbao, por su defensa de los trabajadores trasandinos que eran explotados en una fábrica instalada en las proximidades del lago Fagnano.

En una de sus ediciones, con letras tamaño catástrofe, tituló: “Escándalo gremial: Obreros pagados en especie”, donde describía las condiciones de trabajo infrahumanas, y se preguntaba: “¿por qué no vienen los argentinos a trabajar?”, y agrega: “Soberanía: agítese antes de usar” y en respuesta a una campaña nacionalista que se estaba desatando para encubrir su denuncia, afirma: “no somos espías ni esto responde a un propósito al servicio de otro país”. La tolerancia oficial fue escasa, algunos forzaron la imprenta y la estropearon para impedir la continuidad de la publicación.

La base naval editó tres publicaciones: “El Onaisin” (1959), “El Pregón Austral” (1962) y “El Fueguino” (1963/65)

El 12 de octubre de 1976, apareció “La Voz Fueguina”, simultáneamente circulaban “El Fueguino” y “El Territorio”.

En la década del ochenta, se editaron las revistas “Punto y Coma” y “Paralelo 54”.

 

Se larga Río Grande

La primera referencia a medios gráficos surgidos en la ciudad del norte fueguino se ubica en setiembre de 1946, con la aparición del periódico “La Verdad”, a partir de la pluma y la impresión de Eloy Vega e Higinio Fernández.

Antes de esa fecha, la pequeña aldea tuvo a Eduardo Van Acken Telmas como el primero que ejerció la profesión, al actuar, desde 1926, como corresponsal del diario La Prensa de Buenos Aires. En esos años el único contacto con medios gráficos eran los editados en Punta Arenas; hasta que en 1935, “La Aeroposta” comenzó a transitar por los cielos fueguinos y aportar esporádicamente, junto a la correspondencia, ediciones de los diarios porteños.

La Verdad “nacía en los años de consolidación del peronismo como modelo de cambio; y si bien sus páginas no condecían necesariamente en sus primeros números con el discurso oficial, fue tras el alejamiento de Vega que Higinio Fernández le impondría un marcado sesgo oficialista” (1). De este medio pionero sólo se pudo conservar algunas ediciones fotocopiadas.

“En el parece ser, y en la memoria de la gente, aparece el hecho de la extinción de La Verdad con la caída del gobierno peronista...”

En 1956, René Piñero y Carlos Herrera dan nacimiento a Kayen. Los creadores de la publicación “a su modo, participando del gobierno de La Libertadora, ejercían titularidades sobre el desempeño editorial de esta página...”(1).

Fernández, que facilitaba su imprenta a Kayen, tiene una nueva iniciativa editorial y el 14 de marzo de 1959, saca el primer número de “El Austral”. En cada edición incluía un verso del Martín Fierro: “No me salgo de la huella/ aunque vengan degollando/ con los blandos, yo soy blando/ y con los duros, soy duro/ y naides en un apuro/ me ha visto andar titubeando”.

El medio se voceaba todos los sábados por las calles, despertando gran interés con sus chismes y noticias; “...como todo medio de pueblo chico, El Austral debía recostarse a favor del gobernante de turno, y, a la vez, mantener una crítica que lo hiciera creíble y comprable para el común de los vecinos. Por aquellos años no se disfrutaba del aviso oficial, pero tampoco existía quien viviera exclusivamente del trabajo periodístico” (1).

En estos años, la prensa gráfica comenzaba a competir con la radio.

Con la intendencia de Alberto Vicente Ferrer –en la etapa democrática iniciada en 1973- y el surgimiento de la Agrupación Vecinal, ese medio es puesto al servicio de ese movimiento político.

Leonor María Piñero se radica en la ciudad y, el 6 de abril de 1973,  patrocina el nacimiento de  La Ciudad Nueva”. El Austral establece una posta con esta nueva publicación, con una mayor incidencia de avisos publicitarios y una disminución de sus contenidos. A fines de 1976, Abraham “Toti” Vázquez inicia sus actividades como empresario gráfico, prolongando efímeramente la vida de “El Austral”.

En esos años surge “La Voz Fueguina”, editada por Germán Noguera, que era impreso en Río Gallegos.

 El 10 de mayo de 1981, Daniel Augusto Balanche Rondeau comienza a editar “Noticias de Tierra del Fuego”. Este medio registrará las vicisitudes originadas en el conflicto bélico con el Reino Unido y, luego, el reinicio de la democracia, hasta desaparecer en 1986.

El 15 de agosto de 1987, Edgardo Welsh de Bairos y Alberto Centurión conciben el nacimiento de “Tiempo Fueguino”, es el más antiguo de los diarios que están en circulación.

El 14 de junio de 1991, Oscar González y Hugo Fayanás lanzan “El Sureño”. El 5 de junio de 1993,  Alberto Centurión comienza a editar “Provincia 23”. En años más próximos, se suman “Prensa Libre” y “El Diario del fin del mundo”, editados en la capital provincial.

En las dos últimas décadas, surgieron numerosas publicaciones que no tuvieron mayor continuidad. Ojo Periodismo surge en abril de 1999, como un medio independiente.

La superabundancia de medios gráficos (como de las emisoras de radio) resulta un hecho sintomático en Tierra del Fuego. Sus menguadas ediciones no permitirían su vigencia por mucho tiempo dado el escaso número de lectores. Su inviabilidad, sólo puede ser compensada con la publicidad oficial que se distribuye generosamente, la mayoría de las veces, pagada con un elevado precio de obsecuencia.

 

 

 

FUENTES:

 

Vega Delgado, Carlos. Revista Impactos, Punta Arenas.

Canclini, Arnoldo. Ushuaia, 1884- 1984.

(1)  Gutiérrez, Oscar Domingo. Diario El Sureño, 22/9/96.

 

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