Por estos días en nuestra presentación que titulamos por Facebook como Del periodismo fueguino, de portada y nota principal de la revista Noticias, le hemos solicitado a su impulsor –Enrique Bischof- de algunos recuerdos, como que el redactó de la siguiente manera:
No
sé si alguna vez me lo preguntaron, pero si tengo que destacar alguna virtud de
mi labor como periodista, destaco dos: en primer lugar, la habilidad para tomar
una información y transformarla en noticia y, por otra parte, el oficio de
utilizar la fórmula de la entrevista o el reportaje para que el ida y vuelta
con los entrevistados resulte atractivo, permita sacar conclusiones y genere
opinión. Recursos que, sin falsa modestia, supe explotar muy bien.
Me
tomo la licencia de hablar en primera persona y comenzar con un autoelogio no
por egocéntrico sino como un implícito reconocimiento a aquellos que -quizás
sin saberlo- modelaron mi ejercicio periodístico. En esa lista debería incluir
a afamados profesionales a quienes en la mayoría de los casos no tuve la
oportunidad de conocer personalmente y también a colegas cercanos con los que
compartí el mismo espacio de trabajo, especialmente en Radio Nacional donde
sobresale -sin duda alguna- la figura de Oscar Domingo Gutierrez.
Trabajé
en el periodismo radial durante la mayor parte de mi actividad, pero también
incursioné en televisión y en el periodismo escrito.
Fui emprendedor (sería pretensioso decir
empresario) de un medio propio: la revista Presencia, un mensuario que surgió a
fines de los años ´70 como una iniciativa personal a la que luego se sumó Olga
Gonzalez.
En
la redacción de notas y artículos de opinión contábamos con el aporte de
colaboradores como el propio Mingo Gutierrez, Carlos Ratier, Néstor Aloras y
Anibal Allen; las fotografías estaban a cargo de Jorge Flores y la impresión se
hacía en los talleres gráficos que Rubén Ramírez tenía en la ciudad de
Chacabuco, provincia de Buenos Aires, antes de instalarse con su imprenta en
Río Grande.
La
revista no tenía un diseño preestablecido, el contenido debía contemplar la
temporalidad de su vigencia al momento de su publicación, la edición se
resolvía sobre la marcha de acuerdo con la disponibilidad de espacios. El material se enviaba por correo y los
ejemplares impresos eran transportados por el mismo Ramírez como parte de su
equipaje en sus vuelos a Tierra del Fuego. Obviamente los costos operativos se
solventaban con la venta de publicidad, aunque a veces lo facturado no
alcanzaba para cubrir todos los gastos.
No
puedo decir que Presencia fue un fracaso, pero al cabo de cinco números, el
proyecto desvaneció. Las cuentas no cerraban y el producto en sí mismo no
respondió a las expectativas que motorizaron su puesta en marcha.
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