El Suboficial Benítez ensayó durante más de
una semana lo que sería la ceremonia inaugural de la colocación del mástil, la
bandea y el destacamento de la Prefectura Naval Argentina en Espíritu Santo.
Hasta entonces el Cabo había tenido tan sólo referencias del lugar al que se lo
sabe como el extremo norte de la
Isla Grande de Tierra del Fuego. Al entrar en detalles de lo
que sería el acto, para el cual se desplazaría medio mundo, ocupó parte de su
tiempo como Operador de Radio Nacional para juzgar su desempeño en lo
protocolar del momento. Nosotros lo veíamos encerarse en el estudio mayor en el
cual, en una de sus esquinas, ante un grabador Magnecord a cinta que servía
para editar algunos programas seguí la rutina impuesta y energizaba órdenes.
El día del acontecimiento la plana mayor lo
vio a Fabián Sebastián enfrascándose en su papel, pensando tal vez en su
Esquina natal, en esa esquina de la Isla Grande, sector argentino. Y asistió la
radio. Y asistió la televisión, aunque bien se cuidaron de mostrar que a unos
pocos metros, al otro lado del alambre, existía una guarnición similar, pero
primera, que custodiaba lo que es soberanía para Chile.
Cuando se ingresa al laberinto petrolero de
rutas que recorre la
Estancia Cullen la intuición es el hilo de Ariadna. Por eso,
sin tener más memoria que la vista al mapa en la oficina del establecimiento, y
alguna memoria de una antigua travesía a caballo, se pasó por el puesto donde
Don Juan Reiñanco ya había salido con un arreo y se continuó en rumbo noroeste
tratando de llegar al extremo norte de nuestra provincia.
Nos dice la Toponimia editada por el
Instituto Geográfico Militar que debe su nombre el Cabo Espíritu Santo a la
expedición que realizara en la zona el marino español Frey García Jofré de
Loaysa, dado que una de sus naves, la tripulada por Juan Sebastián Elcano –que
llevaba el nombre de Santi-spiritus, había naufragado en inmediaciones del Cabo
Vírgenes. Con otros nombres lo conocieron gente de distintas nacionalidades, y
entre los nuestros –después de haberlo visto- me quedo con la voz Tarrsen que
significa Barranco a pique.
Lo que el tratado de límites de 1881 resolvió
en los papeles no fue tan fácil de hacerlo en el mismo terreno. El Cabo
Espíritu Santo era, a la luz de los acuerdos, el límite norte de la demarcación
argentino-chilena en la
Isla Grande, entendiéndose su ubicación como los 60 grados 38
minutos oeste de Greenwich, pero en el trabajo topográfico esto no fue así: una
línea de estas características le dejaba a Chile salida al Atlántico por la Bahía San Sebastián y
toda Ushuaia en manos extranjeras, asi fue como el Hito1 fue objeto de la
cordura al levantarse en el lugar en 1894.
Llegar hasta Cullen exponernos a un paso del
confín norte. Divisar entre el laberinto de las huellas una amplia laguna y un
promontorio al fondo es descubrir el destino. Pasar junto a la baliza ciega,
descubrir la surgencia de agua… subir, subir, subir.
Las fotos son elocuentes sobre lo externo del
momento. Recorrimos el límite del alambre donde otros días la Comisión de límites se
perpetuó sin perpetuar sus nombres. Aquí, el flexiplás retocido por la lluvia y
el sol, algo que fue el piso de la vivienda donde la Argentina estaba algo
más que en los papeles. Allá una construcción prolijamente pintada con el
nombre de lugar. Acá, los túmulos de cemento
de los que fueron algunas instalaciones sanitarias. Allá, un generador
eólico y un faro de clara intermitencia. Aquí, un mástil sin driza ni bandera,
un mástil inclinado curiosamente contra el viento. Allá, el enhiesto hierro
donde flamea la bandera del país vecino. De este lado ninguna bandera
argentina, por tierra señales que identifican la presencia de TOTAL; la nueva
petrolera. Allá, un vehículo japonés al servio de los que no asomaron para
controlar nuestra incursión. Y las mariposas extrañas.. de un mediodía en que
bajé el barranco, caminé la costa, mojé mis manos en el Atlántico, divisé a lo
lejos las plataformas petroleras; las mariposas que, sin contemplación de mi
estupor por el descubrimiento, volaban de un lado a otro: ora por los suelos y
cielos de Chile, otra por suelos y cielos de esta otra patria.
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