Como una campana que tañe en la noche de los tiempos, hay una búsqueda que ya deja de ser reciente y que repercute entre los que miran el
ayer de nuestro lugar: es la tesis doctoral identificada como “La producción de
espacio residencial en el proceso de expansión urbano-territorial de Río Grande
(Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur) entre los siglos XIX-XX),
con la que Nadia Fink avanzó desde la sociología a la geografía en el meduloso
escenario de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Hijo menor de esa investigación es la publicación que se ha
logrado en la revista Magallania, en Punta Arenas, esta la becaria del
CONICET, la UNTDF –en donde se desempeña como docente- y la una beca postdoctoral, da a luz un trabajo que está citado como Ciudad de Río Grande (Argentina) o la disputa
territorial por la desembocadura de un río isleño (1881-1926); escalón que
comprende su mirada sobre las circunstancias vividas entre la firma de los
acuerdos demarcatorios de límites entre Chile y Argentina, y la delimitación
del espacio público urbano en la temprana vida de nuestra comunidad.
El Abstract de esta publicación que ha logrado un versión
final el pasado 7 de junio nos dice que: El origen de las ciudades fueguinas
argentinas suele vincularse a hechos puntuales o asociados a actos oficiales,
como, por ejemplo, los decretos estatales de fundación. Sin embargo, otra
perspectiva para comprender el surgimiento de los centros urbano isleños es
recuperar danámicas y actores desde un enfoque centrado en los procesos y
prácticas territorial. En este trabajo se propone revisar el surgimiento de la
ciudad de Río Grande desde la perspectiva de las lógicas y actores
territoriales. En esa línea se identifican cuatro acores, Selk’nam, misional,
estatal y estanciero, cuyos usos, apropiaciones y dominaciones (territorialidades)
se pusieron en juego en un área geofráfica especifica cómo es la desembocadura
del río Grande en el noreste de la Isla Grande de la Tierra del Fuego (lado
argentino)”. Ya con esta presentación que desborda nuestra simple curiosidad y
nos exige adentrando en las profundas aguas a las que un enfoque
teórico-metodológico cualitativo que nos lleva por la consulta hecha por Fink
en las extensas fuentes documentales que ordenaron su investigación.
La Territorialidad selk’nam nos lleva a los tiempos en que
este lugar era ordenado a partir de un espacio mítico, donde la tierra fue distribuida a partir de los cielos, donde el río era la separación del universo
norte-sur de estos pueblos originarios. Abundante en citas de los distintos escritos que desde la experiencias o la ciencia ham desarrollado el tema, se
incorpora al saber promedio que podemos tener en la materia el conocimiento
emanado por firmas a ponderar, como es
el caso de Oteiza y su reciente elaboración de Los caminos en Fuegopatagonia.
Una encrucijada entre territorio y cartografía.
Y atados a esta última palabra encontramos la construcción
de los manejos del espacio concentrado
en un Croquis Territorial Sel´nam salesiano y estanciero de la desembocadura
del río Grande, por 1917¸un fragmento de la mensura de los lotes circundantes
al propiamente conocido como el 41, sobre el cual se levantaría nuestro centro
urbano; el plano de la mensura de 1926 –fecha que limita el desarrollo del tema
del artículo-, y la planta urbana actual, más el croquis policial de Río Grande
datado en 1924 en tramites del ministerio del interior, es decir levemente
posterior a la creación de la colonia agrícola (1921).
Al ritmo de nuestra lectura debemos señalar que al llegar a
la Emergencia de nuevas territoriedades en contexto, me he visto compelido a
repasar nuestra mirada en razón de considerar a esta parte de la exposición
investigativa como altamente destacable para la compresión de la búsqueda de la
autora. Es que así se cuenta como si bien las acciones misionales, estancieras y
estatales se dan por concretadas recien al cobrar ingerencia en nuestra geografía
el Estado nacional argentino; hay una situación de autonomías dadas en parte
por la lejanía de los centros de proyección gubernamental, y a la dinámica
propia de un proceso de incorporación de estas áreas a las urgencias de
explotación por parte de los intereses propios del liberalismo
extractivista -aquí estos conceptos son
míos a la hora de logar una síntesis- , con el relato de los viajeros, los
exploradores y la explotación ovina del lugar, en un lugar situado al borde el
país y del mundo conocido, y con un epicentro sustancial dado por Punta Arenas,
su liberalidad y su conectividad en tiempos de las grandes navegaciones
comerciales anteriores del Canal de Panamá.
En esta situación aparece la Territorialidad misional,
cuando al menos en los papeles ya se estaba
gestando desde afuera de la comarca la apropiación de la tierra
circundante a la desembocadura del gran río. Es cuando los salesianos plantean
su modelo reduccional, tanto en el sector chileno como en el argentino, dando vida
al norte del curso hidrográfico demarcatorio de la las grandes estepas a la misión
de Nuestra Señora de La Candelaria, pensada a la vez como un centro de espiritualidad
pero también de productividad estancieril. Entonces aparece la idea de una
territorialidad “multiescalar”.
Ciudad de Río Grande nos va adentrando paulatinamente en un
léxico nuevo para compendiar las realidades comprendidas por el lector iniciado
en las temáticas del sur, señalando para el caso que no sería fácil que alguien
tuviera como primera lectura de esta realidad al avanzado ensayo de Fink.
Se va describiendo las circunstancias que movilizan la
presencia salesiana, hasta que llegado el momento de la “ausencia de
misionandos” se sale a buscarlos en los espacios sureños, con misiones volantes
por río Fuego, y lago Khami –hoy Fagnano. Es cuando desde la congregación
arreciaban críticas hacia la policía territorial –he aquí el estado- como que
estaba subordinada a los estancieros, en un marco de relaciones donde los
indígenas pasaron a ser “un problema”.
Productos de la interrupción de las relaciones entre el
Estado argentino y la Santa sede es que desde el comienzo se ve afectada la
posibilidad de tener acceso a la propiedad de la tierra, que aparece no a
nombre de la Pía Sociedad sinó de algunos de sus integrantes. Esta
situación irá demorando lo que finalmente fue una situación inexorable: la
traslación de dominio de los bienes pecuarios a los grandes empresarios
magallánicos.
Tras este largo enfoque aparecen en situación complementaria
dos capítulos a los que se identifica como La territorialidad estatal y la territorialidad estanciera con lo que se
llega al Surgimiento de Río Grande ciudad, y aquí se presenta el devenir desde
el momento en que se vió la necesidad de generar un contrapuerto argentino al
ya pujante Porvenir, en el sector chilenos de la Isla Grande, pensado como un
embudo colector de producción hacia la absorbente capital magallánica.
Aquí se ve confrontar los proyectos encontrados en la
esfera gubernamental, donde no siempre lo propuesto desde la gobernación –poder
delegado- eran coincidentes con lo que finalmente aprobaba Buenos Aires y su
poder delegante. El análisis de Fink se enriquece con el tratamiento menudo de dos informes uno dado en 1919 y otro en 1926, donde el Capitán de Fragata Juan
Ezquerra, y el inspector de tierra, Alfredo Recke dan noticias sobre las
problemáticas del sector rural disperso que exigían la presencia de un espacio
urbano. De allí las mensuras, las 98 manzanas y sus quintas, la articulación de
la vida riograndense en dependencia de tareas estacionales en el ámbito rural,
y una comunicación portuaria deficiente.
En sus Consideraciones finales: repensar los relatos de origen
urbano Nadia Fink levanta un trampolín para futuras investigaciones con un
relato que –lógicamente queridos lectores- no vamos a spoliar.
Solo diremos como relación final de nuestra presentación que
de la lectura de la bibliografía de este trabajo emerge una reflexión; ¡cuántas
obras tenemos para consultar! Nadia Fink ya lo ha hecho.
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