Los pueblos originarios que ocupaban el norte
fueguino –selknam o “rama de la estirpe separada”– recorrían la costa y la
estepa, su espacio de subsistencia, encontrando sobre la orilla atlántica los
recursos de la pesca y el mariscar, huevos y polluelos de las aves marinas,
lobos que le proporcionaban cueros, grasa y carne, y eventualmente el gran
banquete de una ballena varada.
El río principal recibió varios nombres, pero
uno lo definía ecológicamente: jorroskol/río de los peces. Ese sería el lugar
de entrada y salida también de los hombres blancos.
En la margen sur, un rumano, Julio Popper,
luego de ensayar fortuna al norte de la bahía de San Sebastián, consigue tierra
para emprender una colonización pastoril entre los nativos. Pero fallecería
tempranamente y con su herencia sus tierras integrarían el patrimonio de
En la margen norte llegarían antes los
salesianos, con ánimo de instalar una misión y también una gran estancia entre
los onas (así le llamaban los yámanas del sur los cazadores del norte). El
Padre José Beauvoir, enviado también desde Puntas Arenas remontaría el río en un
velero –el María Auxiliadora– y fijaría en los Barrancos Negros
En tanto en la desembocadura del río, sobre
un lote fiscal reservado para la construcción de un pueblo se adelantaron los
asentamientos particulares. Casas que a la vez fueron comercio o pensión, y que
ofrecían al que entraba y salía al norte fueguino, en explosión por remates de
tierras al mundo de la ganadería ovina, un lugar para esperar el barco.
Y los barcos seguirían por un buen tiempo vinculándonos a Punta Arenas, toda vez que la economía global de la región –Magallanes, Sur de Santa Cruz, Malvinas y Tierra del Fuego norte– era tributaria del gran comercio inglés de lanas, cueros y carnes.
Se podía decir que de un lado y otro del
límite fronterizo que se había trazado en 1881 los dueños eran los mismos:
Waldron y Word, Sara Braun, Menéndez Behety, Mauricio Braun, con distintas
razones sociales. Y de esos capitales nacería como “sindicato de productores”
un frigorífico que desde 1917 comenzó a embarcar carnes fueguinas con destino
al mercado inglés, por entonces beligerante en la “Gran Guerra”. El final de la
contienda demoró en alguna medida el camino del desarrollo del pueblo de Río
Grande que espontáneamente se había formado en la ribera contraria al
Frigorífico. Pero su existencia consolidó la presencia de una institución de
control,
Y fue entonces cuando el 11 de julio de 1921
se conformó una colonia agrícola sobre la que crecería el pueblo pastoril. Con
una mensura que se planteó recién en 1926, y que encontró a numerosos
pobladores asentados mediante el impulso que les había dado 6 años antes el
Capitán Repetto, comandante del Transporte Nacional Vicente López y gobernador
interino, para que vecinos de Ushuaia se trasladaran a Río Grande. Así en una
comarca cosmopolita, donde los argentinos eran la gran ninoría, se llegó a la
conformación de la primera Comisión de Fomento que estaría precedida por
Francisco Bilbao, comerciante y ganadero español ligado inicialmente a José
Menéndez.
Lento sería el desarrollo del pueblo que con
cuatro hoteles y tres almacenes de ramos generales viviría de y para la
ganadería hasta el descubrimiento de hidrocarburos en el invierno de 1949. Ya
regía
Los años ‘60 y ‘70 serían de avances y
retrocesos: YPF tomará la administración del área petrolera, CAP al frente del
frigorífico perdería mercados europeos y con ello caducaría la industria
fundacional, los barcos dejarían de operar en nuestras fangosas costas.
Río Grande iría cortado lazos con Magallanes,
con los vuelos de Aeroposta (1935), y la ley de cabotaje nacional (1942). Pero
el gran salto se daría en la segunda mitad de los años 70 cuando al impulso de
Más allá de las experiencias truncas de vida
democrática, entre ellas la que llevó a la primera elección de intendente en la
figura de José Finocchio en 1963, el retorno definitivo a la democracia embarcó
a los riograndenses en el proyecto de provincialización que finalmente fue
ganado en 1990. Una mayoría de vecinos del norte conformaron la constituyente,
y luego en el devenir gubernamental tres de los cinco mandatarios provinciales
fueron vecinos de esta ciudad norteña.
La que en un momento fue considerada “capital
económica de
Queda el aliciente del petróleo que hace poco
le ha dado un segundo gasoducto al país cruzando las profundidades del estrecho
de Magallanes, la reciente promoción a las industrias electrónicas que ya
muestra sus frutos, y la frustración de la falta de un puerto que canalice y
abarate el comercio local, con un puerto en caleta
El turismo rural crece en las estancias como
una ventana nueva construida con los viejos elementos de tiempo pastoril, entre
ellos en María Behety –lo que fue la segunda argentina de José Menéndez– el
gran galpón de esquila; y también llama la atención el humedal costero que
desde a lo largo de toda la costa ofrece la viva naturaleza volátil que es
indicio de la salud ecológica de nuestra comarca.
Y el desafío constante del crecimiento
demográfico, producto de los incentivos materiales para la radicación de
trabajadores, la cobertura de servicios asistenciales y una situación global de
estímulo, llevó en corto tiempo a Río Grande a pasar de ser “un gran pueblo” a
una “pequeña ciudad”.
(*) Este escrito me fue publicado en el siguiente libro,,,
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