Río Grande, desde lo humano...

 



 

CONCEPCION Y GESTACION

 

Río Grande surge de la conjunción entre el capital agroexportador y el lento estado liberal.

 

Si uno dispondrá de las tierras para que con su enajenación aparezca el progreso, el otro iniciará las grandes adquisiciones pecuarias, las inversiones iniciales en los establecimientos ganaderos y la apertura de los primeros caminos.

 

Junto al río mayor de la Tierra del Fuego una gran reserva de tierras públicas espera ver desarrollarse en ella, mediante el uso fiscal, una población que justifique la tenencia de estas comarcas por parte del Estado Argentino. Pero la ingerencia gubernamental será lenta, escasa y tardía.

 

La iniciativa particular será rápida, sostenida y pionera.

 

El lote fiscal reservado para población verá crecer las primeras construcciones, viviendas que sirven a quien entra y sale de la comarca lanera, primeras familias que ensayan sus formas de supervivencia en el comercio y el trabajo.

 

De otro lado del ancho río se consolida la transformación de la primer gran estancia de José Menéndez en una grasería primero y luego en el Frigorífico, junto con los muelles y los primeros caminos que surgen de la actividad privada Río Grande ya tendrá en estas orientaciones productivas las fuerzas para llegar a nacer.

 

El Estado solo en tanto llega tardío, a vigilar primero con su policía el accionar de los misioneros salesianos que tras algunos percances con el fuego emigran hacia otro río, para mayor seguridad de los pocos indios que iban quedando, para pensar también ellos con una gran estancia. El Estado se manifestará también algo más tarde vigilando en el puerto la entrada y la salida de mercancías y materias primas en un tiempo de liberalidades.

 

 

NACIMIENTO

 

Ocurre en los años 20 del siglo 20. Y se da en tres tiempos. La conformación de la Colonia Agrícola en 1921; la redistribución de las tierras fiscales entre nuevos pobladores al sur del Río Grande por 1926,  y la conformación de la primera Comisión de Fomento en 1928.

 

El primer grito habilitó la mensura que se concretaría en un lustro y posibilitaría la distribución de la tierra urbana.

 

El segundo grito sacaría de las manos de los inversores de la primera hora áreas importantes de campos en zona boscosa, inyectaría a la vida social un componente social nuevo –en algunos casos fielmente tributario de los anteriores sectores del poder- sector urgido del respaldo comercial que le daba el puerto para inicial la construcción de las estancias chicas.

 

El tercer grito fue un llamado a la autoregulación de los vecinos del puertos: entre la gente más pudiente debía encontrarse algo de tiempo para armonizar la administración de recursos, promover del desarrollo comunitario y atender del a bien común. Eran años aun donde la presencia argentina era escasa, la Comisión de Fomento constituía una suerte de Babel que pretendía levantar en estas tierras la torre más alta; así nace también por estos años la primera escuela.

 

LACTANCIA

 

Al tiempo de nacer se da la primera crisis, que conviene destacarlo fue en el orden  económico universal fue la primera y grande del siglo que pasó.

 

Fueron años de letargo en los que afortunadamente si no se creció mucho se estaba bien alimentado. Río Grande tenía en lo económico y social una relación funcional con Punta Arenas ciudad desde la que habían partido las grandes inversiones de capital que habían usufructuado con ovejas la feracidad de las tierras y los pastizales del norte fueguino.

 

Pero la crisis era de mercados, de dónde y cuando colocar la producción regional. El cliente inglés tomaba sus medidas precautorias para no dejar sin trabajo a los hijos por dárselo a los entenados; hasta que fuimos beneficiados por una adopción temporal.

 

El Estado Argentino, resignó por estos años su rol tutor, preocupado como estaba  en los efectos de crisis del sistema económico dependiente, Punta Arenas suplió lo que necesitaba el infante fueguino para subsistir: de allí venían sus barcos con su bandera, hacía allí salía la producción local; de su puerto hacia nuestros muelles llegaban los brazos laboriosos, por el mismo camino fluían de regreso los dineros logrados por el trabajo y la especulación. 

 

 

GATEOS Y PRIMEROS PASOS

 

El comienzo de la Segunda Guerra Mundial vigorizó el comercio argentino, apoyado en su cómoda condición de país neutral. Los efectos de la Primera Guerra no había sido aprovechados del todo por la economía riograndense, la conformación del sindicato de productores que daría vida al Frigorífico llegó tarde, cuando la los combates de aplacaban en el mercado europeo. ¡Pero ahora la situación era diferente!

 

Hay un estado que recobra iniciativas Hay un celo por lo nacional que crece en el mundo y de ello el interés nacional se muestra en la región. Por 1940 se instala en Río Grande la salud pública y con ello ya se puede nacer aquí.

 

Más tarde se ensaya con una presencia militar: el ejército levanta sus cuarteles hasta que un golpe de estado y la erección de la Gobernación Marítima lleva al reemplazo de los efectivos de esa arma por los hombres de azul.

 

Crece la obra pública, aunque en forma lenta. Las casas de chapa y madera coexisten con las nuevas construcciones de mampostería, esas que solo son posibles ahora con un mejoramiento en los servicios del transporte naval.

 

Los vuelos que en la etapa anterior adquirieron carácter exploratorios ahora se regularizan, y ya se puede decir que solo estamos a un día de viaje de la Capital Federal.

 

Hay un Plan de Industrialización fueguino donde se apunta fundamentalmente al aprovechamiento de los recursos naturales, así se vive una suerte de nuevo alumbramiento cuando en el invierno de 1949 aparece la primera surgencia de hidrocarburos.

 

Los caminos han venido a integrar mejor el campo y la ciudad, pero aun Río Grande se siente solo en el espacio fueguino. Traba amistad con Porvenir, su amiguito chileno, con quién se une sólidamente en lo familiar, lo social, lo deportivo y lo cultural.

 

APRENDIZAJES

 

La vida pastoril experimento rudamente la irrupción del componente minero que le dio el petróleo y su expansión en el momento en que por contratación se hacen cargo del área las empresas norteamericanas.

 

Son años de abundancia, de boom.

 

El estado fueguino se alimenta a la vez de esta prodigalidad del subsuelo, y desde la gestión de Arturo Fronzidi ve incrementado su presupuesto por 147, con lo que comienza a edificarse un mundo mejor.

 

Los edificios públicos se jeraquizan en su estructura. La hotelería crece al servicio de los sectores del comercio y los incipientes turistas que escapan a Ushuaia, o vienen atraídos por la magnificencia de nuestra soledad.

 

Algunas calles comienzan a conocer el pavimento.

 

El pueblo cuenta con una variedad de establecimientos de educación primaria y un primer secundario que favorece capacitaciones antes limitadas para los hijos de este suelo.

 

Prolifera la atención médica en clínicas privadas, y el hospital público ocupa un sitial definitivo.

 

El auge económico puebla las calles de automóviles y se consolida su manejo como la gran actividad deportiva-recreativa.

 

Un buen día el Estado nos da un canal de televisión que suple las horas de nuestro callejeo, otro día se instala una radio que proyecta nuestra realidad en el conflictivo entorno internacional que se venía gestando aquellos días.

 

Los caminos habían mejorado, de ecotono fueguino llega la producción maderera que sustenta la construcción local, y encuentra otros mercados saliendo ya no por el alicaído puerto sino por medio de camiones que son cada vez más grandes.

 

Ushuaia se convierte al superarse las barreras de la cordillera  en nuestra compañera privilegiada de juegos y disputa. Nos regalamos un título: Capital Económica de la Tierra del Fuego.

 

Son años en los cuales se ensaya las primeras formas de gestión democrática, afectadas por la inestabilidad institucional en el país.

 

Poco a poco nos íbamos quedando sin puerto, sin frigorífico, y el rol empresarial del petróleo se concentraba en una gran empresa nacional: YPF.

 

 

INVERSION Y SEDUCCIONES

 

Todo podría haber seguido así por mucho tiempo si no se hubiera dado lo que pasó. De pronto descubrimos que no éramos UN pueblo, sino UNA ciudad.

 

Y esta inversión de identidad nos expuso a nuevas experiencias inicialmente traumáticas. El código de descubrimiento de nuestro nuevo rol llevaba una cifra mágica: 19640. Por esa ley fuimos seducidas y maltratadas. Aunque no dejamos de experimentar múltiples e inesperados placeres.

 

El primero fue el de conocer a tanta gente nueva que vino a formar parte de nuestra carnadura social. Algunos con el propósito de hacer su fortuna en un tiempo y luego partir, de esos elementos nunca estuvimos desprovistos a lo largo de nuestra vida, más bien nos servimos de ellos. Otros encararon el compromiso de quedarse definitivamente a levantar su familia y completar su existencia en este sitio que se mostraba distinto pero acogedor en relación con el que los expulsaba.

 

Fueron años a la vez de intensos temores: una casi guerra y una guerra, que abrieron profundas heridas en la piel de nuestra sociedad.

 

El férreo control con el que fue manejada nuestra ciudad, tras las inversiones, fue reemplazado con un toque de confianza que coincidió con la llegada al país de una democracia más duradera la que nos permitió elegir a los que nos gobiernan. Se conoció otras formas de seducción, de fidelidades y confianzas entre gobernantes y gobernados.

 

¡Pero la virginidad fueguina que anidaba en nosotros ya se había marchitado!

 

DESENGAÑOS

 

Y de pronto la encontramos así, muy de madrugada y lejos todavía del momento en que salga el sol, por que es inviernos. Ella es nuestra ciudad. Le han dicho que cumple 82 años y le parecen muchos, no dándose cuenta que los años corren de otro forma para las comunidades humanas.

 

Desde hace un tiempo ha salido a bailar sola. Ha fastidiado tanto con su libertad que de pronto la han dejado. Esta madrugada se ha sentado en el frío cordón de la vereda, se ha sacado los zapatos y refriega la planta de sus pies que últimamente han bailado tanto.

 

Por que ha bailado con empresarios y gremialistas, que pese ha habitar bajo techos comunes se movían con músicas distintas.

 

Ha bailado con políticos que no lo eran, tecnócratas afincados sobre el erario, consultores sobre la supervivencia de un sistema de producción discontinuado.

 

Ha paseado luego de salir de tantas milongas –milonga ella también- y ha conocido el fino tapizado de los más modernos vehículos de los compañeros de baile que se han obstinado también en embriagarla.

 

Ha viajado por otros escenarios mundiales, llevada por funcionarios esperanzados, mostrando la textura de su fría piel.

 

Los noventa fueron su desesperada fiesta, la fiesta por otra parte de un país, un tiempo en el que se toma pero no se come, un tiempo en el que se trasnocha y no se produce. Todo siguió existiendo en estos años, esa juventud, ese renacer alucinante y grosso que se esperaba en la concurrida bailanta de cada elección.

 

Todo lo vivido la ha desbordado a nuestra Río Grande, ha modificado sustancialmente a su silueta fueguina.

 

Después de las grandes pasiones, y de los finos regalos, se está acostumbrando a vivir con poco. Y es por eso que la encontramos aquí, levantándose nuevamente, tratándose de poner otra vez sus gastados zapatos; sin elegir aún plenamente entre reingresar al boliche de donde salió hace un instante –sola, muy sola para ser su cumpleaños- y seguir buscándose en su fiesta; o bien volver a casa, darse una buena ducha, fumarse el último cigarrillo, y pensar dónde podrá encontrar a la mañana un buen trabajo...

 

Este escrito fue rubricado para su presentación en EL SUREÑO, cuando Río Grande cumplía unos cuántos años menos de los que hoy alcanza. ¿Imaginan dónde concluyen nuestras apreciaciones?

 

 

 

 

 

 

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