LRA 24 Y SU CINCUENTENARIO.37. “De cómo se logró la grabación primera de Walter Buscemi, en un cassette que ya está en la historia de nuestras representaciones artístico culturales"

 


 Fue en 1986 cuando se logró en Río Grande la primera producción íntegramente fueguina, el cassette de Walter Buscemi que llevó por título: Tierra del Fuego a Fuego.

Walter contaba con 29 años recién cumplidos y se encontraba de regreso. Sus primeros pasos en la canción habían sido cosa de la adolescencia. La terminación de la escuela secundaria lo llevó a conocer otros escenarios, a andar el país con sus búsquedas interminables, donde en algún momento se hizo conocer con el apellido de su madre: Ferreira.

Pero en Río Grande el Buscemi no podía ser otra cosa, y sobre las viejas canciones -ensayos y primeras armas del compositor que andaba en él- nació el repertorio del regreso, marcado por un tiempo en que la naciente democracia dejaba amplios espacios para la expresión.

El chico de la CAP ya era el cantor del pueblo, y analizó entre amigos la posibilidad de generar una grabación que lo proyectara desde los espacios inmediatos donde se lo conocía, hacia todo lugar y tiempo donde se podría apreciar sus logros, y encontrar en él la identidad de un cancionero fueguino en gestación.

El lugar apropiado no era otro que LRA 24 -Radio Nacional Río Grande -, y la autorización del Director, Don Miguel Bersier, le abrió las puertas. La emisora contaba con equipamientos indispensables para la tarea: los micrófonos Newman, que pese a estar en servicios desde la inauguración de la filial -en 1973- eran de lo mejor que se podía reclamar, los grabadores Revox, con los que había sido reequipada la emisora luego de la inauguración de sus señal de Frecuencia Modulada Estereofónica; y algo más importante todavía: la condición acústica de su estudio mayor donde fue a montarse el estudio de grabación.

Piezas fundamentales fueron dos hombres: Daniel José Pisano, operador de la casa radial, quien controló todo lo referente al registro en cinta abierta; y Alejandro Crocci, un empleado de Aerolíneas Argentina, que tenía además de las ganas de realizar la mezcla, la consola apropiada para la tarea a desarrollar.

El trabajo fue durante el mes de agosto, a lo largo de dos semanas, de lunes a viernes; con la necesaria interrupción de martes y jueves porque ese día Alejandro debía atender los vuelos nocturnos.

En todo esto rondaban ciertas presencias amigas; el flaco Leite (Daniel), Osvaldo Muñoz, y la gente del turno noche de Nacional, más los curiosos que llegaban en punta de pie por el pasillo del piso alto, como previniendo cualquier alteración que podría dar por tierra el trabajo paciente del músico y los técnicos.

Cuando al fin se terminó con el trabajo local, se acudió en Buenos Aires al Estudio Moebio. El producto resaltó la marca de calidad y laboriosidad que orientó todas esas noches. “Después -recordaba Pisano- me quedé medio vacío, porque todo aquello se vivía con una gran intensidad, y de pronto terminó. Por suerte, y durante algún tiempo, hasta que el cassette llegó a nuestras manos, se presentó y comenzó su venta, nos fuimos encontrando para festejar… y eso con Walter es tarea de nunca acabar.

 

Rastros en el Río

Diario El Sureño

20 de Mayo de 2001

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