Al comenzar el siglo XX se puede apreciar que Río Grande y su entorno se dinamiza por la actividad privada. En pocos años se ha formado un núcleo poblacional en torno a la Misión de Nuestra Señora de La Candelaria, escenario de la evangelización católica por iniciativa de los hijos de Don Bosco. Mientras tanto, al norte como al sur del gran río, prosperan los establecimientos ganaderos que tienen muy pocos nombres entre los patrones: Menéndez, Braun y Waldron.
Más hacia el centro de la isla
crece el misterio. La Tierra del Fuego dibuja aquí un escenario de conflictos.
La institución misionera nacida
en 1893 pretende ser la una gran estancia que proporcione los fondos
indispensables para el proyecto salesiano. Y por entonces la acción dirigida
por Monseñor Fagnano comprende Magallanes, Santa Cruz, Malvinas y las dos
Tierras del Fuego: chilena y argentina. Es así como, cuando el 25 de febrero de
1900 se inaugura en Río Gallegos la iglesia bendecida y
dedicada a Nuestra Señora de Luján, se advertirá que su costo –unos $ 60.000-
fueron pagados con la producción de La Candelaria.
La Misión local tendrá un destino más
discreto, el siguiente 25 de marzo su iglesia iniciada dos años antes por el
Padre Juan Bernabé recibirá su bendición, pero aun no tendrá campanario. Eso
sí, arden por primera vez y por ese motivo fuegos artificiales en el cielo
fueguino. Pero además hubo carreras y tiro al blanco.
Para ese invierno se registraron 168
asilados de los cuales 35 son niñas y 42 son niños. Los misioneros se mantienen
en conflicto con la Gobernación toda vez que ocupan tierras reservadas para uso
fiscal, y existen a la vez roces con la autoridad policial instalada en
inmediaciones del puerto hasta el incendio de la comisaría el 24 de julio de
1902.
Al finalizar el primer año se erige una
capilla en el Cabo Domingo la que será bendecida el 11 de enero de 1901.
Desde Ushuaia se reclama la presencia
sacerdotal. El Director de la Misión es capellán de la gobernación pero reside
en Río Grande, el gobernador Carrié cree que es indispensable su desempeño en
el sur donde la población comienza a vivir de la cárcel, lugar en que se alojan
120 presos y 30 menores. Todo esto confluirá en la destitución del Padre
Griffa.
La mortalidad entre los onas adquiere
proporciones alarmantes, llegan a 32 los muertos en La Misión en los primeros
10 meses de 1900, en tanto que la tisis suma 754 en el historial de Isla Dawson
–la otra misión fueguina- desde su instalación. En tanto, los nativos
desplazados por los ganaderos de sus espacios ancestrales ocupan tierras de
otros linajes, con lo que hay crueles enfrentamientos entre sí en la zona de
San Pablo y Yehuin, o combates entre onas y alacalufes.
A esto se debería agregar el efecto no
cuantificado de furias propietarias.
A la inquietud en la relación entre el
blanco y el indígena se sumó otra a fines de 1902, fue cuando se produce la
fuga de los penados militares de Puerto Cook en momentos en que eran
trasladados a Ushuaia, nuevo asiento del presidio. Su dispersión en la Isla
Grande motivó el traslado a nuestro puerto de una partida de 15 soldados
destinados a brindar seguridad.
El crecimiento del latifundio lleva al
gobierno nacional a denegar autorización
a José Menéndez y la Explotadora a comprar nuevas tierras, no obstante ello
habrán adquisiciones con otros nombres Abateiro, C.G.Dieter, Dionisio Casterán,
Edmundo Deschamp, Juan Gregorini, Vicente Baralis, Luis Puncel, D.Gosende,
Manuel Sánchez, Antonio Dieguez, Onofre Sampayo y Fernando Villafañe
peticionan para Menéndez y/o Braun;
O’Connor –que fue el único que recibió tierras en la isla por su participación
en la Conquista del Desierto-, o comparando derechos como en las posesiones de
Repetto.
Con el tiempo algunas nuevas tierras
serán adquiridas a nombre de los hijos mayores.
La Ley 4167 establecía restricciones a
la venta de la Tierra Pública, cuando todavía el 75% de las tierras patagónicas
no tenían quién las usufructe. Con el tiempo dirá Mauricio Braun acerca de esa
política: “aquellos pobladores quedaban sometidos a una merma absurda, fue
lógico entonces esperar que buscaran la manera de defender su patrimonio
solicitando la mitad del lote, o sea diez mil hectáreas a nombre de algún
amigo, pariente, protegido o testaferro que se prestara a gestionar su
arrendamiento para luego, gratuitamente, o a sus expensas, agregarlo a la
explotación de su porción ya escriturada, restituyendo la situación originaria.
No podemos negarle a estos estancieros el derecho de autodefensa ante estas
medidas burocráticas que comprometían su futuro”. Más adelante dirá: “Una buena
parte de estos estancieros eran viejos colaboradores, ex capataces y administradores míos, a
quienes había alentado en sus propósitos de independizarse y que seguían siendo
amigos, protegidos y hasta socios, pues con la palabra de aliento iba el
préstamo para iniciarse y varias veces mi participación capitalista en sus
explotaciones”.
Son estos años también los de inquietud
por una resolución bélica al tema limítrofe entre Argentina Chile, solución que
vendrá con los pactos de Mayo de 1902 y
el arbitraje británico, lo que llevó a que se enrollaran los mapas de los
planteos bélicos tanto en Santiago como en Buenos Aires.
Muy pronto se registrarán acciones
conjuntas de las policías de ambos países persiguiendo malhechores –cuatreros-
en ambas jurisdicciones.
La década registra dos importantes
presencias científicas, la del alemán Lheman Nietsche que realizará
observaciones sobre los onas, y las del sacerdote uruguayo Lino del Valle
Carvajal. Charles W. Furlong recorre por tres meses el norte fueguino pero sin
entrar en nuestro caserío.
La Misión no ve resuelto su tema de
propiedad de la tierra. Y por otra parte crecen las críticas sobre Fagnano, su
endeudamiento, y la riqueza de sus posesiones fueguinas logradas sin mayor
erogación. La situación se torna compleja cuando se acerca el momento de
entregar la concesión sobre la Isla Dawson que Chile le había otorgado a los
salesianos por espacio de veinte años. El número de indígenas había mermado
considerablemente, las deudas no se resolvían, y las buenas ventas de la lana
de la Candelaria siempre quedaba en ser la promesa salvadora. También se baraja
la posibilidad de vender las tierras, quedarse sin la gran estancia misionera,
pero salvar las cuentas que tenían comprometido el destino de la institución a
nivel regional. Pero para eso debían hacerse las tramitaciones y obtener
primero la propiedad sobre un espacio que en hasta el momento solo era objeto
de usurpación. Es así como prosperan las gestiones vía Senado de la Nación para
que se le otorguen en venta las tierras del Lote XLI a ocho integrantes de la
congregación en forma fraccionada, dado que no se permitía la venta de más de
2500 hectáreas.
Esta medida se encontrará con una
determinación contrapuesta cuando el 5 de marzo de 1909 se determine la reserva
fiscal de las tierras de la desembocadura norte del Río Grande.
Poco a poco se iba perfilando un
destino urbano para la región. En 1905 llega Francisco Bilbao como agente de
los Menéndez e instala su casa comercial a partir del negocio levantado por
Javier Soldani en 1898. Este había sido el primer Juez de Paz y se dedicó a un
comercio que denominó El Cañón, el primer establecimiento del que se tenga
conocimiento en el pueblo incipiente. La casa de Bilbao será también hotel y allí
vendrá a morir por 1906 Ralph Newbery, un dentista norteamericano –padre del
pionero de la aviación nacional- dedicado entonces a la búsqueda de oro.
La actividad minera vuelve a brillar en
el futuro económico del norte de la isla. No con la prensa que tuvo la acción
de Julio Popper, pero sí con la conformación de empresas que llegan a unificar
bajo sus derechos casi todos los yacimientos existentes. En El Páramo rondaban algunos oreros
solitarios, en tanto que en el sector chileno se ensayaba con la utilización de
grandes máquinas de excavación y lavado. Pero el norte de la isla era un
espacio casi ajeno a Río Grande. Cullen y Sara, los dos grandes establecimientos
de Waldron y Braun se comunicaban con Punta Arenas por barcos que llegaban a
sus costas.
Ya desde 1903 se anotan sistemáticamente los hechos vitales en el
Registro Civil, función encargada también al Juez de Paz, comprenden a la
población mayoritariamente indígena alojada en la Misión, y son más los datos
de defunciones que de nacimientos.
Por estos años se produce una
exportación lamentable: los Museos de Europa lucen en sus vitrinas cráneos de
fueguinos, algunos de ellos con huellas de impactos de bala.
No obstante ello, lejos, en Buenos
Aires el 17 de Julio de 1904 Julio Argentino Roca hablará de un sueño, es
cuando Monseñor Cagliero le cuenta de las visiones de Don Bosco, ante las
cuales el conquistador del desierto parece no querer quedarse atrás cuando
dice: -“Anoche Monseñor, yo también tuve
un sueño. Estaba en la puerta del Congreso Nacional cuando vi acercarse unos
señores cubiertos con pieles de guanaco. ¿Quienes son ustedes? Les pregunté. Y
ellos me respondieron –Somos los diputados de la Tierra del Fuego”.
Pero el camino del desarrollo
institucional sería lento: en 1903 Río Grande cuenta con una primera estafeta
postal, y para el año siguiente es consignada como capital del departamento de
San Sebastián.
El poderío económico de los Menéndez se
refleja en la imposición de algunos de sus hombres en el manejo de la naciente
“cosa pública”. Alexander Mac Lennan, que con el tiempo será recordado como “El
Chancho Colorado” comparte su labor de mayordomo en la Primera Argentina con el
cargo de Juez de Paz entre el 21 de enero de 1905 y el 2 de abril del año
siguiente. Habrá cruzado en bote, en más de una oportunidad, para pasar
rápidamente de uno a otro asiento de sus funciones.
Y para entonces la gran estancia de la
margen sur comenzará a adquirir fisonomía fabril con el desarrollo de una
grasería. La producción ovina comienza a tener ganancias en otros tópicos que
no son la lana, o la venta de ganado en pié.
Alejado el indio del norte productivo,
recluido en el espacio boscoso, se suprime la policía volante que tenía por
función mantenerlo controlado, y nace paralelamente la misión volante al
impulso de Juan Zenone. Éste buscará al nativo en su refugio y de la mano de
los Bridges tratará de instalar una Misión en Río Fuego, pensando luego en la
adquisición de tierras en la zona del lago Fagnano, una vez que se concretara
la venta de las valiosas extensiones de La Candelaria.
Para fines de la primera década del
siglo XX la Armada Nacional planifica instalar un sistema de radiocomunicaciones
en nuestra población como apoyo a la navegación en el sur.
Corre febrero de 1910 cuando el gobernador de la Tierra del Fuego, Manuel Fernández Valdés, visita Punta Arenas para interesar a los ganaderos locales sobre el financiamiento de un camino entre Río Grande y Ushuaia. El funcionario desde su capital advierte que toda la dinámica de desarrollo del norte fueguino viene desde la ciudad del estrecho, y de allí que ensayara este acercamiento que no tendrá respuesta en lo inmediato. Las estancias de la zona hacen que sus caminos confluyan en salidas exportables, y Ushuaia –si bien se presenta como una plaza importante para el consumo de carnes, dado el crecimiento de su institución penal- ¡Ushuaia deberá esperar!
El gobernador analiza que por entonces
ambas comunidades se comunicaban vía Punta Arenas, lo que demoraba en
navegaciones entre 30 y 40 días, y que la producción ganadera de un lado, se
podía complementar con las reservas madereras del otro. De allí las bondades
del camino. Para 1912 cuando el gobierno cuente con su primer automóvil en la
capital, ya entre nosotros circularán 14.
El ámbito misionero se visualiza en la
creciente acción de Zenone hacia el corazón de la Isla, y la llegada del Padre
José Crema a La Candelaria; con el llegarán sus sobrinos que no tardarán en
convertirse en pobladores.
El desarrollo del establecimiento de
Río Fuego cuenta con el respaldo de la familia Bridges, dejando Lucas un
testimonio concreto de aquella acción cuando se terminó la instalación del
galpón de los peones en su establecimiento:
“el padre Zenoni (SIC) pidió permiso para usarlo como vivienda propia y
asiento de una capilla y una escuela, amén de ayuda pecuniaria para llevar a
feliz término ambas empresas. Después de debatir el asunto en familia,
celebramos un convenio por el cual nos comprometimos a cercar una cuantas
hectáreas de terreno, construir una casita para el sacerdote y su
ayudante, instalar una escuela que
pudiera usarse como capilla, proveer a la misión de leña y otros recursos, y
que el padre Juan guardara cierto número de caballos, bueyes de uncir en
nuestros potreros. En cambio el padre Juan se comprometía a marcharse en el
acto, sin protesta ni discusión, no bien consideráramos sus enseñanzas o
presencia nocivas para la estancia o para los indígenas”.
Para fines de aquel año Fagnano obtiene
20 mil hectáreas cerca del lago, en una zona aun indelimitada y sobre la que
pesaba el proyecto oficial de erigir un parque nacional. Este establecimiento
salesiano será provisto desde Harberton.
A principios de 1911 visitará la Tierra
del Fuego, sin pasar ni por Río Grande, ni por Punta Arenas, el presidente
Roque Sáenz Peña. Mientras está en viaje, el diario La Nación hace la siguiente
apreciación: “Siendo Río Grande el centro del movimiento comercial debiera
trasladarse a este lugar la capital del Territorio, cuyo puerto es accesible
para buques de mediano calado, teniendo establecida una línea semanal de
operaciones de vapores a Punta Arenas. En el sur todavía no hay industrias en
explotación y Ushuaia sólo está habitada por un reducido número de empleados”. La
estancia Primera y Segunda Argentina tendían sus muelles sobre la margen sur y
norte de la desembocadura del río.
Río Grande recibe a los últimos ocupantes de la Misión
de Isla Dawson que ha sido devuelta al gobierno de Chile terminada la concesión
de la que fue objeto dos décadas antes. Son un puñado de niños y mujeres, onas
y alacalufes, que serán atendidos precariamente en La Candelaria donde no hay
sacerdote estable dado el crecimiento de la misión nueva a la que se conocerá
con el nombre de San José.
La Candelaria reducirá su número de
indios a los que puedan trabajar en tareas rurales y recibir un sueldo por
ello, en tanto que pronto se inician acciones destinadas a la venta de sus
tierras. La medida genera descontento. El padre Crema es reemplazado por
Griffa, y sus sobrinos se refugian en la lago. Ferrando, de la mano de una de
las asiladas de Dawson –Leticia Esperanza- deja la congregación. La promesa
inicial es vender todo a Sara Braun, llegándose a firmar los documentos de
compromiso, pero más tarde todo termina en una operación con José Menéndez, y
un pleito con los primeros interesados.
En el Tercer Censo nacional –realizado
en 1914- la zona urbana de Río Grande registrará 150 habitantes. Por entonces
en la Misión existían 82 “indios vestidos”.
Fagnano fallecerá en Santiago el 18 de
septiembre de 1916, para entonces se registraba la presencia de Enrique Zwank,
del Patronato de Indios, interesado –tardíamente- en levantar una reserva
oficial para los nativos fueguinos.
La acción de los testaferros continuó
constante durante la década; Pedro Rodríguez Gonzalo Muñiz, Feliciano García y
Juan Cordeu peticionan para José Montes
que concentraba sobre San Pablo una nueva salida a la producción
pecuaria de ese distante lugar de la Isla Grande; Francisco Bilbao, José
Fernández, Roberto A. Ewing, Armando Carrizo, Guillermo Elliot, Bernardo
Modrenich, Antonio Soldevila peticionan para Menéndez o Braun. El grupo
Menéndez crecerá por compras a José Martiarena y Federico Martínez de Hoz, su
socio por otra parte en las inversiones mineras.
La Gran Guerra llevó en toda la región
al regreso de numerosos trabajadores europeos que participarían en la
contienda, su reemplazo en la emergencia fueron hijos de Chiloé que aprendieron
en naciente oficio del ovejero.
Se impone un trabajo golondrina.
Durante una temporada dinámica, que va de septiembre a fines de abril, la
actividad rural recibe a los trabajadores que devolverá luego a sus lugares de
origen con dineros suficientes en muchos casos para poder vivir el resto del
año. Algunos de aquellos trabajadores rurales eligen ir quedándose, y viven de
pasajeros de estancia en estancia, hacen en los puestos alguna tarea
complementaria pero indispensable: cortar la leña, limpiar algunos cueros, con
el tiempo se los llamará “tumbeadores”, porque trabajan por la comida
representada por la “tumba” de carne en el puchero.
El 8 de febrero de 1916 la Armada
Argentina concreta su primera presencia en la localidad al inaugurar su
estación de radio.
La declaración de la Gran Guerra en
Europa establece un nuevo orden de cosas a nivel mundial. A nivel legislativo
se da intervención para recibir franquicias en la instalación de un
frigorífico. Mientras se genera el primer conflicto gremial de envergadura que
involucra tanto a trabajadores de Chile como Argentina. Todo terminará en la
firma de un primer convenio el 18 de enero de 1917. Junto a diversas mejoras en
las condiciones de vida se acordará el pago de salarios entre el 1 y e1 3 de
cada mes, una mejora en las remuneraciones promedio del 15%. La situación de
intranquilidad demostró a las autoridades cuantos estancieros existían sólo de
nombre en el norte fueguino.
El 11 de abril, en dependencias de la
Primera Argentina, se realiza la primera asamblea de la Compañía Frigorífica
Argentina, una industria destinada a transformar la dinámica del desarrollo del
incipiente pueblo. Aparecerá como un sindicato de capitalistas ingleses,
chilenos y argentinos. Con su sola presencia se consolidarán instituciones del
estado: como la Ayudantía Marítima, y algo más tarde la Receptoría de Rentas de
Aduana. A la vez que se recibirá una concesión por 35 años para el tendido de
una red telefónica que vinculará a todos los establecimientos ganaderos entre
el lago y Espíritu Santo, con la factible vinculación con los establecimientos
chilenos.
El 9 de febrero de 1918 se inicia la
primera faena, el 21 de mayo se realizará el primer embarque de carne
congelada. De por medio, en Buenos Aires, fallece el mentor de todas estas
iniciativas progresistas: José Menéndez.
Las operaciones se realizan pese a la
precaria entrada de puerto que supone el río Grande, donde se trabaja
atendiendo al ritmo de la marea puesto que los barcos quedan en seco cuando
esta baja. Son pequeñas embarcaciones que sin quebrar la cadena de frío deben
llegar en el invierno con su carga de carne a las grandes embarcaciones
ancladas mar adentro: los caponeros, naves que reúnen en sus bodegas toda la
producción regional.
¿Pero que es el frío en la Tierra del
Fuego? Nada que asuste plenamente. Los
obreros del frigorífico en sus cámaras muchas veces disfrutan de temperaturas
inferiores a los que sobre el puerto acomodan las cargas.
Es entonces cuando recorre la zona el
Capitán del Ejército de Chile Arturo Fuentes Rabe, quien dejará las siguientes
impresiones: “Casi un kilómetro y medio al norte de “Río Grande”, se levantan
hacia los cielos, los tentáculos de acero de una Estación Radiográfica; es la
primera que encontramos en la Isla y ella se presenta haciendo estraño
contraste con la despreocupación que merece aquel terreno que hemos recorrido
en la parte chilena”. (...) “Río grande no es un centro de gran actividad
comercial e industrial, es un centro netamente ganadero y puerto particular de
una firma de Punta Arenas: Menéndez Behety”. (...) “Los matrimonios en la Isla,
permanecen sin legalizarse o están legalizados en la República Argentina, cuyo
Gobierno no omite sacrificios en este sentido, manteniendo en Tierra del Fuego
dos oficinas de Rejistro Civil, una en “Río Grande” y otra en Ushuaia”.(...)”La
mayoría de los habitantes de la Isla Grande, a pesar de haber nacido en Chile,
son ciudadanos arjentinos. Ciudadanía estranjera que aumenta considerablemente
a medida que se avanza hacia el Sur”.(...)”El gobierno mantiene en aquel punto
un servicio de veterinaria atendido por un profesional titulado”.
Cerramos la década recordando cómo el
27 de mayo de 1913 se inauguró en La Misión el observatorio meteorológico, una
iniciativa marcada por el paso del Padre Maggiorino Borgatello en el directoriado
de la casa.
En tanto que el 19 de enero de 1919 se
registra la llegada del sacerdote austríaco Martín Gusinde quien inicia de esta
forma un abordaje profundo en el conocimiento del mundo material y espiritual
de los nativos fueguinos, en momentos que la declinación numérica hace evidente
su extinción: “Allí, en Puerto Río Grande, vi también por primera vez,
auténticos fueguinos. ¡Qué sorpresa, pero al mismo tiempo, qué
desilusión!.-escribirá en su diario de viajero- ¡Eran hombres grandes y hermosos,
pero cubiertos con andrajosa ropa europea! Inmediatamente comprendí que a estos
hijos de la naturaleza no les quedaba bien nuestra ropa de fábrica sin estilo,
que les da en verdad la apariencia de miserables vagabundos. Me dio pena verlos
así, pues su amable e innato sentido de belleza es violado por la imposición
del mal gusto europeo”.
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