LOS PUENTES DE LA MEMORIA. “Muy pocas veces he tomado un arma en mi mano, pero nunca una que me confesara su trayectoria de vida y de muerte” (*)

 

Don Hernán Cortés nos recibió en su casa de Temperley después de haber conversado con él en varias oportunidades sobre la vida de su abuelo. Queríamos saber algo más del destino de quien fuera altamente ponderado en los escritos de Juan Esteban Belza: Don Ramón Lucio Cortés. Hasta ese momento sólo habíamos tropezado con dificultades: sabíamos por los libros de la serie “En la isla de fuego” que su fallecimiento se había producido en Banfield el 17 de octubre de 1948, y con este dado concurrimos al cementerio de Lomas de Zamora: para encontrar la tumba primero, y luego los parientes que estarían a cargo de ella. Pero en Lomas no estaba sepultado. Ni en Remedios de Escalada, ni en Lanús. El diario La Unión no nos aportó noticias sobre el deceso de nuestro hombre, pese a que consultamos unos tres meses de aquel año, distrayéndonos con los anuncios que hablaban –el 27 de octubre de 1948-, en que el vapor Génova llegaba a Ushuaia la migración italiana.

 

Sabíamos que Ramón Lucio Cortes había sido Presidente del Concejo Deliberante de Lomas, y a su municipio fuimos ingresando por la Oficina de Prensa. Allí Danilo Manzini –el admirado cronista de internacionales de la Opinión- y Tito Medina me orientaron hacia la Subsecretaría de Gobierno; allí se me informó que tras el golpe del ’66 un coronel mandó a quemar archivos y entre los detalles rescatados aparecían los periodos en que nuestro hombre había sido concejal y algo más importante: Secretario de Obras Públicas. Digo más importante puesto que el edificio municipal, del que ese partido se enorgullece, fue construido durante su gestión: es un edificio que se muestra aún hoy holgado para dar cabida a los 3000 empleados que tiene esa comuna de 600.000 almas.

Hernán Cortés, hijo del ushuaiense Hernán Cortés, hijo a su vez de Ramón Lucio trabajaba allí cerca: era el administrador del Colegio “Presbítero Saenz”, que depende del obispado. Hernán había sido Secretario de Gobierno durante el proceso.

 

Por el supe que no era correcta la fecha que da Belza del deceso del abuelo, que la apasionante personalidad de este político conservador que antes fue Jefe Policial y del Presidio de Tierra del Fuego, en realidad... había muerto en 1958.

 

Pude juntarme así con documentación que considera interesante para perfilar su vida, incluso más allá de la experiencia fueguina.

 

Cortés nieto lamentaba la pérdida de la documentación de su antepasado, es la que Belza presenta en sus escritos, entre ella la libreta de apuntes personales sobre su incursiones en la Isla Grande. El Presidente del Instituto de Investigaciones Históricas Tierra del Fuego conservó la documentación y a su muerte, que estuvo precedida de una prolongada dolencia que limitó su conciencia, nada pudo hacerse para recuperar –la familia- los papeles del abuelo.

Quedé con Cortés en hacer de intermediario para averiguar si entre la anunciada donación de todos los bienes culturales que fueran del Instituto al Museo del Fin del Mundo, se encontraba la libreta que en Don Bosco 4002, solar de Almagro de los salesianos, nunca apareció, las consultas hechas telefónicamente a Pablo Zanola nos dieron respuestas negativas.

 

No obstante esto Hernán se siente halagado por el buen recuerdo del nombre del abuelo que existe en la nueva provincia, y tiene el porosito de trasladarse a Ushuaia para hacer entrega del arma que fuera de Ramón Lucio, y lo acompañara en toda su experiencia fueguina. Me acerco a una fotocopia de la carta que le cursara  el 11 de marzo de 1979 el Padre Belza, donde el previsión de la inauguración del Museo Territorial el 25 de mayo le sugería: “¡Qué bueno sería que aparecieran recuerdos de don Ramón L. Cortés! –y agregaba- “El gobierno fueguino recibe estas piezas en préstamo, custodio o donación, debidamente documentada”.

Le advertí a Hernán Cortés que el conocimiento de la existencia del arma, y de la intención de cederla, podría mover el celo de la institución policial sobre su custodia; en la misma conversación telefónica sostenida con Zanola éste me informó que ya todos los bienes históricos de la policía están en su esfera de competencia.

 

Y al fin: ¡aquí está el arma! Es una pistola Mauser con culatín en la que volqué mi curiosidad fotográfica para presentarla a todos ustedes. El estuche de madera que la encierra se inserta en la empuñadura y así se convierte en un pequeño fusil.

 

Con esta arma Ramón Lucio Cortés mató a Sekriot, a Capelo como le llamaban entonces, al Ona Guerrillero de la saga de Belza.



La fotos fueron tomadas sobre el piso de la casa de Herenán, menos la última de una réplica que se comercializa actualmente identificada como modelo C-96, señalando con ese número el año de su entrada a mercado -1896.

(*) El presente Rastro fue escrito en 1904 para su publicación en El Sureño.

 

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