TESTIMONIOS PERIODÍSTICOS: LEONOR, QUE SE ATREVIO A SOÑAR CON UNA CIUDAD NUEVA. Escribe PANCHO BURGOS ROMERO.

 

     Eran los primeros trancos del otoño fueguino riograndense, algo así como marzo o abril del año 1974. El viento, del lugar un sello distintivo, arreciaba y la nieve copiosa se le unía danzando sobre humanos, calles y casas.  Me movía rápido bajo los copos más veloces aún, instado por la lectura con fruición  de no menos de seis ejemplares de “La Ciudad Nueva”, periódico local editado por su directora, la Señora Leonor Piñero; y con cierta esperanza, saltando charcos y frotándome las manos, me encaminaba a  su local comercial de Belgrano y Ameghino para obtener un sí de aceptación. El termómetro in-dicaba importantes grados bajo cero.

   Nos presentamos y Leonor con moderado entusiasmo me advirtió  que leería mis es-critos, indicándome que le llamara señorita y no señora. Acto seguido recibió con cierto escepticismo un puñado de hojitas;  unas 4 o 6 editoriales de tono social, un perfil bre-ve de Eva Perón, dos cuentos cortos, algunos poemas y varias críticas de cine fruto de mi asidua concurrencia al casi legendario cine Roca.

  Al cabo de unos  días me “ aprobó”, y con breve sonrisa solicitaba que escriba  críticas de cine y de entrevistas a personajes del lugar. No habría sueldo ni lo pretendía, y  ex-tendiéndome un carnet de reportero que aún conservo, me aseguró un acceso gratuito al cine local. La publicación de mis primerizas y atolondradas incursiones periodísticas y literarias, me llenaban de satisfacción, siendo la recompensa exacta a mis controladas aspiraciones, de principiante joven, munido de  mochila hinchada de sueños y erguido en un orgullo no dañino, al exhibir mis notas firmadas con mi nombre, a mis amigos y de manera especial a mi noviecita que me miraba con embeleso.

  Tres o cinco meses más tarde, simplemente le decía Leonor.

-          Tengo un espacio radial en radio nacional, que llamé “Cono de Tinta Sur”. ¿ Quiere colaborar conmigo?.

  No terminó Leonor las últimas sílabas y ya mi cabeza asentía, mientras  la boca expre-saba  un sí ruidoso y determinante. Nacía así en la Argentina, el segundo romance con el mundo de las comunicaciones.

 “Cono..” se transmitía por Radio Nacional, los días sábados, poco después de mediodía y creo aún hoy, que era respetado y escuchado por un sector amplio. Le acompañé des-de el 74 a 1977. Se leían y comentaban textos literarios nacionales y universales. El es-pacio obtuvo el premio nacional “Cruz de Plata Esquiú”. En esta emisora conocí a dos personajes singulares : Juan Juárez, achi , locutor y operador;  y Mingo Gutiérrez, perio-dista versátil, escritor inquisitivo, político, más que un aspirante a historiador, lector vo-raz y hombre que de vez en cuando me llamaba para leer poemas al aire, en particular versos de Neruda.

  Sobre diferentes tópicos escribí en “La Ciudad Nueva”, hasta noviembre o diciembre del 77. Fueron litros de tinta, respirados a placer y sin restricciones.

  Leonor recibió homenajes y reconocimientos a nivel provincial, patagónico y nacional. 

  Es pionera, trazadora de surcos limpios y no negociables, e  indiscutible matríz del pe-riodismo gráfico fueguino. Mi sempiterno respeto por el cariño que me dispensó, y pro-curarme a la vez la primera oportunidad en la Argentina en los terrenos del periodismo gráfico.

  Era Presidenta del  Instituto del Arte y desde tal agrupación,  promueve acompañada por la presencia sólida de Néstor Ulises Romero Valdovinos, paraguayo, lo que hasta el momento ha sido la primera y única Escuela de Periodismo de Tierra del Fuego, con se-de en Río Grande. Su cuerpo fue sepultado en el año 2010. Decir que está muerta no me parece una expresión exacta.

    NESTOR, HOMBRE DE CODIGOS, AMIGO SABIO Y AFABLE.

  Néstor me fue presentado por Leonor, y desde los primeros segundos nos interesamos mutuamente. De temas literarios y periodísticos, la relación se hizo más íntima, invitán-dome a su hogar para conocer a Maruja, su esposa no vidente en lo exterior, más no en lo interno, por su brillo intelectual y ser ella de pies a cabezas, una aguerrida comba-tiente de la vida. Bajo ése techo crecían bajo el ala inteligente y candorosa de la aceita-da pareja, dos angelitos traviesos, Omar y Ulises, adoptados y más hijos que nunca y que siempre.

          Largas horas, durante unos 14 o 16 meses, discurríamos con Néstor hacia una sola meta: imprimir un diario de nuestra propiedad, pues él con sus sesenta años sentíase pleno, y yo con treinta, impulsivo y voluntarioso. Creíamos tener ambos todo a favor para fundar un medio gráfico, excepto uno: el dinero inicial para financiarnos. Y fue así nomás, Jamás pudimos conmover el bolsillo de algún potencial inversionista. Y nuestro proyecto  se deslizó por las cloacas.

      Néstor  estaba arropado de una gentileza genuina y no rastrera, y como contracara inmediata, era directo, locuaz y sensible. Podía hablar con estilo y consistencia sobre Platón, Marx, Shakespeare, la democracia, la dictadura, Borges, la contaminación global o la teoría del Bing Bang. Era un autodidacta por principio y naturaleza.

-          ¿ Le parece que podría funcionar una Escuela de Periodismo?.

-          A no dudar- le respondí- sería Ud. mi Maestro a emular.

-          Y seguramente Ud. mi alumno predilecto- contestó tal vez más cariñoso que objetivo.

  El plan de estudio abarcaría tres años y las clases se dictaban en el Colegio Don Bosco.  

 En sus inicios 15 alumnos llenaban el aula. Entre ellos, Diana Wilson, Domingo Montes y el que suscribe.

  Una noche de cátedra nos graficaba la importancia de la puntuación, y de la coma de manera específica. Y nos contó que en la antigua Grecia ante la inminencia de una nueva guerra, una madre cuyo hijo marchaba al día siguiente al frente de combate, a-cude ella a la pitonisa  que gozaba de gran prestigio, para conocer el destino que le esperaba a su primogénito. El oráculo fue:

Irás, volverás, nunca en la guerra perecerás. Conmovida de alegría paga las monedas convenidas por el servicio y vuelve a su casa para abrazar al muchacho. Marcha éste, y muere en las primeras escaramuzas. Plena de angustia e ira, la madre retorna para encarar a la pitonisa, quien le responde: - Tú te has confundido, te dije yo “ irás, volverás nunca, en la guerra perecerás”. De ése calibre eran las brillantes clases de Néstor.

  Era periodista ameno y combativo. De poderosa capacidad de síntesis y descripción. De espíritu insobornable, fue jefe de redacción en los diarios más trascendentes de Asun-ción. Debió emigrar a Bs.As. huyendo del régimen militar, exhibiendo su pluma lisa, transparente, en medios como “Crítica”, “la Razón” y otros. Fue dramaturgo, e “Hilario en Bs.As” o “ Un paraguayo en Bs.As”, su obra cumbre fue representada con un fervoroso éxito entre otros lugares, en Bs. As y Asunción. Poeta delicado, evocador de su tierra y de temblores universales, que pintan un poco el júbilo y también el espanto del alma humana.

  Exiliado en Capital Federal, fallece su madre en Paraguay y como el perverso dictador no le autoriza volver a su tierra, Néstor en una faceta que le muestra íntegro, “vela “ a su madre en Plaza de Mayo.

  El once de septiembre del 2010, cumplí 40 años de residencia en Tierra del Fuego y conozco casi a todos los  “hombres y mujeres de prensa “ del lugar. Son muy pocos los que han resistido la tentación de trabajar como operadores de prensa. Como merce-narios serviles al cheque de turno. Y rescato que Néstor Ulises Romero Valdovinos y Mingo Gutiérrez , son los dos periodistas más capacitados, leídos y técnicos, que conocí en cuatro décadas, incluyendo a Ushuaia y Tolhuin.

 Mi amigo y Maestro Néstor U. Romero V. fue sepultado en 1987, luego de una penosa enfermedad. Pero, ¿ Murió para los que conocimos su pluma afilada y certera?. ¿ Fa-lleció para los actores y espectadores que se deleitaron con sus obras de teatro?. ¿Está en un ataúd su poesía y su carisma de buen tipo?

   Una tarde, Maruja coraje, en diciembre de 1975, luego de oír que el atardecer era una fiesta en el horizonte, me tomó las manos y me pidió que le describa, que le “relate” la fuerza y la tonalidad de esos colores. Tomé aliento y conservando  la serenidad, me a-usté a ése lienzo multiforme, de pinceladas caprichosas, que asumen un perfil  autóc-tono, único, de los fotografíados y pintados cielos fueguinos, en sus crepúsculos y ama-neceres. Luego de mi inprovisación, soltó ella mis manos, sonrió complacida, y bajo la mirada de Néstor, Omar y Ulises, proseguimos viaje, pues íbamos a su estancia. Sabía inglés y tocaba el piano, y si era necesario arreglaba el lavarropas, apoyando la yema de sus dedos en los cables, en tanto yo, plano en mano, a pedido de ella,  le indicaba los circuitos electrónicos.

  Escribí en “El Diario” de Monchietti. En “Ultimas Noticias” de Balanche. En “Actualidad Fueguina”; en todos ellos fui  cronista y reportero de los más variados temas. Tuve mi propia revista, con número de propiedad intelectual, “Identidad”, que falleció luego de una lenta y espasmódica agonía, porque la hacía totalmente solo y no logré los fondos publicitarios de respaldo.

En 1978, me desempeñaba como corresponsal de “La Voz Fueguina”, del matrimonio Noguera. Y de pronto se desata la cuasi guerra con Chile, y  a través del alambrado, los ejércitos se divisan y observan.

   Volvía yo una noche del cine Roca a mi pequeña oficina del periódico y olvidé por completo que desde un galpón ubicado enfrente, jóvenes e inexpertos soldados, fuertemente armados montaban vigilancia de su entorno más inmediato. Extraje mi llave, pero antes decidí orinar a unos metros de la casilla, en su parte posterior. En tal menester estaba, cuando en medio de la oscuridad, surge  una voz militar perentoria y terminante, que me transmitía una voz de alto.

  Quiero girar lentamente y un vozarrón  me frena en seco, alguien ordena: - ponga las manos sobre la cabeza y no se mueva porque le estoy apuntando…

   Difícil situación la mía, las manos detrás de la nuca, buscando expresarme, y de eso olvidarse  porque  me indican guardar silencio, cuando en verdad lo que deseaba era guardar otra cosa….

-            Dése vuelta con lentitud y no baje las manos. - Y lo hago, y me aturden y encandilan tres o cuatro haces potentes de luces de linternas. Y ahí estoy frente a ellos, más humillado que ofendido, más expuesto que asustado, con mi amigo al descubierto, y bajo el frío intenso y la lluvia  inminente;  y con las manos lejos de una bragueta que gritaba ser cerrada.

-            El soldado que me encañonaba, levemente temblaba.

          Oficial y todo el que comandaba el grupo de cuatro o cinco, no pudo evitar una sonrisa.

-            No baje las manos. ¿ Quién es Ud. y aparte de orinar, qué hace aquí?.

-            Soy periodista y ésta es mi oficina. Tengo en mi bolsillo la llave.

-            Báje las manos suavemente y guarde su …( evitó reírse) y  luego déme  sus documentos…

  Obedecí, cerré mi bragueta, le dí los documentos, abrí la puerta y los invité a pasar. En una pared había tres o cuatro fotos mías. Les mostré el periódico con artículos firmados por el subscripto.

-            Todo está en orden, pero tenga piedad de nosotros Sr…..  estos soldados son muy jóvenes y todos estamos un poco tensos…. no vuelva a hacer nunca lo que hizo. – Asentí.  ¿ Puedo llevarme un par de diarios?.—Le aparté unos cuantos. ---¿ Ud. es chileno?---Lo soy, Sr. …Y de qué lado está?-   Me gustaría decir Oficial, que del lado de la cordura, esto es que no haya guerra.---Me miró, nada dijo, me dió la mano y se retiró.

  Durante todo el álgido período de tensa relación entre los dos países, ejercí como periodista y corresponsal. Ningún militar me amonestó jamás y fui interceptado en varias ocasiones. De cualquier manera, a partir de ése instante, tomé la saludable determinación de orinar siempre en un inodoro.

 

  Desde 1989  a 1990, trabajé en “Tiempo Fueguino” como periodista, haciendo crónicas, reportajes y a la vez ejerciendo como Corrector General del Diario. A fines de 1990, Edgardo Welsh de Bairos, el dueño y Director, quien me brindara una gran oportunidad en radio y prensa escrita,  me ofrece la Corresponsalía en Ushuaia. Acepto y a fines de 1991, renuncio manteniendo hasta la fecha una sólida relación con Welsh.

 Disculpen, pero he recibido en Ushuaia, distintas distinciones por trabajos en prensa escrita, en televisión y en radio. Hice guiones para tres documentales, uno del ascenso por excombatientes de Malvinas, a Hielos Continentales, que fuera televisado en Tierra del Fuego y Río Gallegos. Gané una distinción de prensa a nivel nacional por un audiovisual en 1986, en la Feria Internacional del Libro, por entrevistas a Borges, Leloir, Fangio, Benedetti, Roa Bastos, Donoso, Sábato en su propia casa en Santos  Lugares, y otros escritores y artistas.

  Gané dos distinciones a nivel nacional en el orden literario, y una distinción honrosa  en un concurso internacional de cuentos organizado en La Calera, Córdoba. Y unas cuantas que tampoco  están colgadas a la vista. Pero, pero, no hay ninguna que me enorgullezca más, que el certificado que me entregaran el dos de abril de 1994, los Excombatientes de Malvinas de Ushuaia, que reza: a F.B.R. “ Veterano Honorario”, demasiado honra sin duda, nada más porque los acompañé siempre desde prensa escrita, radio y televisión, y porque asimismo se enteraron, que en 1982, en Río Grande, cuando aún no tenía mi ciudadanía argentina, me presenté tres veces,  en el B.I.M.núm 5. (Batallón de Infantería de Marina ), para solicitar que me enviaran a Malvinas cuando los soldados argentinos luchaban, para ser yo útil en algo, no con un fusil en las manos, y sí con la compañía, el servicio desinteresado en lo que fuere, y la presencia de un extranjero que no era indiferente a esos luchadores que creyeron de verdad, que  ofrendaban su vida por la patria grande, y no por la de un puñado de militares equivocados.

  Es todo o casi. Agradezco la generosidad de Mingo Gutiérrez y por ende del historiador Arnoldo Canclini, de incluirme entre los periodistas gráficos de Tierra del Fuego.

   Q.E.P.N.D (que en paz no descansen), los que son periodistas de verdad en Tierra del Fuego.

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