REENCUENTROS con el puente.2

 



El puente colgante sobre el río Grande, cuya construcción y funcionamiento fueron vitales para el desarrollo de la actividad económica en la zona norte, se encuentra en estado casi de destrucción. Su estructura y el abandono de las autoridades nacionales y locales, hacen prever lo peor para uno de los símbolos más fuertes de la historia de la región.

El informe principal de ENTRELINEAS centra su atención en esta nueva edición, en una estructura que supo ser fundamental en el desarrolla de una ciudad como Río Grande, que por estar en zona fluvial, necesitó en forma imperiosa de un puente que la conectara con el sur de la provincia.
La obra de ingeniería, toda una proeza para su época, en un sitio tan inhóspito como hostil; hoy pasa desapercibida al lado del puente de hormigón que traspone el río, formando parte de la Ruta Nacional 3.
Allí, como un silencioso testigo del paso del tiempo y el avance de la ciudad, su estructura no puede permanecer incólume, sufriendo daños de importancia, dada la desatención por parte de todos.

Historia del puente

El frigorífico de la Compañía Frigorífica Argentina S.A. era por esos años la industria por excelencia en la ciudad de Río Grande, con la entrada en funcionamiento desde el año 1917, con su primer faena. Es por el año 1918, cuando la estancia “Primera Argentina” encuentra la necesidad de trasladarse desde la boca del Río Grande, hacia la zona donde hoy se encuentra la estancia José Menendez.
Esto le permitía estar del mismo márgen del frigorífico, lo que la ponía en una posición favorable respecto a otros centros de producción.
El marco de esta situación generó la necesidad de una vía de comunicación mucho mas fluída, para conectar ambas márgenes del río, como así para unir la isla toda.
La necesidad de los establecimientos rurales en contar con una conexión terrestre, sorteando ese obstáculo que es el río Grande, llevó a que se iniciara la construcción en el año 1918 del puente, para el cual Alejandro Menéndez Behety había sido habilitado por el Estado Nacional.
El director de la obra fue un ingeniero alemán de apellido Gloeckle, y en un primer momento la finalidad exclusiva de esta conexión, era el paso del ganado mas que de automotores. Cabe recordar que en esa época, tanto estancia Sara, Cullen, como María Behety enviaban mas de 200 mil cabezas de ganado hacia el frigorífico.
Finalmente la inauguración queda establecida en el año 1920, por parte de la Compañía Frigorífica Argentina S.A., cuando el último censo urbano daba un número de 2.504 habitantes en esa “colonia agrícolo-ganadera” que era Río Grande por ese entonces.
El lugar elegido, era la zona de “El Tropezón”, nombre recibido con posterioridad a la instalación del puente, en referencia al comercio que Miguel Sucic fundó para prestar asistencia a los automovilistas que quedaban empatanados en esa zona, donde el “camino” era solo una huella en medio de una vega intransitable.
Al sur del puente quedaba establecido un puesto de control donde vivía el cuidador que, junto a su familia, era el encargado de cobrar el peaje.

La decadencia del tiempo

En la construcción del puente de tipo colgante se distinguen dos elementos constitutivos de su estructura básica. En su primer parte se remite a una sucesión de tramos que conforman su estructura superior, y después están los cimientos que son los encargados de transmitir al terreno todo el peso de la carga del puente mismo, en una base hormigonada.
Consiste en un piso con tablones de madera, soportados por vigas de hierro, perfil doble T, suspendidos a lo largo de cien metros sobre el río. Allí estan sostenidos por siete cables de acero por banda (catenarias), que terminan ancladas en la base de hormigón en ámbos márgenes del río.
Después de la construcción del puente por parte de la Compañía Frigorífica Argentina, esta lo concesionó a lo largo de diez años, plazo que una vez vencido, determinó que el puente pasara en forma definitiva, a manos de la Nación Argentina.
En 1932 la ley 11.658 crea la Delegación Regional de Vialidad Nacional (Dirección de Puentes y Caminos en ese entonces), y en 1934 quedan constituídas las primeras dependencias en Río Grande; cuando el puente era justamente uno de los puntos donde debían concentrar su accionar.
El tiempo pasó, y a partir de la década del ´70 la construcción del moderno puente de hormigón, que forma parte de la ruta 3, desentendió a los funcionarios de Vialidad Nacional de la suerte del “Puente Colgante”.

El triste hoy

En la actualidad esta estructura no es considerada una obra vial; mientras que tampoco pasó a formar parte del patrimonio histórico de la zona (ver recuadro). Esto lo deja en una situación de horfandad, que el paso del tiempo se encargó de agravar, con el deterioro progesivo de la estructura del puente.
El óxido y la falta de mantenimiento o cuidados, lleva a que la situación del puente como tal, se encuentra en una delicada realidad.
La construcción estuvo prevista para que la estructura soportara el paso de una carga de tres toneladas repartida a lo largo del puente, pero su estado obligó a que se prohibiera en forma terminante el paso de automotores a través de su calzada.
En la actualidad las catenarias que se extienden de un márgen al otro del puente, sosteniendo su estructura, se encuentran totalmente oxidadas, aunque firmes. En tanto, los 26 tensores que sostienen por cada lado al puente, hacia esas catenarias, son los que han sufrido el mayor desgaste del tiempo.
En la actualidad llama poderosamente la atención, observar que de 26 tensores, en un costado 6 de ellos se encuentran sueltos. En tanto en el lado opuesto, 4 de estos tensores se hallan cortados; todos ellos en la zona media del puente.
Estos tensores llevan una superficie de agarre, que se une a la base del puente, la cual en muchos casos se encuentra corroída visiblemente por el óxido, lo que provocará que otros tensores continúen soltándose en forma progresiva.
Otra situación que alerta a los circunstanciales testigos del puente, es el pésimo estado de la calzada de madera, que encuentra a varios de los tablones destruídos, asi como a otros deteriorados de una forma que no permitiría el traspaso de vehículo alguno.
El cruce de márgen solo puede hacerse a pie, y guardando las precauciones del caso, teniendo en cuenta que una distracción podría deparar una tragedia, que nadie hace nada por evitarla.
Solo se han efectuado algunos arreglos provisorios con el clavado de maderas comunes, que para nada respetan la arquitectura de la calzada, atentando contra la preservación arquitectónica de la obra.
Finalmente se encuentran las estructuras de hierro, a ambos lados de la calzada, la cual tampoco resistió al paso del tiempo y se halla envuelta en ese color ocre que dintingue al “oxidado” puente.
Muchas de esas secciones se encuentran desprendidas una de otras, cuando en épocas mejores supieron estar remachadas y abulonadas. En algunos casos, hubo secciones que se desoldaron y no es para nada recomendable apoyarse en las mismas.
Según los datos recabados, a nivel local no existe ningún trabajo de arquitectura o ingeniería, que se hubiere efectuado sobre al estructura del puente, para conocer su real situación.
Esta falta de interés, no se condice con al importancia que esta obra supo tener en la vida de los fueguinos y los riograndeses en particular, lo cual es una verdadera afrenta a la memoria histórica de nuestro pueblo.
Hoy no existe ningún estudio que arroje certezas sobre el real peligro de perder este verdadero “monumento a la historia local”; por lo que quizás un día de estos, en uno de los tantos viajes al sur de la provincia, descubramos que no esta mas allí.
¿Quién lo hubiera dicho?, recordará algún antiguo poblador, a sabiendas de las muchas veces que precisó del puente para desarrollar su vida en esta tierra agreste.

El monumento que no fue

Si bien hubo acciones por parte de algunos historiadores o rescatistas del elemento histórico a valor local, el intento con mayores características “oficiales”, fue la aprobación de la resolución 51/02 del Concejo Deliberante de Río Grande.
La medida que fue promocionada por el concejal, Jorge Chocrón, solicitó al Congreso Nacional, se declare como Monumento Histórico al Puente Colgante ubicado en cercanías al Cerro Aguila en el kilómetro 2.839 de la Ruta Nacional Nº 3.
El proyecto fue tratado sobre tablas en sesión ordinaria y aprobado, siendo remitidas diversas copias a los parlamentarios fueguinos a nivel nacional.
La iniciativa nunca encontró el eco esperado por parte de los concejales, y esto sumado a la falta de proyectos locales, sumió a este hito histórico en la postergación y el abandono.
Esto no permitió que el puente colgante adquiriera el status de Monumento Histórico Nacional, situación que le hubiera permitido tener un ente a cargo de su mantenimiento, como es la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos.
Esta comisión con delegados en diversas partes del país, está encargada del mantenimiento de estos monumentos y su restauración, con el fin de preservar el patrimonio arquitectónico que conforman.
El Puente Colgante, a pesar de su trascendencia histórica, no consiguió nunca estos beneficios. Hoy el paso del tiempo le pasa factura a la falta de una herramienta legal para preservar este patrimonio...

Sobre uma publicación del 2003.

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