Nos detenemos en un momento cuando el entonces Presidente Hipólito Yrigoyen firma el 11 de julio de 1921 el decreto por el cual entre muchos otros emprendimientos da origen a la Colonia Agrícola de Río Grande. Esta resolución no cambia en mucho en lo inmediato la vida de este puerto, y tal vez permaneció desconocida para la mayoría de la población que habrá recordado como la noticia del año al naufragio del Piedra Buena en Caleta La Misión.
Río Grande experimenta de
continuo la incomunicación: un sistema telefónico no obstante genera una
vinculación, que aunque trabajosa es eficiente, entre el campo y la ciudad; en
tanto que la estación de radio, administrada por la Armada levanta su enorme
antena en la costa, posibilitando rondas de enlace con el norte del país.
Para 1926 el Ingeniero Jesús
Varela habrá realizado la mensura, y con ella Río Grande contará con un plano
para expandirse ordenadamente. Hay un sector urbano amplio, y un sector de
quintas y chacras. Sobre estas últimas tendría que haberse consolidado la
denominada Colonia Agrícola, pero los emprendimientos fueron mínimos, y subsidiarios
del comercio y la ganadería en mayor escala.
Para el 10 de septiembre de 1922
es una realidad la primer escuela fiscal, atrás de esta idea anduvo un maestro
Telmo José Suárez, que consiguió de Ramón Sosa –encargado de la Ayudantía- la
sesión de su pequeña casita sobre la actual calle 11 de julio entre Perito
Moreno y San Martín, y allí comenzó el dictado de clases. Todo muy irregular,
teniendo en cuenta que los niños eran pocos y el tiempo del maestro también,
puesto que debía atender el Juzgado de Paz, el Registro Civil, el Registro de
Créditos Prendarios, la Oficina Enroladora y la Dirección de Tierras.
Es en estos años cuando se
implementa en el norte fueguino toda una “reforma agraria”. Las tierras
fiscales, hasta entonces empleadas en el pastoreo por las firmas preexistentes,
son entregadas a nuevos adjudicatarios, lo que da lugar a conflictos por su
posesión, a circunstancia de desalojo y a manejos irregulares que llevaron a
hablar de los “palos blancos”; “nuevos pobladores” que en realidad trabajaban
con capitales y al servicio de los “viejos pobladores”. Los ribetes
conflictivos del problema se instalarán incluso en una interpelación
parlamentaria en la cámara de Diputados de la Nación, donde Suárez –puntano de
nacimiento- encuentra en un comprovinciano –el diputado Quiroga- un agente denunciante del escándalo de las
tierras fueguinas.
Pero todo esto no prosperará
cuando en 1930 un golpe de estado ponga fin a las cuestiones radicales en todo
el país.
Antes, en 1928, el gobernador
José María Gómez dispone que Río Grande tenga gobierno propio, y así nace la
primera Comisión de Fomento. Son los comerciantes del lugar los que deben
afrontar ad-honorem tales funciones administrativas: Francisco Bilbao como
presidente, Van Aken como vice, Federico Ibarra, el único argentino, como
tesorero, Manuel Anllo como vocal. Los dos primeros, español y belga, con
comercio, los dos segundos con almacén y hotel, el primero –correntino- bajo el
nombre de El precio fijo, el segundo –español- en Punta María, frontera rural
de Río Grande.
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