Don Hernán Cortés nos recibió en su casa de
Temperley después de haber conversado con él en varias oportunidades sobre la
vida de su abuelo. Queríamos saber algo más del destino de quien fuera
altamente ponderado en los escritos de Juan Esteban Belza: Don Ramón Lucio
Cortés. Hasta ese momento sólo habíamos tropezado con dificultades: sabíamos
por los libros de la serie “En la isla de fuego” que su fallecimiento se había
producido en Banfield el 17 de octubre de 1948, y con este dado concurrimos al
cementerio de Lomas de Zamora: para encontrar la tumba primero, y luego los
parientes que estarían a cargo de ella. Pero en Lomas no estaba sepultado. Ni
en Remedios de Escalada, ni en Lanús. El diario
Sabíamos que Ramón Lucio Cortes había sido
Presidente del Concejo Deliberante de Lomas, y a su municipio fuimos ingresando
por
Hernán Cortés, hijo del ushuaiense Hernán Cortés, hijo a su vez de Ramón Lucio trabajaba allí cerca: era el administrador del Colegio “Presbítero Saenz”, que depende del obispado. Hernán había sido Secretario de Gobierno durante el proceso.
Por el supe que no era correcta la fecha que
da Belza del deceso del abuelo, que la apasionante personalidad de este
político conservador que antes fue Jefe Policial y del Presidio de Tierra del
Fuego, en realidad... había muerto en 1958.
Pude juntarme así con documentación que
considera interesante para perfilar su vida, incluso más allá de la experiencia
fueguina.
Cortés nieto lamentaba la pérdida de la
documentación de su antepasado, es la que Belza presenta en sus escritos, entre
ella la libreta de apuntes personales sobre su incursiones en
Quedé con Cortés en hacer de intermediario
para averiguar si entre la anunciada donación de todos los bienes culturales
que fueran del Instituto al Museo del Fin del Mundo, se encontraba la libreta
que en Don Bosco 4002, solar de Almagro de los salesianos, nunca apareció, las
consultas hechas telefónicamente a Pablo Zanola nos dieron respuestas
negativas.
No obstante esto Hernán se siente halagado por
el buen recuerdo del nombre del abuelo que existe en la nueva provincia, y
tiene el porosito de trasladarse a Ushuaia para hacer entrega del arma que
fuera de Ramón Lucio, y lo acompañara en toda su experiencia fueguina. Me
acerco a una fotocopia de la carta que le cursara el 11 de marzo de 1979 el Padre Belza, donde
el previsión de la inauguración del Museo Territorial el 25 de mayo le sugería:
“¡Qué bueno sería que aparecieran recuerdos de don Ramón L. Cortés! –y
agregaba- “El gobierno fueguino recibe estas piezas en préstamo, custodio o
donación, debidamente documentada”.
Le advertí a Hernán Cortés que el conocimiento de la existencia del arma, y de la intención de cederla, podría mover el celo de la institución policial sobre su custodia; en la misma conversación telefónica sostenida con Zanola éste me informó que ya todos los bienes históricos de la policía están en su esfera de competencia.
Y al fin: ¡aquí está el arma! Es una pistola
Mauser con culatín en la que volqué mi curiosidad fotográfica para presentarla
a todos ustedes. El estuche de madera que la encierra se inserta en la
empuñadura y así se convierte en un pequeño fusil.
Con esta arma Ramón Lucio Cortés mató a
Sekriot, a Capelo como le llamaban entonces, al Ona Guerrillero de la saga de
Belza.
La fotos fueron tomadas sobre el piso de la casa de Herenán, menos la última de una réplica que se comercializa actualmente identificada como modelo C-96, señalando con ese número el año de su entrada a mercado -1896.
(*) El presente Rastro fue escrito en 1904 para su publicación en El Sureño.
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