Carlos Vega Delgado y
Carlos Vega Cacabelos realizaron un análisis sobre los contenidos de esta
revista que en Chile publicaba la empresa ferroviaria del estado. Y entre ellos
emerge esta nota, de la cual se adjunta una extracto:
“Timaukel es el ser supremo. El que no se
nombra. El que está más arriba de las estrellas. Ha sido siempre ´kaspi´,
espíritu y por eso es inmortal. Oye y ve todo. Lee el pensamiento. Creó la
tierra sin formas y el cielo sin estrellas”. En su relato, Coloane hace
hincapié en ciertas similitudes que alcanzan las leyendas de los selknam con
ciertos pasajes de la cultura cristiana occidental y continúa: “Después ordenó
a Kenós, su ayudante, que ordenara el mundo como le conocemos. Kenós llegó al
Onasín (tierra de los onas), tomó dos puñados de barro de un pantano y los
apretó hasta formar con ellos un órgano genital masculino y otro femenino y los
colocó uno al lado del otro y se fue. En la noche se juntaron e hicieron el
primer hombre. Noche a noche hicieron a un hombre o a una mujer, y así el
Onasín se fue poblando”.
El afamado escritor
regional trabajó en su juventud, 1929, con cadente en Estancia Sara.
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