En el año 1969 vino primera vez a Tierra del Fuego como empleado de la firma SADE. Debían levantar dos obras muy importantes para las comunicaciones: el servicio de micro ondas –de Pico Trucado al sur-, y la filial de Radio Nacional en nuestra ciudad.
José Omar Masaro tenía 35 años y era ingeniero civil.
Treinta años después, ya jubilado, partió al sur con su esposa para hacerle
conocer todo lo que lo había mantenido ausente en su juventud.
Y con ello llegó a la radio señalando de inmediato el buen
estado de la repartición que había dirigido en su construcción.
Junto a los hechos ingenieriles propio del manejo de ambas
licitaciones nos fue dando detalles de la vida que se seguía en nuestro lugar.
Entonces su casa era el Hotel Los Yaganes, y su mundo los concurrentes a ese
preciado lugar, y como un detalle risible hablaba de un Campeonato de Truco que
se realizó en el establecimiento, resultando ganadores una pareja de japoneses
que venían con la firma para la instalación de la parte electrónica.
-“Todo andaba muy bien hasta que llegó el invierno”- Nos ha
dicho Masaro. Y es que no se paró en ningún momento.
Y la tarea no era fácil. El cemento venía de Comodoro. Pero
con los cerramientos la tarea se complicó: eligieron para el transporte la
época de la primavera, y los camiones se empantanaron en las rutas chilenas
dónde no había ningún tipo de asistencia.
Se disponía entonces un servicio de transporte naval, e
Lucho y el Mar Argentino, pequeñas embarcaciones que podían transportar hasta
800 toneladas y que tomaban quince días para llegar de Buenos Aires a nuestro
muelle, puesto que iban parando en todas las localidades de la Patagonia.
Pero el tema más complejo era traer los equipamientos de
transmisión. Para ello Aerolíneas dispuso convertir un avión Boeing de
pasajeros en transporte de carga, se sacaron los asientos, se llenó el recinto
de colchones, para aminorar cualquier posible golpe, y se necesitó de 33
operarios para las tareas de carga y descarga. Para ello se ideo una rampa que
permitía el deslizamiento de los componentes encajonados, y se trabajaba a
contrarreloj. Es que no podían demorarse más de las 17.30 porque los aviones no
tenían instrumental para operaciones nocturnas.
En Ezeiza todo estaba bajo el comendo del jefe de pilotos de
la compañía –de apellido Palermo- y a las 16.30 ya estuvieron en condiciones de
retornar.
Masaro nos envió al poco tiempo fotografías de todos estos
pasos constructivos, y además de ello por una década esperaba nuestro saludo
cada 28 de abril, participando con sus recuerdos en nuestra fiesta de
cumpleaños.
En Lomas de Zamora, su lugar de residencia, era un continuo
difusor de los Patagónicos, siendo un multiplicador de la soberanía y la
cultura nacional.
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