FUNES: Aquel caricaturista en Ushuaia

 

En la imagen superior se aprecia el colorido trabajo, y el mundo gauchesco en el cual se ve envuelto una persona que esgrime la enorme espada de la JUSTICIA.

Como que esta me fue proporcionada por Enrique Varas bien puede ser que se trate de su padre -Arturo- que en algún momento también se desenvolvió en el sistema penitenciariol

Juez de Paz en Río Grande, carcelero en Ushuaia.



Esta otra no tiene inscripción alguna, será un autorretrato de este artista al que podríamos comenzar a indagar y llevarlo al panteón de las artes plásticas fueguinas? Suponemos que este Funes no vivía plenamente de su arte, aunque el mismo debería ser demandado por las personas de mejor humor.

Y algún otro puede tener trabajos como estos, o darse cuenta de las técnicas empleadas.



Y aquí tenemos a un hombre de la radiotelerafía. Hay un conjunto de firmas poco legibles dada la calidad de la copia, y el tiempo que ha transcurrido hasta el presente pudiendo ser gente que estaba de paso, por traslados y visitas, y que se llevaban esta pormenorizada mirada que más tarde podrían encuadrar y decir a dónde habían llegado, como trabajaban y como se divertían.




En esta otra aparece un extendido membrete, el nombre de Teniente de Navío Don Juan Ramón Herrera y lo que es apreciable la firma de retratado, a quien se lo presenta como un gigante, y otra situación destacada: la fecha del 26 de febrero de 1925. Con lo que podemos pensar que todas las otras reprooducciones se daban durante esa década.




Aquí nos encontramos con la existencia fueguina de otro hombre poderoso con una gran navaja de la Dirección de Tierras y Colonías con lo que se intuye que hay que estar atento: ¡Cuándo la barba de tu vecino...! Lo que nosotros agregamos sobre el refrán: veas cortar, por la tuya a remojar.

Como actor de reparto aparece un hombre escuchando una vitrola.




Y aquí está el Teniente de Fragatao Domingo Frugot,  y siendo el segundo marino de ese año imaginamos que es comandante de alguna de las unidades militares que visitaban o custodiaban nuestro sur. A sus pìes se divisa un cupido con lo que creemos que algunos corazones se rompían en aquellos años, por nuestra no tan fría comarca.

Imaginamos una cena de despedida, se le entrega al teniente este trabajo, está presente el artista, y los concurrentes estampan sus millonarias.

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